«Nun ye fiesta, ye folixa” o “N’Asturies nun tamos llenos, tamos fartucos”, son algunos de los mensajes que este asturiano pinta en piedras convertidas en auténticas guías para turistas

Santiago Villa es, además de maestro de primaria, pintor de piedras. Suena algo raro, pero lo cierto es que este ovetense triunfa en redes con sus diseños. Empezó pintando casi como un juego, una tarde de lluvia en Muros, donde veranea. “Estaba aburrido y tenía unas piedras en la mochila, así que se me ocurrió ponerme a pintar. Antes ya había regalado alguna piedra a mis alumnos en cumpleaños o alguna celebración especial, pero esta era distinta. Pinté el Pico Urriellu (‘nun digas Naranjo de Bulnes” reza el reverso de la roca’)”.
Terminada se la enseñó a su pareja, que le animó a seguir. Cuando tuvo un par más decidió abrir una cuenta en Twitter (@piedresnelcamin), el tema gustó y pensó en esconder alguna por ahí. “A veces somos muy críticos con la gente que viene de fuera porque no conocen cosas de nuestra cultura, pero es normal. Por eso me gusta que los turistas puedan encontrar las piedras y, de paso, aprender algo nuestro. Damos por hecho que tienen que saber lo que es “hechar un pigazu” o “fartar” y no es así”.
Pero no solo turistas encuentran sus piedras. Desde que comenzó con esta aventura, a principios del mes de julio, ha pintado unas 30 piedras de las cuales ya ha escondido más de diez. “El día que las voy a esconder publico vídeos y pequeñas pistas para que la gente las encuentre. Junto con la piedra dejo un papel en el que explico el proyecto y cuento que me haría ilusión saber en manos de quién queda la piedra. De esta manera sé que varios asturianos, madrileños y un leonés ya las han encontrado”.
Aunque las piedras no han llegado aún a Gijón, Villa confirma que de este verano no pasa. “Dejaré un par de ellas en cuanto me acerque. De momento las últimas que he dejado están en Tapia”. Y poco han durado, porque hace tan solo unas horas el propio autor publicaba en sus redes que las piedras ya habían sido encontradas.
“Me hace mucha ilusión que el proyecto haya gustado tanto. Mucha gente me pregunta que si no las vendo, pero mi idea no es esa. Quiero ir compartiendo estos mensajes y que todo el mundo pueda encontrarlos”. Mensajes que, por otra parte, están íntegramente escritos en asturiano: “Yo no hablo asturiano. Soy de Oviedo y crecí en un ambiente en el que veía el asturiano como una realidad ajena. Gracias a trabajar en pueblos he visto que la gente lo usa y que, más allá de una cuestión política, es un patrimonio cultural que tenemos y que a veces ignoramos o despreciamos. Pintar las piedras también me está sirviendo para aprender”.
En cuanto a los mensajes, todos están relacionados con Asturias y con nuestras costumbres: “Nun ye fiesta, ye folixa”; “N’Asturies nun tamos llenos, tamos fartucos”; o “N’Asturies llueve y eso nun ye mal tiempu”. Además, ha pintado edificios tan emblemáticos como el Niemeyer de Avilés y promete, como homenaje a su ‘origen’, volver a Langreo (donde ejerce como maestro) para esconder unas cuantas creaciones con ayuda de sus alumnos. “La primera piedra que pinté fue a Marina, una alumna. Ellos están encantados, me ven en el periódico y les hace mucha gracia que su profesor, además de estar con ellos en clase, se dedique a estas cosas”.