Sara Moro, gimnasta artística en Sídney 2000 y Atenas 2004
“Nunca hice deporte para que alguien me valorara, pero es verdad que ni por parte del Comité Olímpico Español ni de Asturias existe el reconocimiento”
“Después de Atenas 2004 podría haber aguantado algún año más, pero como en España el deporte no te da nada decidí dejarlo y ponerme a estudiar con 20 años”
Sara Moro (México, 1984) es una mujer incansable. Aunque su vida se alejó del deporte de competición hace casi 20 años, su energía y vitalidad sigue siendo la misma de aquella niña que disputó dos Olimpiadas y obtuvo dos diplomas olímpicos. Tras su carrera deportiva, estudio Fisioterapia y tras un pequeño paso por Gijón reside en la Comunidad de Madrid desde hace una década. Es de las profesionales que apuesta por el deporte como motor de vida, cree que los políticos de Asturias no están a la altura y reconoce que cuando escucha hablar del proyecto del Museo Olímpico le resulta conocido: “Guardaba unos maillots para el Museo y ya no los tengo”.
Usted escribió su historia en los Juegos por partida doble: Sídney y Atenas.
Sí, estuve en Sídney en el año 2000 siendo una cría. La verdad que cuando lo recuerdo digo: ‘Madre mía’. De hecho el equipo español de gimnasia éramos las más jóvenes de la Villa. Pensaba que mi evolución iban a ser unos Juegos porque en gimnasia somos muy pequeñas, los entrenamientos duraban ocho horas cada día, estás fuera de casa y es difícil aguantar dos ciclos olímpicos, sobre todo, en aquella época donde estábamos un poco más aisladas. Ahora las niñas tienen más redes sociales, hablan con sus padres, amigos, siguen teniendo más vida social. Antes era deporte 24 horas, es decir, no había tiempo para nada más que para entrenar e ir al cole. Cuando me fui a Madrid tenía 13 años, pero después de los primeros Juegos me encontraba muy bien físicamente, fue una época deportivamente muy buena, seguí a ver qué pasaba y acabé yendo a los siguientes Juegos de Atenas 2004.
Un cuarto y un quinto puesto que le sirvieron para obtener dos diplomas olímpicos. ¿Todavía lo recuerda?
Cuando me llamáis vosotros, sí (risas) porque vuelvo a ver fotos, recordar aquella época. Sí lo tengo presente en mi día a día porque me gusta el deporte y ha hecho lo que soy hoy. El deporte no es ir a unos Juegos Olímpicos, son los años de preparación para culminar con la Olimpiada. ¿Luego ganas un diploma o una medalla? Mejor, pero si no la ganas el trabajo previo era el mismo. Si en lugar de ser cuarta llego a ser tercera y tengo una medalla olímpica, igual hubiera sido más de lo que soy, pero el trabajo previo, el esfuerzo, sacrificio y entrenamiento hubiera sido el mismo. Realmente con lo que me quedo del deporte es con todos los años que fui deportista desde que empecé en el Grupo Covadonga con cuatro años y comencé a forjar esa personalidad, el respeto y compromiso por tus compañeras y por el entrenamiento renunciando a otras cosas, el sacrificio… Todo eso que me ha dado el deporte es con lo que me quedo y es lo que más recuerdo a día de hoy.
¿Tenía algún ejercicio favorito?
Tenía aparatos que me gustaban más y aparatos que me gustaban menos. En función de si eras más alta o más baja, más fuerte o menos se te daban mejor unos que otros. De hecho, en Sídney hacía los cuatro aparatos de gimnasia artística femenina: el potro, la barra de equilibrios, el suelo y las paralelas y en Atenas, por problemas de lesiones y porque era lo que mejor se me daba, me quedé con paralelas y barra de equilibrios. El aparato que más me gustaba era la barra de equilibrios y también el suelo.
Sólo hay cinco mujeres españolas en la historia de su modalidad que hayan participado dos veces en la cita olímpica. ¿Es consciente de todo lo que consiguió?
