Mientras su partido restaña las heridas que dejó su expulsión del Gobierno gijonés, la concejala analiza las implicaciones de aquella maniobra de la alcaldesa y comparte las que son, a su juicio, las prioridades para la ciudad
Ha sido un año duro para Sara Álvarez Rouco (Gijón, 1965), como también para toda la agrupación gijonesa de Vox, el partido del que, desde principios del mes de octubre, se ha convertido en única concejala en el Pleno, una vez perdidas sus responsabilidades sobre el área de Festejos. Tres meses y medio después de la toma de posesión del Gobierno constituido por su propia fuerza, por Foro y por el PP, la alcaldesa de la ciudad, Carmen Moriyón, anunciaba su expulsión del hasta entonces tripartito, alegando una presunta incapacidad de gestión por parte de los de Rouco, y esgrimiendo sus pretensiones dar un viraje conservador al Festival Internacional de Cine de Gijón (FICX) como punto de ruptura de la paciencia del Ejecutivo. Pocos días después su ‘número dos’, Oliver Suárez, se desmarcaba de Vox, permaneciendo como presidente de Divertia en calidad de edil no adscrito. Desde entonces esta asesora fiscal, afiliada al partido desde 2018 y curtida en la escena política por cuatro años en la Junta General del Principado, se ha esmerado en reparar los daños causados por aquel terremoto, y en devolver a su formación una fuerza a la altura de los más de 11.000 votos otorgados por los gijoneses. Ahora encara lo que resta de legislatura con la voluntad de sacar adelante el objetivo capital de su proyecto: tratar de hacer lo mejor para los vecinos desde una posición rupturista con el proyecto de izquierdas del mandato de Ana González.
Ha pasado medio año desde que se constituyese el actual Ejecutivo municipal. Esta es su primera experiencia como parte del Pleno gijonés, tras años en la Junta General del Principado. En lo puramente personal, ¿cómo se siente? ¿Está siendo como imaginaba que sería antes de las elecciones?
A nivel personal, me siento defraudada. Totalmente. Y se debe a que vas viendo la realidad de las personas que gobiernan en Gijón. Cuando entré en el Ayuntamiento, pensaba que las personas tenían que ser consecuentes, equitativas, con altura de miras… Pero me he encontrado con un grupo que, más allá de las ideologías, que no tienen nada que ver, ha demostrado muy poca categoría moral. Ya sé que la política es dura y descarnada; llevo cuatro años en ella. Pero no deja de resultar decepcionante comprobar esa doble cara, esa falsedad que demuestran algunas personas.
¿Se refiere concretamente a Foro y al PP?
Exacto.
De hecho, Vox inició la legislatura como parte de ese Gobierno que ahora integran esos dos partidos, y del que el suyo fue expulsado. ¿Cómo ha sido esa transición de estar en el Ejecutivo a pasar a la bancada de la oposición?
Sinceramente, ha resultado casi liberador. Ya estuvimos en la oposición, porque vengo de la Junta, en la formamos parte de ella. Este suceso a nivel local sí es cierto que nos ha permitido expresarnos con más libertad en temas fundamentales para Gijón, en los que antes teníamos que ser políticamente correctos.
¿Puede poner algún ejemplo de ello?
El que no se estuviese respetando el acuerdo programático que firmamos las tres fuerzas, aunque internamente sí les decía a Foro y a PP que no se cumplía.
La expulsión la anunció la propia alcaldesa, Carmen Moriyón, el 5 de octubre. Cuando echa la vista atrás, ahora que ya han pasado unos meses desde aquella tarde en que se dio a conocer la ruptura del tripartito, ¿cómo analiza aquellos días?
Fueron días muy complicados. Me enteré de que nos echaban por mi responsable de prensa, y resultó muy frustrante el sentimiento de verse apartados de un Gobierno comprometido con un acuerdo programático por parte de una persona que había venido en su momento a pedirnos nuestro voto para ser investida como alcaldesa. Después de los primeros días, el sentimiento principal fue de estafa. Totalmente. Y aún hoy sigue impune por ello, aunque confío en que, dentro de cuatro años, el electorado recuerde esta traición.
