«Un estadio, un escudo, Cundi y diez más. Me puedo imaginar a este seguidor de Alekséi Stajánov jugando de guaje a la pelota en La Invernal, enfundado en la camiseta del San Martín, sudando, coloradín como un tomate, cortando por abajo y de cabeza»
Sigue el Sporting buscando un lateral izquierdo de fuste en mercados ignotos desde la retirada de Cundi y no hay manera oiga. Pudo ser Pablo en los 90 o el «Pato» Graff o Dorado en el «casi ascenso» y prometía Cote pero «Voracidad Fernández S.A.D. traspasó al joven futbolista a la Roma. Lo cierto es que pasan ya unos cuantos lustros y no hay sustituto solvente para Secundino «Facultades». Subía y bajaba Cundi incansable, pegado a la cal, apurando su banda con centros precisos que buscaban la testa de Quini y Abel, Gomes y Flores. Conoció buenos y malos fichajes, canteranos salvando temporadas enteras. Escribía Rafa Gutiérrez Testón hace un tiempo en la prensa periódica astur que antes los refuerzos venían de Trevías, Sotrondio, Ujo o San Roque. En los años dorados, esos que vivió intensamente Secundino, los que hizo grandes «Facultades» en la izquierda. Ferrero por delante y Cundi guardando las espaldas de todo el Sporting. Un estadio, un escudo, Cundi y diez más. Me puedo imaginar a este seguidor de Alekséi Stajánov jugando de guaje a la pelota en La Invernal, enfundado en la camiseta del San Martín, sudando, coloradín como un tomate, cortando por abajo y de cabeza.
En el Ensidesa llegó a jugar de extremo pero fue en el Sporting cuando hizo grande el oficio de lateral. El hijo del bravo minero barrenista demostró que la garra siempre viaja a la izquierda del tapete en las décadas de los setenta y ochenta. Con su privilegiado físico podría haber sido un gran ciclista o triunfar en las pruebas más exigentes de halterofilia o gimnasia, estoy convencido. Todavía me acuerdo de aquellas etapas noventeras del Tour de Francia decididas al sprint. Dominadas por un uzbeko que hacía bailar la bicicleta de una manera frenética antes de entrar el primero en la meta. Abdoujaparov y Cundi, de gemelas piernas y potencia similar.
El Molinón vibraba con cada acción del bigotes, el toro, facultades; en defensa o en ataque. Su hijo Rubén heredó la corpulencia y tal vez el chut del padre pero o le faltó la constancia de Secundino o a otros con mando en plaza no les sobró paciencia. De esa ración andan escasos en los palcos. Mañana o pasado, se juntarán unos cuantos veteranos a primera hora en la cafetería de Cundi. Contarán, otra vez, las bromas de Enzo y Quinocho o aquel golazo que regaló pesadillas a la afición colchonera, un zambombazo de «Facultades» que entró por la escuadra. Después se aplicarán en la rutina deportiva en el Grupo y tal vez se vean de nuevo en «El Cartero», cenando y brindando por la amistad y el Sporting, El mejor Sporting de la historia.