«Lo mismo que este libro lo escribo porque me lo encargan, tengo la sensación de que toda mi vida ha sido un decir sí a cosas»
Hace más de medio siglo que lo conozco y puedo asegurar que Pachi Poncela nunca te deja indiferente. Su versatilidad y capacidad para acomodarse a su interlocutor le confiere una de las mejores capacidades para dedicarse a lo que se dedica: la comunicación. Heredó de su padre el gusto por la música clásica que él ha llevado a niveles de conocimiento muy altos. Escribe y dibuja con la misma facilidad que le da pereza ponerse a ello. Menos el bricolaje y el deporte (como práctica), la conexión de su cabeza y sus manos ofrece siempre un resultado espléndido. Apelando al tópico, Pachi Poncela es un renacentista nacido en Gijón en el último cuarto del siglo pasado que ha sabido aprovechar el tiempo, plantar un árbol, tener un hijo precioso y también publicar un libro (o varios). “Te llamaré X” es la excusa literaria para esta conversación fraternal de dos una familia que Pachi define con maestría: “Somos una familia disfuncional de libru”
N.-No es el primer libro que haces, ¿verdad?
P.-Es la primera novela, pero antes escribí ‘La Crónica Negra de Gijón’, un libro en el que por primera vez se escribe sobre Rambal. Se habían escrito artículos de prensa, comentarios… pero nunca un libro sobre su historia. De hecho, está sirviendo de consulta en bastantes casos.
N.-El primer trabajo público tuyo que recuerdo, aparte de la radio, fue la portada que dibujaste para un disco de Nuberu…
P.-Síii Recuerdo que me lo encargaron en blanco y negro y luego me lo pintaron…
N.-¡Y es la primera vez que tú y yo hablamos mano a mano sobre estas cosas!
P.-Fuiste mi primer jefe, Bueno, en la radio…
N.-¡Yaaa!! Porque antes trabajaste de reponedor y de rotulista.
P.-Sí, un mes solo y recuerdo que coincidió con la huelga general del 14 D de 1988 que echó abajo la ley de Reforma Laboral de Felipe González. Reponía en Alcampo y luego trabajé a destajo como rotulista en una empresa del Polígono de Silvota. Diamantina se llamaba mi jefa.
N.-Y de ahí a la radio.
P.-Es que aquel ritmo no se aguantaba y todos los días me tenía que llevar mi padre, Jaime o incluso tú. El 1 de julio de 1990 es cuando empiezo en la radio. Cumplí ya 30 años. Empecé en informativos pero un día tuve que sustituir a Montse Martínez o a Paco Seijo, no lo recuerdo, y desde entonces me encargué del Hoy por Hoy.
N.-Y ahí te dejé, porque en 1994 marché para La Nueva España y ya llovió. La verdad es que no sé si piensas lo mismo, pero la verdad es que somos una generación atípica, inusual…
P.-Pues sí. No tenemos formación específica para lo que hacemos, pero tenemos vocación. Lo que yo veo es que primó la vocación, la capacidad o la intención de comunicar y fuimos aprendiendo a hacerlo.
N.-Esta profesión tiene mucho de oficio. Está claro que para ser médico, arquitecto o ingeniero no puede ejercer su profesión sin tener la titulación pertinente porque no tendrías los rudimentos necesarios. En el caso de la comunicación, la formación necesita mucho oficio. Vamos que no te enseñan dónde se consiguen las noticias que no vienen por agencia.
P.-Ahora hay mucho título y muy poca iniciativa, inquietud para ir a buscar noticias. Demasiada complacencia y facilidad para acceder a medias verdades a las que se le pone la etiqueta de noticias.
N.-¿Cuántas veces te han preguntado que por qué todos los hermanos nos dedicamos a esto?
P.-Muchas veces y nunca sé muy bien qué responder. Yo siempre digo que porque no servimos para otra cosa.
N.-Yo creo que, sin saberlo, tuvimos una influencia muy buena en casa. Padre y madre sin formación académica pero con una inteligencia natural muy enriquecedora…
P.-Un afán de conocer y de saber pero también de transmitir. Es lo que heredamos. Yo lo veo en mi hijo Álvaro que tiene también una vocación muy grande de comunicar. Está claro que todo depende del estímulo que tengas en casa. Si está en una casa donde hay libros por todos los lados, tu madre trabaja en la tele, tu padre trabaja en la radio, tus tíos se dedican a lo mismo, la gente con la que te relacionas tiene que ver con la música, con el teatro…¿A qué te vas a dedicar? ¿A apretar tornillo, a sexar pollos?
N.-¡No siempre se cumple! Mira nuestro sobrino Jaime. Se apellida Cebrián Poncela y es ingeniero de Telecomunicaciones…
P.-¡El más listu!
N.-Ja,ja! La verdad es que lo que ves en casa te marca mucho. Nuestra madre crió a cuatro hijos y todavía tenía la moral de ponernos para desayunar los discos de los payasos de la tele. Y luego papá con la ópera, a mi siempre me gustó mucho hacer montajes de diapositivas con música…
P.-Y Jaime y yo grabábamos programas en casa con un radiocassette..