Soy una inconsciente (risas). En gimnasia artística es difícil ir a dos Juegos. Otros deportistas pueden estar 20 años en la élite, pasar por cuatro Olimpiadas y es algo más o menos normal. En gimnasia es complicado porque es un deporte muy exigente en muchas cualidades que las mujeres vamos perdiendo con la edad. Necesitas mucha potencia, velocidad y la mujer con la edad pierde ambas cosas. Sí es cierto que los años te dan muchas cualidades para unas cosas, pero es raro que una gimnasta de artística vaya a tres Juegos Olímpicos. Tenemos a Oksana Chusovitina, una máquina de la antigua URSS que ha estado en ocho Juegos Olímpicos, pero es un caso súper excepcional. En España no recordaba si éramos cuatro o cinco, pero sí sabía que éramos poquitas gimnastas las que hemos ido a dos Juegos.
Lo que no pudo disfrutar es de las dos ceremonias de inauguración.
Sí. Las gimnastas de artística nunca vamos a la ceremonia de inauguración. Por eso, cuando me hablan del cachondeo de la Villa Olímpica digo: ‘No lo vi. Os juro que no lo encontré por ningún lado (risas)’. Somos un deporte que compite los primeros días de los Juegos, normalmente al día siguiente de la inauguración y como acaba muy tarde, entre que se recoge y llegas a la Villa son las tantas. La clausura también nos la perdíamos porque ya estábamos en España. No había salidas de ningún tipo, estabas hibernando.
“Hay que recordar lo que pasó para ser agradecidos con lo que tenemos porque hubo muchos deportistas que abrieron camino”
¿Te dio pena?
Ninguna. Me volví a Asturias con 20 años, salí y me dio tiempo a todo. Seguramente con más cabeza que si lo hubiera hecho con 14. Pena ninguna, pero sí era un sacrificio porque a veces te apetecía ir con tu familia a un cumpleaños y no ibas porque entrenabas.
Fíjese que pese a su extenso curriculum, no sé si en casa se ha sentido lo suficientemente valorada tras retirarse de la práctica deportiva.
Nunca hice deporte para que alguien me valorara. Partiendo de esa base me importa menos el reconocimiento posterior. Ahora bien, ¿hay reconocimiento? No, no lo hay por parte de nadie. Eso todos los deportistas en general lo sentimos así. No lo critico porque ahora me da un poco igual y en su momento estaba tan metida en mi mundo que tampoco le daba la importancia que le di un poco después y que luego le quité con el tiempo. No hay reconocimiento ni desde el Comité Olímpico Español ni desde tu región. Hay un poco mientras estás en activo, ese año Olímpico donde si consigues algo mejor, sino menos; un poco de tu club y eso se apaga enseguida porque vivimos a un ritmo muy rápido y da un poco igual lo que hayas hecho a nivel deportivo. En definitiva, no hay reconocimiento para el sacrificio que llevamos detrás. De hecho, terminé los Juegos Olímpicos en Atenas, me retiré y la beca olímpica no me la abonaron porque como se cobra al año siguiente, si te retiras se la queda otro. Es decir, la beca olímpica que me gané en unos Juegos Olímpicos con un quinto puesto y cuya cuantía desconozco, ya no era mía porque me había retirado. Si a esos niveles no está reconocido, imagínate en tu región (risas).
Una de sus entrenadoras fue Amparo Abejón, juez en Barcelona 92. Es de las que piensa que los olímpicos asturianos han sido olvidados. ¿Comparte la reflexión?
