«Estamos muy mal acostumbrados a decir vóley playa porque la mayoría de las veces los torneos no se disputan en la playa sino en pistas hechas de arena»
Daniela Álvarez (Gijón, 2001) entrena en Lorca a la espera de la evolución de la pandemia. Tiene varias citas pendientes en los próximos meses y ello obliga a sacrificar el verano. No es el primero que se pierde, y a juzgar por la carrera que lleva, tampoco el último. A sus 19 años acumula varios títulos y está llamada a se una de las grandes jugadoras de vóley playa español. Su agenda es complicada de cuadrar, pero entre aviones y entrenamientos saca tiempo para conversar con miGijón sobre deporte, pero también más asuntos.
Acaba de llegar de un torneo de vóley playa en Suiza. ¿Se puede jugar en los Alpes?
Este año he descubierto que sí y es increíble. Era una prueba del circuito mundial de cuatro estrellas. Jugábamos en Gstaad, una de las estaciones de esquí mas conocidas del mundo. De hecho, mi entrenador me dijo que había pasado las vacaciones allí George Clooney. Tanto el paisaje como el público fue una pasada.
¿Se hace raro jugar a vóley playa en un lugar sin playa?
Estamos muy mal acostumbrados a decir vóley playa porque la mayoría de las veces los torneos no se disputan en la playa sino en pistas hechas de arena. Por ejemplo, el año pasado jugué en una playa de Turquía y hace una semana mi compañera Tania (Moreno) ha jugado en medio de una ciudad turca en una pista fabricada. Otra compañera esta jugando en una ciudad de Bélgica, en la plaza del ayuntamiento.
Con 19 años le han definido como uno de los más firmes valores del vóley playa español. ¿Usted vive al margen de todo esto?
Estoy centrada en sacarme mis estudios en Estados Unidos y seguir disfrutando de lo que me gusta. Me encanta el vóley playa y viajar y conocer mundo gracias a él. Mientras pueda ser así, seguiré haciéndolo.
¿Se ve viviendo profesionalmente del vóley playa?
La semana pasada jugué una prueba del circuito mundial contra las campeonas del mundo. Es algo de lo que me gustaría vivir porque la atmósfera de los torneos, el trabajo del año, las relaciones con los jugadores… En definitiva, toda esa burbuja me gusta mucho.
1,86, de Gijón. ¿Estaba predestinada a este deporte?
Jugué 11 años al tenis en el Grupo de Cultura Covadonga. En 2016, una compañera de La Asunción acaba de hacerse con el campeonato de España de vóley pista y me planteó que me apuntara con ellas, que me lo iba a pasar bien. Tenía varias amigas y durante 2016 compaginé tenis y vóley. Luego ya surgió la oportunidad.
¿Por qué no siguió en el tenis?
2015 fue un buen año, pero no era lo mismo de siempre, no disfrutaba tanto en la pista, jugaba por jugar. En el momento que empecé a jugar a vóley vi que me lo pasaba mejor y me surgió la posibilidad de irme a Lorca con la Selección Española de vóley playa. Si no me gustaba podía volver al tenis, o al vóley pista en Asturias o replantearme mi vida porque mi objetivo era irme a Estados Unidos. De momento en Lorca las cosas me están saliendo bien.
Copas de la Reina, un bronce en el Mundial sub-21 en Tailandia… No será por títulos.
Desde que empecé no puedo quejarme. Siempre tengo unas rusas que me ganan en semifinales, pero por lo demás bien.
¿Cuál es el escenario más complicado en el que ha competido?
En los JJOO de la Juventud en Buenos Aires. Jugábamos contra Argentina en octavos de final y estaba la grada entera, más de 4.000 personas, en nuestra contra. Solo había varios miembros de la delegación, nuestro entrenador y la familia. Entrar al estadio, ver pista central, encontrarte a esa cantidad de gente presionando… Eso me marcó bastante.
Metiste junto a tu compañera Tania Moreno a la Texas Christian University en las finales de Estados Unidos. ¿Has asumido que fue algo que nunca había sucedido en la historia?
Tania y yo teníamos un objetivo: conseguir ganar el máximo de partidos posibles y este año, al margen de lo que hemos logrado con la universidad, nos ha servido muchísimo para madurar, crecer como equipo y vivir nuevas experiencias. Nos ha encantado y estamos muy contentas jugando juntas allí.