¿En algún momento de los meses transcurridos desde la toma de posesión hasta la expulsión de Vox sospechó que algo así podría llegar a pasar?
Sí, por los pasillos del Ayuntamiento ya circulaba el rumor de que Moriyón tenía un plan para echarnos. Pero, claro, eran rumores… Nunca pensé que su categoría moral fuese tan baja como para poder llegar a ejecutar algo semejante, traicionando su compromiso tanto verbal como escrito. En ese sentido, nos cogió de nuevas. Que se sabía es seguro, porque nos llegaba. Y sí es cierto que yo misma siempre pedía que nos sentásemos, pero esa negativa constante… Claro que nos hacía sospechar. Además, llegó el momento en que hubo que recordarle que somos Vox. Ella había pactado nosotros, y Vox no es el PP, ni Foro. Moriyón sabía lo que hacía, o debería saberlo. Nos necesitaba, nos utilizó y ya está.
«¿Qué gestión es la que la alcaldesa criticó? Si no nos dio ni tiempo… Que en diez o quince días nos acusen de mala gestión no tiene sentido; son palabras vacías»
Y su mando en mayoría prosigue… Oliver Suárez mediante.
A nivel personal, no tengo nada que decir sobre eso.
Sí, pero… ¿Cómo llegó a ser su mano derecha una persona que, tal como usted misma ha apuntado reiteradamente en el pasado, la traicionó?
Antes de las elecciones no lo conocía de nada. Estaba dentro del partido, y se decidió que fuese el ‘número dos’, y yo, la cabeza de lista. Pasamos unos meses de verano trabajando unidos, en sintonía. Había muchos actos. Ahora bien, sí es cierto que fue una traición, una maniobra digna de un personaje de novela. Y aunque él lo niegue, está claro que no fue un amor a primera vista. Me ocurre con él lo mismo que con Carmen Moriyón . Me sorprendió la debilidad de sus convicciones en un momento dado, aunque es posible que sea otro estafador político consumado, que nos haya engañado desde el principio. Lo que queda claro es que quería un puesto a cualquier precio, y la alcaldesa deseaba permanecer en su sillón a costa de lo que fuese. Dicho esto, hasta ese momento la mía con Oliver Suárez fue una relación de trabajo normal, de compañeros.
¿Mantiene alguna relación con él en la actualidad?
Ninguna. Es inexistente. Ya tuve bastante conque nos engañase una vez.
Consumido ya el primer medio año de legislatura, ¿qué valoración hace de lo que va de este tercer mandato de Moriyón?
Muy claro: la impresión que desprende es un populismo más que notable. Todo su afán es publicitar todas las cosas con las que parece que va a agradar a los gijoneses, de modo que no la catalogaría como de calidad. Y más aún… Entiendo que es difícil en un bipartito o tripartito, pero independientemente de que las personas y concejales tengan su área determinada, todos han de ir a una, porque es el Gobierno entero. Por tanto, todas las concejalías son transversales, influyen en otras. Pero aquí, en este mandato, cada uno tiene su área, y ya.
De hecho, el Ejecutivo de Moriyón justificó parcialmente su decisión de ruptura de la coalición alegando, y cito, que «Vox no sólo no ha sido capaz de ejercer las responsabilidades de gobierno que nos otorgaron los gijoneses, sino que ha antepuesto sus siglas al interés general de la ciudad«…
Nosotros teníamos la concejalía delegada de Festejos. Como en julio y agosto no había actividad, lo único que hicimos al llegar fue centrarnos en los actos programados. Luego entramos en septiembre, y en octubre fue el desastre, la ruptura unilateral de ese pacto. Así que… ¿Qué gestión? Si no nos dio ni tiempo. La única gestión que se podría hacer sería por parte de Divertia, y es cierto que en septiembre su personal cogía vacaciones, tras toda la actividad estival. Que en diez o quince días nos acusen de mala gestión no tiene sentido. Son palabras vacías. No les doy casi ni importancia.
