«Cada año que pasa soy consciente de que pedir la oficialidá es casi una obligación arqueológica, ya que cada vez quedan menos personas que tengan el asturiano como lengua materna»
Cuando contemplas las pirámides en Giza, se te olvida que hubo un tiempo en el que reinaron, majestuosas, en un terreno fértil bañado por un brazo del Nilo, con hermosos templos a sus pies donde durante siglos se rezó a los faraones allí enterrados. En Giza se levantaban también, orgullosas, otras pirámides más pequeñas donde descansaban las momias de las reinas, y lujosas mastabas que albergaban a los hijos de los faraones que no habían tenido la suerte de suceder a sus padres, todas ellas vigiladas y cuidadas por la Gran Esfinge, con el rostro del faraón Jafra.
Durante cientos de años Giza fue un lugar vivo, bello, útil, y también el hogar de los sacerdotes que guardaban la memoria de los faraones, y de los artesanos que hicieron posible que todo esto existiera. Y es que nadie, salvo un loco, construye nada en mitad del desierto; Akenatón lo descubrió a su pesar cuando Amarna fue arrasada por una peste, que también mató a parte de la familia real. Pero Akenatón era un loco y un tirano que despreció el valor político de los símbolos de Egipto, y por eso mismo su nombre fue borrado de la lista de los faraones, y su recuerdo estuvo olvidado durante miles de años. El paso del tiempo y los elementos acabaron con el revestimiento de piedra caliza que cubría la superficie de las pirámides, y el brazo del Nilo que había dotado de vida a la zona también desapareció. La arena del desierto se adueñó de todo, y se fueron olvidando los nombres de los faraones que levantaron las grandes pirámides de Giza. Y entonces llegó Napoleón, y el mundo volvió a recordar que una vez existió un gran imperio, una civilización que levantaba tumbas más hermosas que los palacios en los que habitaban sus reyes. Y las pirámides volvieron a asombrar al mundo, a pesar de que ya no servían para su propósito original, pues eran, ahora, el testimonio esculpido en piedra de otro tiempo, de otro mundo, de otra manera de entender lo que nos rodea. Conservar las pirámides es, por tanto, una obligación moral y política, una tarea común, pues son parte del patrimonio de la humanidad, como lo son la Mezquita de Córdoba, el templo de Borobudur, Chichén Itzá o Pompeya.
Han pasado ya más de veinte años de la destrucción de los Budas de Bamiyán por parte de los talibanes, y muchos todavía no lo hemos olvidado, pues sentimos en ese momento que no sólo estaban derrumbando unas estatuas, sino que estaban intentando acabar con la memoria de un pasado mucho más complejo y diverso que el que sus estrechas e intransigentes mentes estaban dispuestas a tolerar. Al acabar con los Budas, los talibanes querían reescribir el pasado de Afganistán y borrar la memoria de todo un pueblo. Todos entendimos en ese momento que aquellas estatuas significaban mucho más, y que su desaparición era toda una metáfora de la barbarie que se había apoderado del país. No fue ésta, sin embargo, la primera vez que el ser humano la tomaba con unos monumentos: Enrique VIII se cargó más de una abadía y monasterio católico, Carlos V levantó un palacio en la Alhambra y los norteamericanos, al entrar en Bagdad, tiraron la estatua del dictador Saddam para anunciar que una nueva era había llegado. Lo que está por ver todavía es en qué ha beneficiado a la gente de Irak esa nueva era.
La primera vez que fui consciente de que en Asturies existía un idioma distinto al castellano fue dando un paseo con mi abuelo, cuando me señaló un nido de pájaros y me dijo que eso en asturiano se decía “ñeru”. Puede parecer una tontería, pero hasta ese momento simplemente pensaba que los asturianos teníamos una forma peculiar de hablar, como alguien que tiene un caminar extravagante o le gusta desayunar pizza. Fue en ese momento cuando entendí que en cada idioma reside también la memoria de todo un pueblo, que la forma de nombrar las cosas, de decirlas y pensarlas refleja la forma en la que se mira y se entiende el mundo, y que cada idioma, por minoritario que sea, es un tesoro irrepetible, como las pirámides de Giza o la Victoria de Samotracia. Sin embargo, al igual que la mayoría de los monumentos, los idiomas no pueden sobrevivir sin que se les cuide y se les proteja, pues cuando desparece un idioma, desaparece con él la memoria de un mundo, y la forma de nombrarlo y de entenderlo.