N.-Y teníamos una radio en la cama. Yo me acuerdo de escuchar la Saga de los Porretas o a Fernando Losada-padre (bajo el alias de Javier Naves). Y una tele pequeña que habías ganado en el concurso de Coca-Cola. Ahí empezaste a triunfar….
P.-La verdad es que me marcó mucho porque tenía 14 años y era bastante retraído. El viaje a Londres me vino muy bien. También me marcó mucho participar en Saber y Ganar.
N.- ¿Y la música clásica? Porque a mí me gusta pero lo tuyo es devoción.
P.-A día de hoy, la verdad es que forma parte de mi vida y tengo una colección que crece todos los días. Las cosas que le gustan a uno generalmente es porque te las enseñaron. La suerte de tener hermanos mayores es que te enseñan cosas y abren límites.
N.- Y hoy aquí estamos, con un libro encima de la mesa. ¿Por qué?
P.- Yo no decidí. El editor vio unos dibujos míos en Facebook y me pidió si tenía material suficiente para publicar y le dije que tenía una historia desde hace tiempo pero había escrito muy poco. Le gustó la idea pero me dio un plazo de dos meses para escribir como mínimo cuarenta mil palabras y yo llevaba como ocho mil. Pero me pilló el confinamiento y lo acabé a tiempo.
N.- ¿Con las ilustraciones también?
P.-Las ilustraciones ya estaban hechas. Eran dibujos que hago cuando estoy en reuniones y los utilicé porque el personaje del libro dibuja y, de hecho, los dibujos le sirven como parapeto para hacer lo que realmente quiere hacer que es controlar a X.
N.-¿Quién es X?
P.-Un paisano que va a tomar todos los días un Bitter Kas al bar de Flora. Y este hombre, que necesitaba un objeto de estudio para considerarse alguien, se dedica a vigilarle y llega a la conclusión que es tonto. Entonces a partir de ahí va elaborando la vida de X y también sus teorías sobre la tontería. Pero claro, mientras tu elaboras la vida de otro alguien está construyendo la tuya.
N.- ¿Es un libro de risa?
P.-Todos los que lo han leído me dicen que se han reído mucho, pero añaden que no es un libro de risa. Y no, directamente no es un libro de risa…
N.- ¿Una reflexión personal?
P.-Sí. Es una reflexión sobre lo tontos que somos todos.
N.- ¿Te habría gustado dedicarte a esto o al dibujo?
P.- La verdad es que no. Lo mismo que este libro lo escribo porque me lo encargan, tengo la sensación de que toda mi vida ha sido un decir sí a cosas.
N.- ¿Nos falta ambición?
P.- No. Se trata de saber a dónde quieres llegar y lo quieres sacrificar para llegar ahí. El resto son memeces de películas americanas tipo “Tengo que perseguir mi sueño” o “Aún no está preparado para morir”… ¡Pijaes! Ninguno estamos preparados para morir o para vivir.
N.- A veces tengo la sensación de que nos engañaron.
P.- Pues sí. Lo hablo en el libro. Nos hicieron creer que íbamos a estudiar una carrera y que esa carrera nos iba a garantizar una estabilidad como la que tuvieron nuestros padres. Nuestro padre estuvo 44 años en el mismo puesto de trabajo y tanto tú como yo hemos cambiado de trabajo varias veces. Antes aspiraban a una estabilidad laboral casi perpetua que ya no puede ser la nuestra y mucho menos la de nuestros hijos.
N.- Bueno, que al menos no nos quiten la ironía con la que crecimos. Recuerdo que nuestra madre recriminó en una misa al cura por decir que los periodistas mentimos…
P.- Yo recuerdo que una vez le dijo un rapacín que iba a hacer la primera comunión que él no creía en Dios y ella le contestó que no se preocupase que Dios creía en él. Pero es que en el colegio de monjas en el que estudió, en plenos años cuarenta, cuestionó la virginidad de María. Y en otra ocasión, en el programa “Vidas públicas, vidas privadas” de TPA llegó a cabrear al arzobispo Carlos Osoro al cuestionar las propiedades de la Iglesia. El Arzobispo se mosqueó y le dijo: ¿qué quiere que venda la Catedral, señora? Y mamá le contestó: No, no quiero que venda la Catedral, primero porque no ye suya. Pero ya sabe de lo que estoy hablando. Muchas gracias”. Y ahí lu dejó.
N.- ¿Cuánto hay de todo esto que hemos hablado en “Te llamaré X”?
P.- Hay mucho, porque la gente que ha leído el libro y me conoce, me reconoce en él. La primera norma de alguien que haga un libro o una película es escribir sobre lo que sabes. Y al final, de lo que más sé es de mí.
N.- Lo leeré.
P.- Hazlo, porque además al final del libro todo lo que leíste se recoloca y te da la sensación de que quieres leerlo otra vez.
N.- Que no sea el último.
Como puede ser q uno de los mejores comunicadores de la «Información «. Nos deje huérfanos. PACHI vuelve porfa… éste lunes nos sentímos extraños escuchando la radio es mia, Tu radio es tuya Pachi y con Sonia y con Alonso .