Sí, totalmente. Estamos olvidadísimos. No se acuerda de nosotros nadie, mi familia porque vengo a verlos (risas). Ahora es el 30 aniversario de Barcelona, estamos otra vez todos un poco melancólicos echando la vista atrás, pero más allá de estas cosas puntuales no hay nada. Sería importante, no solo en el deporte, que recordemos lo que pasó para ser agradecidos con lo que tenemos porque en la vida todo lo que tienes actualmente tiene que ser gracias a lo que hubo detrás. Cuando fui a los Juegos Olímpicos estaba muy agradecida a las gimnastas o deportistas que previamente me habían abierto camino: Verónica Castro, Mónica Martín… Recordarlos es de alguna manera agradecer lo que tenemos actualmente y hoy se agradece poco. Es importante recordar, pero no para que me den una palmadita en la espalda sino para darle la importancia que tiene a lo que hay ahora, es decir, estos deportistas fueron a x Juegos, se rompieron muchos techos de cristal, el trabajo para que los atletas actuales consigan cosas… Mi reflexión es que habría que echar la vista atrás para agradecer actualmente lo que hay.
Miremos un poco entonces hacia el pasado. ¿Dónde estaba Sara Moro en Barcelona 92?
Tenía ocho años, era una cría, no me acuerdo de nada de Barcelona 92. Todos mis recuerdos los generé posteriormente cuando me hablaban de Barcelona, pero en el momento, cero. Además en mi casa tampoco había una tradición deportiva ni de olimpismo muy grande. De la cita del 92, más allá de los ocho años y estar en el cole, sé que hacía gimnasia en el Grupo de Cultura Covadonga porque empecé con cuatro y poco más.
“Cuando abandonas el deporte, te cuesta volver a la vida mundana porque no sabes de qué hablar con la gente. Hay gente que lo pasa mal y nadie lo tiene en cuenta”
¿Y qué ha sido de aquella gimnasta que puso el nombre de Gijón en el mundo?
Me retiré de la gimnasia y me volví para Gijón. Estudié Fisioterapia, trabajé aquí unos años, luego regresé Madrid y ahora vivo en Guadalajara. Llevo casi diez años fuera de la tierra y trabajando como fisioterapeuta, estudiando mucho a todas horas, soy una persona que me encanta la formación y he hecho un montón de cosas, pero todo en el ámbito de la salud.
¿Se arrepiente de algo en su carrera?
No, porque si tengo que pensarlo es que no me arrepiento de nada a nivel deportivo. En principio hice las cosas que pensé que en su momento eran lo mejor. Es cierto que a toro pasado puedes pensar que determinadas cosas se podían haber hecho de otra manera, pero en ese momento y con la información que tienes, tomas la decisión que crees que es más correcta.
Pese a que es raro ver a una gimnasta olímpica en varias citas, ¿su retirada llegó por voluntad propia o podía haber seguido otro ciclo más hasta Pekín 2008?
Otro ciclo olímpico creo que no, igual sí otro año porque después de los Juegos hay campeonato del Mundo y es muy bonito, pero estaba en un momento en el que como el deporte no te da nada, por lo menos en España, tienes que poner una balanza. Había hecho la selectividad y quería empezar mi carrera, pero en España es que ni siquiera puedes estudiar cuando eres deportista, por lo menos en gimnasia con entrenamientos diarios de ocho horas, porque no hay facultades que se adapten a tus horarios. Si hay un examen el deportista les importaba muy poco. Así las cosas pensé qué más me podía dar el deporte. Sí podía ir a otro Mundial aunque estaba en el aire porque no sabes la decisión final, pero iba a perder empezar a dedicarme a otra cosa. Tenía 20 años, una edad muy guapa para comenzar una carrera más o menos dentro de una edad normal. Dicen de la gimnasia que es una pena retirarse pronto. Depende porque te da tiempo a volver a la vida ‘normal’ y no entrar en la universidad con 30 años y que te miren como un bicho raro. La retirada fue voluntaria, pero si hubiera habido otras condiciones a lo mejor sí me hubiera quedado algún año más.
¿Se sintió extraña?