Este sábado pasado salí, como todos los años, a pedir la oficialidá de la llingua asturiana, en una manifestacion que, para mí, es una mezcla de rito, posicionamiento político, y también una excusa para ver y abrazar a amigos y amigas muy queridas, a las que veo y con las que hablo mucho menos de lo que me gustaría. Cada año que pasa soy, sin embargo, consciente de que pedir la oficialidá es casi una obligación arqueológica, ya que cada vez quedan menos personas que tengan el asturiano como lengua materna. El asturiano, abandonado a su suerte, ha quedado relegado casi a una forma de comunicación familiar e íntima, cuando no a una rareza y una extravagancia. Y esto sucede no por el devenir natural o por una maldición, sino por la desidia y la mala fe de aquellos que consideran que la mera existencia de otro idioma distinto al castellano en Asturies pone en peligro la mitología que han construido en torno a su posición en el mundo, la suya propia y la de Asturies.
Y como los talibanes al contemplar los gigantescos Budas de Bamiyán, lo único que se les ha pasado por la cabeza es hacerla desaparecer para siempre.
El paralelismo que haces con las pirámides de Egipto no tiene ningún sentido aquí …
El bable, o el gallego asturiano,…o como quieras llamar a ese idioma inventado nunca «reino» en Asturias, sino que es, ha sido y será algo completamente residual.
Por esa regla de tres todos deberíamos hablar latín…no es así???
Mis abuelos no decían «ñeru», sino «nial». La forma «ñeru» les habría sonado mucho más extraña que «nido», porque estaban alfabetizados y su mundo no se reducía a su provincia, a la que nunca llamaron «Asturies», sino «Asturias».
Siempre puedes instalar unas pirámides del Ikea en el jardín de tu casa, pero no pidas que los demás vayamos a rezar allí y que hagamos como si esa ridícula horterada fuera la octava maravilla del mundo.
Siguiendo con la metafora que se utiliza de argumento en el articulo, en Egipto deberían recuperar el copto como lengua del estado y vertebrador de la sociedad egipcia.
No.
Espera.
Que a la llegada del árabe ya había sido sustituida por el griego helenístico.
El griego entonces.
Me encanta ver que todos esto defensores del asturianismo (menudo palabro) se olvidan del gallego y el castellano cantabro-Montañes como lenguas tan historicas de Asturias como eso que llaman asturiano. Y estas no vertebran Asturias ni sirven para crear una conciencia social. Solo el asturiano.
Miren, nuestros sistemas políticos se basan en la defensa de la libertad individual del ciudadano y en la igualdad de oportunidades y de trato ante la ley. A esto lo llamamos democracia (por acortar. Pues es decmocracia liberal representativa) Esto defiendo. Deduzcan las consecuencias lógicas de dicho principio en las sociedades que llamamos abiertas.
Pero es ver manifestaciones como la del pasado sábado en Oviedo, donde se supone que no hay objeto político alguno, sólo reclamación de derechos ciudadanos. Donde no había ni una sólo bandera de España y si muchas de eso que llaman «asturianismo». Y me dan ganas de ir corriendo con mi papeleta a la sede de Vox para que me la guarden hasta las próximas elecciones.
Si la lengua propia y vertebradora de Asturias debe ser una lengua que no hablan la mayoría de asturianos, ni tiene una implantación histórica en todo el territorio. Si debe ser una lengua en la que no se ha escrito lo mas relevante de la creación cultural hecha en Asturias, como los Clarín, Jovellanos, Ayala… Si desde las instituciones se debe generar una narrativa encaminada a marcar las diferencias culturales (que no son ni de lengua, religión, modos de vida, etc) y negar lo que nos une a todos los españoles, empezando por una lengua que tiene un uso habitual familiar de mas del 81% de la población española (en EEUU, el ingles lo es «sólo » del 80% y no veo a nadie afirmando que EEUU es una sociedad «plurilingüe» donde el ingles no es la lengua que vertebra a su sociedad) una historia compartida y co-protagonizada por todos los españoles (qué hubiera sido de la marina española sin Pedro de Avilés) Si España es una concepto nacional debatible, pero dentro de cada comunidad autónoma, las lenguas llamadas «propias» deben ser religión jamas puesta en duda. SI….
En definitiva, si tenemos que dejar de ser lo que somos, para hacer que la «arqueología politica» ( Siempre selectiva. Arquiología selectiva. Pues porque no tratar de recuperar la lengua celta previa a la conquista romana) sea la forma natural del ser español. Pues nada. Dejemos que China y Rusia se apropien de los que quede cuando nos autodestruyamos. Que estos países no pierden el tiempo en las diferencias.