Los vecinos crean la comunidad energética “Asoleyar” para ahorrar en la factura de la luz y ayudar a vecinos del poblado que sufren pobreza energética
Obtener energía solar mediante la instalación de paneles fotovoltaicos en los tejados de los dos edificios públicos que tiene el barrio. Generar energía eléctrica propia, limpia y de forma independiente para abaratar la factura de la luz de los socios y al mismo tiempo, ayudar a otros vecinos que sufren de pobreza energética. Es la esencia de Asoleyar, la comunidad energética y asociación sin ánimo de lucro que va a permitir a Santa Bárbara convertirse en el primer barrio solar de la ciudad. Si se cumple la hoja de ruta que tienen marcada, en 2023 los paneles podrían estar ya instalados y funcionando en el centro social y el centro cívico, lo que permitirá a sus 40 socios un ahorro en la factura eléctrica de entre un 20 y un 30%. “El ahorro es solo uno de los tres objetivos de Asoleyar: hacer barrio y combatir la pobreza energética también son importantes para nosotros”, cuenta su presidente Ángel Pérez. El proyecto cuyo presupuesto total aún se desconoce, será financiado por las aportaciones de los socios que costearán la instalación y su mantenimiento. El Ayuntamiento de Gijón, que también forma parte de la comunidad, aportará la cesión del uso de los tejados de los dos edificios donde se pondrán los paneles. La instalación tardará unos años en ser rentable pero tienen claro que “es una inversión en comunidad y ambiental que en el futuro tendrá su resultado. No pretendemos independizarnos totalmente del sistema, lo importante es que la suma de pequeños proyectos de este tipo condicione el sistema en el futuro”.
«El objetivo es crear nuestra propia energía verde, que nos proporcione autonomía y ahorro”
La idea de Asoleyar llevaba gestándose varios años debido a las inquietudes de un grupo de vecinos del barrio y especialmente de su impulsor y presidente, Ángel Pérez. Un funcionario de mantenimiento de carreteras que lleva 20 años viviendo en Santa Bárbara cuyo interés por el medioambiente y las energías renovables ha ido contagiando a otros vecinos del poblado. “En 2019 nos enteramos de que Podemos había presentado una propuesta en el Ayuntamiento para crear en Gijón un barrio solar. Casi paralelamente, Europa diseñó el concepto de comunidad energética”, cuenta. “Ahí empezamos a darle vueltas a la idea. Durante la pandemia organicé una reunión con un grupo de vecinos y vi que había gente que compartía las mismas inquietudes”. A partir de aquí, el proyecto empezó a tomar forma. Tras la búsqueda de información, llegó el diseño y su presentación ante el Ayuntamiento, que les apoyó desde el primer momento. A día de hoy ya han sido aprobados los estatutos, formada la junta directiva y diseñada la hoja de ruta con los pasos a dar. “Convocamos reuniones cada cierto tiempo para ir informando a los socios del avance de las gestiones e ir dándole forma juntos a la idea”, cuenta Eneko Aierbe, otro de los vecinos que forman parte del pequeño grupo motor de la comunidad energética.
Asoleyar, cuenta, “es una asociación sin ánimo de lucro con tres fines: primero el social, es decir, hacer barrio a través de la figura de una comunidad energética. En segundo lugar, ser propietarios y gestores de una parte de esa energía y finalmente, el componente social añadido, ya que una parte de la electricidad que se produzca se va a repartir con familias del barrio que estén sufriendo pobreza energética”. Y ello, mediante una serie de paneles fotovoltaicos de 100 kilovatios en los tejados de los dos edificios públicos que hay en el barrio: el centro social y el centro cívico ( en las antiguas escuelas). “El Ayuntamiento va a hacer una cesión de esos tejados a la comunidad energética y nosotros vamos a asumir la instalación y el mantenimiento durante los años que esté operativa”, explican. El coste total del proyecto aún se desconoce, pero será financiado en parte por las aportaciones de los socios que en febrero del próximo año tienen previsto solicitar ayudas de IDAE que podrían llegar a costear hasta el 60% del importe total. El banco ético COB 57 también se ha comprometido a conceder créditos a los vecinos para la aportación inicial. “Hemos contactado con ellos y nos han confirmado que el proyecto entra dentro de su campo de trabajo”, cuenta Eneko Aierbe. Tardará algo de tiempo, pero tienen claro que la inversión inicial acabará siendo rentable. “La duda es en cuánto, porque dependerá de dos factores: el importe de las subvenciones que recibamos y el sol que pueda llegar a haber”, explica Eneko Aierbe. “También dependerá de cuánto porcentaje de la energía generada quiera coger cada vecino”, explican. Cuando esté en marcha, los socios de la comunidad energética tendrán que establecer quién consume y cuándo para aprovechar al máximo la energía generada, aunque calculan que ahorrarán entre un 20 y un 30% de su factura eléctrica. Aun así, no toda la energía producida podrá aprovecharse. “Somos conscientes de que habrá días en que no se aprovechará toda la electricidad”, explica Aierbe.
De barrio obrero a pionero en la instalación de energías renovables
El nacimiento de la comunidad energética Asoleyar marca un hito en la historia del poblado de Santa Bárbara cuyas 202 viviendas se construyeron en 1955 para dar alojamiento a los trabajadores de la antigua Fábrica de Moreda. Primero en régimen de alquiler por 110 pesetas al mes y, a partir de 1976, con la integración de la fábrica en Uninsa, como propietarios. Sus vecinos eran familias humildes que forjaron lazos de hermandad compartiendo trabajo y vida en un poblado caracterizado por sus calles estrechas. 68 años de historia en los que Santa Bárbara ha pasado del aislamiento a la buena comunicación con la que cuenta hoy gracias a la carretera de Oviedo y el crecimiento del vecino barrio de Nuevo Gijón, cuyas nuevas edificaciones han llegado hoy a la altura del poblado, integrándolo como un barrio más de la ciudad. “Las viviendas siguen siendo las mismas, somos alrededor de 400 vecinos, cuenta M.ª Carmen Andrés, vicepresidenta de Asoleyar, hija de uno de los primeros pobladores y que ha vivido toda su vida Santa Bárbara. “Aunque quedan muy pocos vecinos mayores, hay hijos y nietos que han ido heredando la casa y viven aquí.” A estos se ha unido una generación de familias que han comprado viviendas en los últimos 20 años: “Hubo hasta lista de espera y todo para comprar”, cuenta M.ª Carmen. “Hay un relevo generacional que ha permitido que llegue gente joven y vuelva a haber niños en el barrio”. El sentimiento de comunidad vuelve a Santa Bárbara porque Asoleyar tiene más planes para el poblado. Los próximos: dotar de eficiencia energética a las viviendas y rehabilitar las fachadas.
Las verdades a medias. Como siempre. Para vender.