¿Y Vox? Como partido, ¿en qué situación se encuentra actualmente en Gijón?
Como partido, estamos reparando daños después de que las urnas nos diesen dos concejales, y de que uno de ellos nos hurtase los votos. Estamos confeccionando los equipos de trabajo, algunos ya en funcionamiento, y estamos mirando al futuro con ilusión. Todo lo que pasó hay que dejarlo atrás.
¿Qué decir del acta que Oliver Suárez no devolvió? ¿Pesa?
No es una espina clavada. Toda persona está en su derecho de cambiar de opinión, y si decides abandonar un partido, te vas, pero no te llevas los votos. Los gijoneses que nos dieron su confianza votaron a Vox, no a Suárez. Y si te vas, entrega tu acta, no hurtes para quedarte ahí a cambio de algo. No deja de asombrarme. No es de buen hacer.
Desde las filas de su agrupación, ¿cuáles cree que son las necesidades más acuciantes para los gijoneses, los problemas que hay que resolver con más urgencia?
Para nosotros, empleo, atención a las familias, ayudas a la natalidad y, desde el, punto de vista estructural de la ciudad, creo que debemos tener soluciones urgentes a la contaminación, resolver los problemas de movilidad, que son muchos, y no volver la cara a temas tan importantes como la estación intermodal o el vial de Jove.
Dos infraestructuras que, en su opinión, ¿acabarán llegando?
Sí, pero no sé si lo veré yo, o lo verán quienes vengan después. Ahora bien, soy optimista.
Ya que menciona ese optimismo, en las últimas semanas se ha producido una suerte de victoria para la ciudad: la confirmación de que, finalmente, no habrá planta de pirólisis en El Musel.
En la Junta preguntamos por esa cuestión ya en la anterior legislatura, y siempre defendimos que no se debía construir ahí. Que se instalase en otro sitio, perfecto, no teníamos problema, pero no en una zona con tanta contaminación. Tenemos que escuchar a los vecinos, que es lo más importante. El Gobierno decía que estaba esperando por los informes medioambientales. Cuando llegaron, nos pusimos al lado de los vecinos y, la verdad, nos sorprendió que, cuando saltó la noticia, Adrián Barbón jugase al juego de a lo que dijo sí, dice no, y viceversa.
Recientemente se ha dado a conocer el montante del presupuesto municipal para 2024, y su distribución por áreas. A la espera de que reciba el visto bueno definitivo en el Pleno, ¿cuál es su postura sobre esas cuentas?
Es un presupuesto mal diseñado. Acabamos este lunes las comparecencia, y no tienen un hecho diferenciador a los confeccionados por las izquierdas. Y lo más grave es que es inconsistente. Le falta fiabilidad y le sobra precisión. Ni ellos mismos pueden dar información de los principios de su realización. En un presupuesto, lo más importante son los ingresos; a más ingresos, más gastos posibles. Para confeccionar los ingresos se basaron en unos parámetros y unos hechos que son incapaces de explicar.
Para Vox Gijón, ¿qué necesitan?
A juicio de Vox, lo primero es hacerlos reales. Los ingresos tienen que ser en base a una previsión, porque es un presupuesto, pero no con pies de barro. No me puedes decir que me baso en el plan presupuestario de 2024 de un gobierno en funciones, que es el nacional, que se compromete en ese plan presupuestario a crear 700.000 puestos de trabajo. Si te basas en eso, sabiendo todas las estadísticas y las malas cifras que se dan para Asturias y para Gijón, no se puede hacer. Por lo menos, que sea fiable.
«El FICX no es un festival abierto, y queríamos que lo fuese. Sigue ideologizado, porque está monopolizado por el concepto cultural de las izquierdas»
Tanto el Gobierno como los partidos de izquierdas señalaron a sus pretensiones para con el FICX como catalizador de la expulsión de Vox del Gobierno. ¿Tuvo ocasión de acudir a alguna proyección de la edición de la edición de este año?
No, no pude ir. Sólo sé lo que leí, y dicen que salió muy bien y que logró mucha afluencia de gente. Por ese lado, perfecto.
