Los vecinos cercanos a la antigua nave festejan la decisión del Ayuntamiento, que solicitará autorización judicial para demoler el edificio si no reciben respuesta de la entidad propietaria
«No podemos asumir ningún riesgo». Con estas palabras, el portavoz del Gobierno municipal, Jesús Martínez Salvador, zanjó una herida abierta durante años en el corazón del barrio de La Calzada. Este miércoles y durante el anuncio del edil de Foro, el consistorio gijonés dio a conocer su decisión de pedir una autorización judicial para derribar la nave de Flex, una edificación abandonada desde hace 20 años y cuyo progresivo deterioro trajo a los vecinos de la zona Oeste de cabeza. «Sorpresa» ha sido la palabra más repetida entre ellos desde que se conociera la noticia. Y «mayúscula». «No esperábamos algo así ni por lo más remoto, porque en los últimos años no recibíamos respuesta por parte del Ayuntamiento», cuenta Inmaculada Batalla, vecina de los bloques aledaños a la construcción.
Por su parte, Martínez Salvador ha reconocido que este es «un asunto que preocupa al Gobierno», ya que se trata de un terreno abandonado por la entidad propietaria, a la que se le había hecho un requerimiento en el pasado para atenderlo. La decisión actual ha pasado por repetir el toque de atención con un segundo requerimiento y, en caso de omisión, recurrir a la autorización judicial con la que el Ayuntamiento demolería la nave, además de pasar a la entidad propietaria la factura de la actuación.
El edil también indicó en rueda de prensa que ese terreno está catalogado como zona residencial y que es posible que esté medio embargado, por lo que alguna entidad bancaria podría tener responsabilidad sobre él. Los vecinos, por su parte, saben que este tipo de procesos «se pueden llegar a demorar en el tiempo», pero «esperar un poco más» no les resta la ilusión con la única condición de que el derribo se produzca de forma definitiva. «Era la única forma de erradicar el problema de una vez y para siempre», apunta Batalla.
Sí que solicitan, sin embargo, agilidad en los trámites para acometerlo, porque «el peligro para los viandantes es capa vez mayor, prácticamente todos los días se producen desprendimientos de alguna parte de la fachada». Subrayan, además, que el antiguo Flex se ubica en una zona muy transitada en el barrio. Y mantienen la misma promesa de siempre: «seguir dando la lata» para que «esto no se quede en palabras».