El joven, de origen extranjero, perforó su sudadera para enfocar con la cámara del móvil las preguntas, mientras un colaborador le ‘chivaba’ las respuestas; la Guardia Civil alerta de la proliferación de redes organizadas especializadas en ello
Copiar en un examen es de humanos. Seamos sinceros… ¿Cuántas personas pueden afirmar a pies juntillas que nunca, jamás, lo han hecho en alguna de las fases educativas de su vida? Sin embargo, la línea que separa la simple picaresca infantil del hecho delictivo es fina, muy fina. Y el pasado viernes, en Oviedo, la cruzaba cierto joven de veinte años, de nacionalidad extranjera, que fue sorprendido in fraganti utilizando un intercomunicador para recibir a distancia las respuestas del examen del carnet de conducir. Por supuesto, el sujeto fue inmediatamente expulsado por la Guardia Civil, y podría tener que abonar una multa de hasta 500 euros; no obstante, en la Benemérita sospechan que, lejos de ser una trampa aislada, podría formar parte de una de las diversas redes delictivas organizadas que, desde hace años, proliferan para facilitar a extranjeros que no dominan el idioma el aprobado en pruebas que podrían ayudarles a encontrar trabajo.
Según ha confirmado el instituto armado, el joven se presentó en el aula que la Dirección General de Tráfico (DGT) opera en la capital asturiana «correctamente vestido»; no obstante, fueron su lenguaje corporal y su actitud los que levantaron las sospechas de los agentes del Grupo de Investigación y Análisis del Grupo de Tráfico allí desplegados, que optaron por esperar a que finalizase el examen para averiguar si el sujeto ocultaba algo… Lo que, efectivamente, así fue. En el cacheo subsiguiente se le encontró un diminuto ‘pinganillo’ y un orificio en uno de los bolsillos de su sudadera, a través del cual enfocó las preguntas de la prueba, mientras un colaborador le ‘chivaba’ las respuestas a distancia. Ese socio ha sido identificado como experto en este tipo de exámenes.
El aspirante expulsado habría incurrido en una infracción tipificada como muy grave, podría enfrentarse a una sanción que, aparte del pago económico, implique la prohibición de concurrir de nuevo al control hasta dentro de seis meses. No obstante, la Guardia Civil alerta de que, en los últimos tiempos, se han multiplicado las organizaciones delictivas especializadas en esta clase de hechos. Sus integrantes, conscientes de que a un extranjero que no domine el español le puede resultar muy difícil aprobar exámenes que le faciliten la entrada en el mercado laboral, llegan a cobrar cuantías que oscilan entre 1.000 y 3.000 euros por los ‘chivatazos’.