Súper extraña. Sales a un mundo que no ha sido ni es el tuyo porque entré con 13 años en la selección española. Salí del mundo ‘normal’ con 12 y llevaba casi ocho dentro de uno relacionado con deportistas, muy pequeño, muy protegido porque no tienes contacto con mucha gente. Nosotros íbamos al colegio en el Centro Alto Rendimiento solo con deportistas. Cuando abandonas el deporte, te cuesta volver un poco a la vida mundana, no sabes de qué hablar con nadie porque llevas hablando de deporte ocho años y te cuesta relacionarte. Es cierto que, en mi caso, soy una persona extrovertida y no me costó mucho salvo el primer año que es un poco difícil y a veces ahí te pierdes un poco, luego enseguida encajé otra vez. Sin embargo, hay deportistas que lo pasan mal. A veces es difícil y eso nadie lo tiene en cuenta. Tú dejas el deporte, cierras la puerta y búscate la vida, nadie sabe si te va bien o mal o cómo ha sido tu adaptación. Ahí también puedes echar un poco de menos cierta ayuda.
“Asturias ha tenido grandísimos deportistas y es una pena que no se les haya dado ni el lugar ni el reconocimiento que merecen”
¿Echa de menos la gimnasia?
No. Fue una época muy bonita de mi vida que me gusta recordar y la repetiría, volvería a la gimnasia si vuelvo a nacer. Estoy súper agradecida de mi época como gimnasta, pero gracias a Dios ahora tengo la vida muy llena y plena y no lo echo de menos, no estoy melancólica; al revés. Lo veo con cariño y me gusta de vez en cuando estar un poco conectada, pero tampoco estoy muy metida en el mundo de la gimnasia actualmente.
También fue embajadora en 2016 con motivo de la Capitalidad Europea del Deporte de Gijón. ¿Cómo encaja este tipo de reconocimientos?
Estaba ya en Madrid y por supuesto dije que sí porque siempre que puedo colaborar, lo hago. Los deportistas olímpicos somos así de idiotas (risas) y aunque no nos hagan ni caso, cuando nos llaman por teléfono siempre te hace ilusión porque es Gijón, es mi ciudad y te gusta representar todo lo que tenga que ver con el deporte. Siempre estamos ahí para ayudar.
¿Asturias tiene al deporte en el lugar que merece?
Asturias ha tenido grandísimos deportistas y es una pena que no se les haya dado ni el lugar ni el reconocimiento que merecen. Ha habido algunos que han sido la caña saliendo de la nada. No hay un apoyo desde abajo, al contrario, no existe absolutamente ningún tipo de ayuda. Además es una comunidad pequeña si la comparas por ejemplo con Madrid y, al menos en mi deporte, hubo unos años de grandísimas gimnastas. En ese sentido hay poco reconocimiento y se podría mejorar, tampoco quiero ser muy dura (risas).
“No echo de menos la gimnasia. Fue una época muy bonita de mi vida y la repetiría, pero ahora tengo la vida muy llena”
Una de las pocas comunidades que no tiene consejería propia. ¿Deberían replanteárselo?
No hace falta ni respuesta a esa pregunta. No se le da la importancia que tiene al deporte. Me dedico a la salud, soy una friki del estilo de vida para no enfermar y el deporte es el pilar fundamental de eso. Ya no somos monos ni trepamos y corremos todo el día, tenemos que ir al gimnasio y hacer deporte es el pilar fundamental de la salud psíquica y física. Si a los niños por la mañana los llevamos al cole y están sentados cinco horas, cosa que no tiene ningún sentido, o luego les mandamos a hacer deporte o hay un problema de salud como ha quedado patente que somos una sociedad enferma psicológicamente y físicamente. El deporte debería de estar apoyado desde la base y debería ser de lo más importante. Los políticos deberían sentarse en una mesa y decir: ‘¿Qué es lo más importante para la sociedad?’ y ahí hay dos o tres cosas, una de ellas debería ser el deporte ya no para que haya súper olímpicos, que si los hay mejor, sino para que la sociedad esté sana, haya respeto entre nosotros, capacidad de superación, competitividad porque hay que competir, esfuerzo y tener unos objetivos en la vida. Todo eso mejora la sociedad y el deporte debería ser el pilar fundamental de la vida.