¿Y mantiene la validez de las modificaciones que planteó para el certamen? el futuro del Premio Rambal, por ejemplo…
No me desdigo. Lo que pasa es que no llegamos a plantear ninguna modificación. En aquella rueda de prensa llevamos incorporaciones, y en esta edición hemos visto que el FICX sigue adoleciendo de los mismos defectos que tenía. No es un festival abierto, y queríamos que lo fuese. No quitar, ni prohibir nada. El FICX, por muy bien que esté considerado, que seguramente lo está, siempre puede incorporar mejoras, y se le pueden añadir cosas. Nuevas secciones que lo abran al público, por ejemplo, porque hubo mucha afluencia, pero… ¿Qué porcentaje real de público fue a ver ese festival? ¿Un 1%? ¿Un 3%? Así que… ¿Por qué no abrirlo? Para nosotros sigue ideologizado, porque está monopolizado por el concepto cultural de las izquierdas.
La semana pasada Gijón, como Asturias y España, celebraba la apertura de la Variante de Pajares. ¿Qué valoración hace de ello?
Es una sensación agridulce. Dulce porque tenemos, por fin, conexión rápida con la Meseta, y eso nos permite abrirnos al exterior. Pero no de alta velocidad. A la vez, nos queda ese poso desagradable de saber que después de más de veinte años y 4.000 millones de euros, seguimos sin contar con unas infraestructuras adecuadas. Siguen sin ejecutarse obras tan importantes como la parte de Pola de Lena a Gijón. Tendría que llegar a las ciudades más importantes. Así que que no se pongan las medallas.
Una semana antes el país amanecía con el anuncio de la formación de Gobierno, a costa de ceder a las peticiones de Junts per Catalunya y de Esquerra Republicana. Una noticia que, es fácil imaginar, no sentó nada bien en su agrupación…
Por supuesto. Pedro Sánchez ha levantado un muro entre españoles, ignorando y despreciando a la mitad en beneficio de sus propios intereses. Ha liquidado la soberanía nacional, el estado de derecho, la igualdad entre ciudadanos, y ha hecho un expolio económico que vamos a tener que pagar entre todos, estemos o no estemos de acuerdo. Y, para más vergüenza, nos ha rebajado más aún, yendo a pactar y a negociar con el huido de la justicia. ¡Es como una república bananera! Tenemos un estado de derecho consolidado, pero le da igual. Sánchez ha perpetrado un atentado contra la convivencia y el bienestar de los españoles.
Varios miles de ciudadanos se lanzaron a las calles en señal de protesta. Incluso algunos de ellos protagonizaron acciones violentas ante las sedes del PSOE en distintos puntos del país. ¿Cómo le sentaron aquellas imágenes?
La protesta es libre, desde luego, pero siempre y cuando no incluya actos violentos. Por supuesto que estoy en contra de ellos, pero es normal que los españoles estemos indignados, con el atropello realizado por Sánchez. Ahora, desde luego que, a nivel personal, condeno todo tipo de violencia. Pero la indignación de todos los españoles que estamos perjudicados no puede quedar sin reflejo en las calles. Hay que salir, hay que reclamar la vuelta a los principios constitucionales.
¿Augura que será una legislatura nacional larga o corta?
Creo que va a se ingobernable. Ahora bien, visto lo visto, Sánchez es capaz de cualquier cosa para estar los cuatro años. Cada vez es peor, aunque no lo parezca. Hará lo que pueda con tal de agotar la legislatura.
¿Qué le pide Sara Álvarez Rouco al nuevo año?
A nivel político, le pido que se haga justicia. Que la alcaldía deje de realizar maniobras indignas, y de acosar a Vox. Por la parte personal, soy de poco pedir. Paz y tranquilidad. Y, sobre todo, mucha salud para seguir trabajando, porque la exigencia es muy alta.
Fue lo único bueno que hizo,largaros!!
Eso sí,catadura moral ,ninguna.
Sara Alvarez Rouco es una de las poquitas personas con dignidad que quedan en Asturias