¿Cambia mucho el nivel al otro lado del charco?
Es diferente. La mayoría de las chicas que juegan allí están de competir muchísimo, más que en España porque allí compiten más que entrenan. Eso te obliga a ir siempre al máximo porque no hay rival fácil.
También ha competido en Gran Canaria, en el Challenge Beach Volley Cup, epicentro del vóley playa nacional. ¿A este nivel consigue pasárselo bien o es complicado?
Pensaba que no se podía y este año junto a Tania en EEUU descubrí que cuando mejor jugábamos era cuando entrábamos a la pista a dar el máximo y disfrutar. Claramente cuando estás perdiendo no lo estas pasando bien, pero si entras en la pista obligada, al final no ganas nada sea cual sea el resultado. Ya que entrenas todos los días y te esfuerzas para ello, hay que intentar disfrutarlo.
¿Qué tiene a la vista para lo que queda de año?
Vamos a jugar el Campeonato de Europa absoluto la segunda semana de agosto en Viena. En septiembre estamos a la espera de ver si el World Tour Final en Roma va a ser abierto o cerrado a los diez mejores equipos del mundo. Si es abierto, igual podemos disputarlo y a finales de septiembre el Campeonato del Mundo sub21 en Tailandia.
Ahora el vóley playa vive un momento tranquilo, pero el deporte fue foco de polémica en su momento por machismo. ¿Usted lo ha sentido?
No. De hecho, una de las cosas que tiene el vóley playa es que chicos y chicas cobramos el mismo dinero en premios de los torneos tanto el circuito español como en el internacional. Eso, por ejemplo, el tenis no lo tiene.
¿Existe el sexismo en la ropa deportiva de mujer?
Jugamos en bikini, sí, pero también lo hacemos a 30-40 grados. De hecho, a veces lo agradezco por el calor que hace. Hay muchos más deportes como el atletismo, balonmano playa… Al fin y al cabo, estás jugando en arena.
¿Está lo suficientemente valorado el vóley playa? Lo digo desde el punto de vista del espectador.
Solo llevo 4-5 años en vóley, siempre he jugado al tenis y tengo mi visión sobre este deporte. Estoy acostumbrada a poner la televisión y ver Wimbledon y Roland Garros, pero es que es un deporte muy conocido. Al vóley se le podría dar muchísima más difusión, podrían televisarlo más, hacer más streamings porque en Río fue uno de los deportes más vistos, por no decir el que más.
Hablando de Juegos Olímpicos. ¿Sueña con unos?
En Lorca han entrenado Adrián y Pablo, la pareja masculina de los JJOO. También han venido la pareja de chicos y de chicas de Argentina. Siempre he querido clasificarme para una cita de estas características, pero ver que voy a estar entrenando una semana con ellos hace que sea más real.
Mencionaba antes que había disputado los Juegos Olímpicos de la Juventud de Argentina. ¿Piensa que puede ser lo mismo?
Está igualmente organizado por el COI, pero obviamente la cita argentina fue a menor escala. Se trata de unos juegos que buscan ir preparando a los jóvenes para cuando lleguen a una cita mayor y así tener una expectativa de lo que es.
¿Tiene España buen nivel en vóley playa?
Sí, solo hay que ver los números. Las dos parejas olímpicas son sus terceros juegos como pareja y, en el caso de Pablo Herrera, es su quinta cita. En chicas tenemos tres equipos clasificados para el Campeonato de Europa, una cita que juegan las 30 mejores parejas y las tres hemos entrado por ranking.
Usted que ha viajado por medio mundo ¿en qué cree que debe mejorar el vóley playa español?
Faltan competiciones, es decir, que haya más gente que se quiera dedicar porque ahora es muy difícil. Hay un circuito español que está muy bien, el Madison, pero no se puede comparar con Estados Unidos o Brasil. Es cierto que ambas son unas potencias mundiales, pero se podrían hacer más torneos para incentivar que los niños jueguen a vóley playa.
(CONTINÚA EN: “No me siento afectada cuando critican a los jóvenes por la COVID porque soy responsable de lo que hago”)
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