Gijón no cuenta y Valladolid sí, porque tiene la ventaja de contar con un ministro de Transportes oriundo de la villa, pero la última vez que nosotros tuvimos un embajador en el Consejo de Ministros —el inefable Cascos—, el regalo que nos dejó fue el infame pufo del Metrotrén
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Óscar Puente anuncia a bombo y platillo la nueva estación de tren de Valladolid, la licitación de cuyas obras acaba de autorizar el Consejo de Ministros: «un edificio cuyas señas de identidad —explica— son la ligereza y el movimiento», basado en los trigales de Castilla. Una cosa vanguardista, «la más vanguardista de España», y guapa, con revestimiento textil y un material traslúcido que, vinculado a una iluminación LED, permitirá jugar con distintos colores y efectos. Mientras tanto, no está en los planes de nadie que la estación de autobuses de Gijón deje de estar basada en los pulmones de un fumador de cinco cajetillas de tabaco diarias, la de tren de Sanz Crespo en el descenso del Sporting de los trece puntos, ni la estación intermodal del Plan de Vías en el hombre invisible de H. G. Wells, ni en general la satisfacción de necesidades un cuarto de siglo pendientes. Gijón no cuenta y Valladolid sí, porque tiene la ventaja de contar con un ministro de Transportes oriundo de la villa, pero la última vez que nosotros tuvimos un embajador en el Consejo de Ministros —el inefable Cascos—, el regalo que nos dejó fue el infame pufo del Metrotrén, a cuyo túnel eternizado, como bromea Juan Carlos Gea, podría dársele al menos la utilidad de ser sede de la Semana Negra. El sitio es muy noir, con sus evocaciones a las alcantarillas de Viena de El tercer hombre.
Uno ya sospecha que, cuando sí nos regalan algo a los asturianos, en realidad no se lo regalan a los asturianos. He ahí lo del AVE. Uno se dio cuenta de qué iba la vaina el día que tuvo que hacer un transbordo en Madrid, en Príncipe Pío, y al subir por la rampa mecánica que daba acceso desde las vías hasta la estación se vio avasalladoramente rodeado de una empalizada de anuncios coloristas de la tierrina: Banduxu, una playa de Llanes, el picu Urriellu, las casetas de colores de San Lorenzo, un rebaño pastando en las verdes y arcádicas praderas de Ponga que también ilustraban un enorme cartel colgado de la plaza de Callao. Venía a la mente la escena aquella de Parque Jurásico, cuando el agua de un vaso empieza a temblar, indicando la cercanía de las pisadas de los saurios. Y el caso era que no había anuncios de Buitrago del Lozoya, El Escorial, el palacio de Aranjuez o el Museo del Prado en la plaza de la Escandalera, o en la del Carmen. La cosa no tenía nada de bidireccional; el AVE y sus destrozos medioambientales —esos acuíferos pinchados y vaciados, que volvieron de secano zonas que habían sido de copioso regadío—, sus cuatro mil millones de euros de delirante precio, no perseguían hacernos un favor a nosotros, sino a ellos, al desparrame turístico de los frenéticos habitantes de la negociudad ayusista.
Cuando alguien preguntó a Puente en Twitter por Gijón, el ministro respondió con su característico estilo faltón, que uno disfruta mucho cuando se dirige al trumpismo patrio, pero es verdad que toca las narices cuando se sufre. Decía el ministro: «A ver, que eres Ingeniero y pareces buen chico. ¿Cuántos trenes pasan por Gijón y cuántos pasajeros pasan por su estación al año? ¿Sabes cuántos trenes pasan al día por Valladolid y cuántos pasarán cuando estén concluidas las obras en marcha de la red ferroviaria española? Pues esas son las cifras que tienes que tener en cuenta. No los habitantes. De nada». Claro, los trenes pasan por donde se quiere que pasen, por donde se les hace pasar. La Vía de la Plata no es uno de esos sitios, y Valladolid sí, y por eso para ir en tren de León a Zamora o Salamanca, hay que dar un rodeo de seis horas a través de Medina del Campo y Pucela.
Hay, en fin, sitios que cuentan y sitios que no, y este Noroeste nuestro no forma parte del primer grupo. Lo peor es que no se reconozca así, sino que ocurra que mexan por nós e din que chove, como en aquella célebre viñeta de Castelao.
Porfavor ya estoy cansado de vuestras mentiras sois una panda de sinvergüenzas hipócritas lameculos del PSOE lo primero este ministrillo salió de la selva no le veis la cara orangután que tiene no veis que a este solo le interesa comer bananas y sobre todo si es la de su amor platónico Sánchez y también le interesa mucho toda la farlopa que se pueda conseguir gratis y lo del metro tren pufo de cascos no el señor cascos lo intento pero claro ahí estaba PP PSOE para decir joder al prójimo. Entonces porfavor próxima noticia que sea verdadera