«Todas las civilizaciones que han pasado por aquí sabían que debían acumular agua para prosperar en un país árido. Todos, menos las lumbreras que nos gobiernan, aplicando acciones contrarias a la teoría de los tiempos»
Por Urbano Rubio Arconada
Hace más de dos mil años, los iberos y los celtíberos poblaban el territorio de la Península Ibérica y coincidían en que el territorio era árido, así que construían sus asentamientos cerca de los ríos. Como en algunas zonas no era suficiente, hacían pozos para desviar agua para despacharla a su ganado y a sus cultivos. Los romanos sabían que la Península Ibérica era seca, así que llevaron a Hispania acueductos para transportar el agua desde las montañas hasta las áreas más pobladas. Los árabes, que conocían muy bien cómo tratar zonas yermas, trataron de proveer agua a las zonas más afectadas y las llenaron de aljibes. Nuestros abuelos sabían que la tierra de piel de toro, desde principio de los tiempos, es tremendamente escasa de este fluido natural, y para solucionarlo construyeron cientos de presas, embalses, canales de riego y azudes. Infraestructuras que permitían almacenar grandes volúmenes hídricos para cultivos, para colonias fabriles y para hidroeléctricas. Recurso vital que permitió el esplendor industrial, agrícola y del turismo.
Todas las civilizaciones que han pasado por aquí, todos nuestros antepasados, sabían que debían acumular agua para prosperar en un país de terreno árido. Todos, menos las lumbreras que nos gobiernan, aplicando acciones contrarias a la teoría de los tiempos. La sequía no es actualidad, es cíclica. Las sequías extremas aparecen periódicamente; las más recientes vividas en España datan entre varios periodos. Entre 1944-1946, secándose completamente el Ebro. Entre 1979-1983, tiempos en los que Sevilla registraba 51 ºC y se restringía el agua diez horas al día. Entre 1991-1995, la reserva media de agua en España fue del 18%; hoy es del 45%. El río Tormes quedó completamente seco y afectó a la parte norte del país en 1944. Y, en otra ocasión, las inundaciones de la cuenca del Guadalquivir en 1752 fueron un ejemplo de los contrastes que existen en las regiones de forma natural.
Estas sequías han sido eventos climáticos ‘naturales’ desafiantes, que han afectado la posibilidad de agua, agricultura, la ganadería y la vida cotidiana de las comunidades. La gran defensa a las sequías ha sido el almacenamiento de agua. Hasta hace unos pocos años, la capacidad máxima de almacenamiento era de 54.000 hectómetros cúbicos, albergados en 1.226 embalses que recogían la mitad de las precipitaciones producidas, llegando a ser España el país del mundo con más presas por habitante. Pocos más de 15.000 hectómetros cúbicos es el volumen necesario para el riego que configura la estructura agrícola actual.
«De haberse llevado a cabo el Plan Hidrológico Nacional, con su principal pata en el trasvase del Ebro, España no tendría sed y sería ahora más rica»
También está medido el agua que se desaprovecha de los ríos: 15.000 hectómetros los que se tiran al Atlántico y otros tantos al Mediterráneo. Sin contar el balance del trasvase de flujo hidrogeológico de agua de acuíferos subterráneos de carácter natural que va directamente al mar. Por lo que se deduce que nuestra capacidad de regadío podría ser el triple, y que el mayor consumidor de agua dulce es el mar. La planificación de las autoridades hidrográficas era que se construyera veinticuatro unidades adicionales para alcanzar la cantidad de 60.000 hectómetros cúbicos. Pero la situación desde hace un par de años ha cambiado radicalmente. No se contempla presupuesto para infraestructuras que podrían almacenar el agua torrencial, pero sí para un programa de derribo de cientos de presas. Un plan incomprensible so pretexto ecológico: restauración de ecosistemas. «Los ríos que vuelven a fluir» para que los salmones no interrumpan su recorrido río arriba.
Pues bien, con este plan, se perderán los peces del ecosistema creado al abrigo de los embalses, los ríos se secarán y ni habrá río, ni peces, ni saltos hidráulicos, ni provecho para los humanos. El regadío es un sector estratégico en nuestro país. El rendimiento de una hectárea de regadío es de unas seis hectáreas de cultivo de secano. Pero no sólo eso. En España el 65% del cultivo en el campo está concentrado en un 15% del terreno en regadío. Lo cierto es que, actualmente, todo el terreno está empantanado por los conflictos regionales que no dan una solución común. De haberse llevado a cabo el Plan Hidrológico Nacional, con su principal pata en el trasvase del Ebro, España no tendría sed y sería ahora más rica. Mientras tanto cada vez somos menos resilientes ante los periodos de sequía por la deconstrucción de represas.
El agua baja turbia de interrogantes inexplicables: ¿Por qué se derogó el Plan Hidrológico Nacional que estaba aprobado con la financiación de la Unión Europea? ¿Por qué se invirtió en plantas desaladoras que no son ni ineficientes y antiecológicas? ¿Por qué se han paralizado las nuevas presas que estaba previsto construir hasta el año 2035? ¿Por qué se han destruido embalses de forma masiva, con los problemas de sequía que padecemos? ¿Puede ser cierta la teoría de que se pretende que la agricultura se desplace de España a países del sur como cortafuegos de la inmigración? ¿Hay un plan para que el agua se convierta en bien privado? ¿La explotación del agua, también llamada ‘oro azul’, es el nuevo gran negocio?
Lo que ha manifestado meridianamente claro el sector primario es que los que está detrás de sus reivindicaciones expresadas por las ‘tractoras’ no son la ‘sequía’, sino el ‘pacto verde europeo’ votado por populares y socialistas, que obliga a trabajar a pérdidas a agricultores y ganadería, donde se subvenciona económicamente el producto de terceros países extracomunitarios que no cumple la calidad de la cadena sanitaria.
Esto de permitir fakenews en vuestras cartas de los lectores es algo que deberíais revisar:
https://maldita.es/clima/20230602/construccion-embalses-presas-espana/
Es el nuevo mantra de la ultraderecha muy científica ella y con un desconocimiento absoluto de la realidad, pero muy informados a través de los whatsapps que les envía su partido y Vito Quiles