“Los deportistas olímpicos somos tan idiotas que, aunque no nos hagan ni caso, cuando nos llaman por teléfono siempre te hace ilusión porque es Gijón”
Fíjese que en 2007 se hablaba, a nivel estatal, de la Oficina de Atención al Deportista para facilitar el paso al mercado laboral. No parece que haya tenido demasiado recorrido 15 años después.
No me suena de nada porque los deportistas que conozco se han trabajado ellos mismos el mercado laboral. Sería un buen proyecto y lo apoyo totalmente, pero me sonaba que no estaba en marcha.
¿No dejar de estudiar fue uno de sus mayores aciertos?
Sí, al 200% y se lo tengo que agradecer solo a mis padres porque eran de los que podía estar en un campeonato del Mundo y llamaban para preguntarme si había llevado las Matemáticas para repasar porque había tenido un vuelo muy largo a Estados Unidos (risas). Ellos me decían que el deporte estaba muy bien, pero que después había vida, tenía que buscar algo para hacer y del deporte no iba a vivir. Siempre estudié y además, como la cabeza está tan conectada con el cuerpo, estudiar mientras entrenaba me ayudaba muchísimo a evadirme un poco y hablar de otra cosa, salías un poco del entrenamiento. Había muchas compañeras que después de los 16 años dejaban de estudiar porque ya no era obligatorio y eso no daba buen resultado. A veces seguir estudiando y tener la cabeza activa en otra cosa te daba un plan B para salir del entrenamiento. En aquel momento era hasta divertido porque por lo menos estudiabas Historia y no estabas en las paralelas (risas).
¿Se debería adaptar el calendario de los deportistas a la tarea que desarrollan? No es el primero que muestra su malestar por la falta de facilidades para compaginar deporte y formación.
Como mínimo tiene que haber alguna facultad, no digo en todos los sitios, pero sí en centros de alto rendimiento o donde hay una aglomeración de deportistas lo suficientemente grande. Hablo de una especie de universidad a distancia que se adapte y se amolde un poco al calendario deportivo porque en ese momento lo prioritario es tu deporte, estás compitiendo y el estudio debería poder adaptarse porque ganaríamos mucho, ganaríamos que luego el deportista salga mejor formado y no tiene que estar a los 30 empezando la carrera de sus sueños o gente que ya ni se plantea estudiar un grado formativo y acaba trabajando un poco de lo que puede. Eso es injusto, cuanto menos.
¿Conoce la Familia Olímpica del Principado?
Sí, aunque no sabía quien la formaba. Conocía a alguno de los miembros y ahora estoy un poco más puesta en ello.
Durante más de dos décadas han peleado por un Museo Olímpico que no llega. ¿Le duele la indiferencia de la administración?
El Museo Olímpico vendrá en el AVE (risas). Antes me dolía más, ahora ha pasado el tiempo y ya no estoy tan metida en el deporte. Guardaba unos mallots para el Museo, llevo oyendo hablar de esto 20 años, y ya no los tengo con lo que no sé qué voy a poder dar (risas). No les interesa demasiado, no está dentro de sus prioridades y por eso es difícil que llegue. Ojalá que ahora que se está renovando toda la Familia Olímpica se les escuche y tengan la energía suficiente para llevarlo a cabo porque sería bonito y una manera de agradecer a todos los que sembraron en el pasado y ponerlo en conocimiento de las generaciones actuales.
Precisamente en ese equipo estarán personas como Jorge García, Jessica Alonso, Ángela Pumariega o Pablo Carriles, entre otros. ¿Cree que será la vencida y se conseguirá un equipamiento que también puede servir para formar a los más pequeños?
Confío en que sí. Es gente con mucha ilusión, ganas y están en la actualidad metidos hasta las entrañas en ese mundo. Es el momento, aquí estamos todos para apoyar y pelear si necesitan ayuda y así la gente joven tenga más modelos a seguir que los deportistas del fútbol o los que nos presentan en la televisión, que haya algo más y que los niños abran los ojos y se animen a seguir esa estela.