Várez, que estos días presenta su stand en FIDMA, se ha propuesto acercar la fotografía a la parte más rural de Asturias y pasar de las sesiones “de estudio” a utilizar la naturaleza como escenario
“Quiero potenciar los paisajes y la arquitectura de Asturias, que la gente que viva en un pueblo no tenga que desplazarse a otro lugar para poder tener una sesión fotográfica”, explica Sonia ´Várez, creadora y responsable de su propio proyecto de “fotografía rural”.
Várez, que conoce de primera mano el occidente asturiano, se dio cuenta de que los vecinos de las zonas rurales de Asturias necesitaban poder tener la posibilidad de llevar a cabo sesiones fotográficas (de familias, niños o embarazadas) sin tener que renunciar a su entorno como escenario y sin desembolsar una cantidad extra: “Aunque me mueva por Asturias no cobro el desplazamiento”, señala. Y así, hace poco menos de un año, comenzó su aventura de la mano de Gijón Impulsa.
Ya había intentado lo de emprender, pero aquella primera vez, y sin el asesoramiento de la entidad gijonesa, la cosa no cuajó. Ahora, y de la mano de Impulsa, ha conseguido levantar su empresa y dedicarse a lo que siempre había querido. “Vengo de la fotografía de producto y siempre me llamó la atención la fotografía de niños, pero no me animaba a dar el paso. Desde Impulsa me animaron a seguir por ese camino y así empecé – según cuenta, fueron sus amigas embarazadas sus primeros ‘conejillos de indias’-. Creo que tengo un feeling especial con los niños, me miran, juego con ellos, y eso se nota en el resultado”.
Paisajes de Cangas del Narcea o Tineo son algunos de los “estudios” en plena naturaleza que ha fotografiado, siempre potenciando la artesanía del mundo rural y Km.0: “Me rodeo siempre que puedo de artesanos, a los que compro las piezas que luego utilizo en las sesiones”, explica. Siempre con un ojo puesto en seguir avanzando, Sonia está ahora desarrollando la formación tanto para niños y familias, de manera más lúdica, como para adultos, a quienes enseña cómo sacar el mejor partido a las cámaras de su móvil. Por si toda su carta de presentación fuera poca, estos días, en los que estará presente en su propio stand de FIDMA (pabellón 4), sortea una sesión de fotos entre todos los que se pasen a verla. Basta con ir, apuntarse, y cruzar los dedos para ser el afortunado.
En paralelo, también forma parte de una residencia que LABoral Centro de Arte organiza junto a Impulsa. “Empecé en mayo y hasta finales de enero estaré allí. Comparto coworking con otros compañeros, también de empresas culturales y además tenemos a nuestra disposición todas las instalaciones de LABoral: estudio de audiovisuales, plató para hacer grabaciones, fotografía…, eso nos da mucha libertad para hacer, por ejemplo, una exposición”.
Cuenta que, en este tiempo, una de las cosas que ha aprendido es a dejar la vergüenza en casa: “La gente piensa que no hay oportunidades, pero sí hay. Se trata de ir llamando a puertas y encontrar entidades como LABoral o Impulsa. Ellos te van orientando, por ejemplo para presentarte a ayudas, te asesoran en la parte más legal, en la protección de datos o te explican todas esas cosas más técnicas que, cuando empiezas, no conoces”.