Un gol de Corpas neutraliza el debut de Jony y los fichajes rojiblancos
Decía David Gallego hace dos partidos, y refrendaba a la grada, que la próxima pareja de encuentros iba a decidir el futuro del Sporting: a qué se podía aspirar y a qué no. Pues bien: dos partidos, dos derrotas, cero puntos. Cierto es que ambas por la mínima, pero ambas dejando clara una cosa: que el Sporting no puede competir con esos equipos. Ni con Jony, ni con Calavera, ni con Ramírez. Un gol de Corpas refrendó ayer lo que muchos sportinguistas ya sabían: este Sporting no puede. Y así lo representó.
Y eso que quiso el Sporting aprovechar la efervescencia de Jony en los primeros minutos. Los locales, demandando que se jugaba en su estadio. Aunque enfrente se plasmara el líder. Y como muestra, en el primer minuto de juego, pisó área, con una internada inane de Aitor García. La respuesta, inmediata, con Corpas asomándose a la media luna.
La casualidad, o el destino, quiso que Jony intentase «la suya» (una arrancada potente, dese campo propio) en el minuto 9, el de Quini, el de su dorsal, aunque sin éxito. Y al siguiente salto de reloj, el primer disparo a puerta: visitante, de Expósito, a las manos de Mariño. El Sporting, y por ende David Gallego, que se veían perdiendo el dominio del partido, intentaron cambiar cosas. Lo primero, Jony a la derecha y Aitor a la izquierda. El cambio táctico cristalizó en un disparo inocente del onubense a las manos de Cantero. El prólogo de lo que estaba por venir.
Se ganó el sueldo el cancerbero visitante en el minuto 16. En apenas 60 segundos (un puñado de parpadeos, tragar saliva, respirar incontables veces) realizó dos paradas de las de merecer la nómina. La primera, a una chilena de Djuka. Y la segunda, tras perder el Éibar el balón en la salida, a un buen disparo de Pedro: fuerte, abajo, de fútbol sala.
Parecía que el Sporting se quitaba la vergüenza, pero fue Toño García el que se atrevió. El lateral izquierdo del Éibar ofreció la mano a Calavera, susurrándole aquello de Sergio Dalma: «Bailar pegados es bailar», y no hizo falta siquiera mentar al mar. Dos quiebros en línea de fondo al recién estrenado lateral, un centro al segundo palo y un buen remate de Corpas, en tijera, a la red. 0-1 para el Éibar y el Sporting (y Calavera) aún buscando el punto de apoyo.
Y desde entonces, el Sporting siguió bailando (o bailado) al son del Éibar. La tuvieron los vascos en una contra de Corpas (nuevamente Corpas) que se fue arriba. También en un remate de Expósito (nuevamente Expósito) de cabeza, alto. El gol desarmó por completo al Sporting, que no supo mostrar cara en lo que quedaba de primera parte (y aún era la mitad). Se encapotaron los rojiblancos y aun estuvieron cerca de lamentar el segundo, en un uno para uno de Expósito (¿les suena?) con Babin, al que hizo el lío, y cuyo remate se fue alto. Para entonces, el sonido de flautas (o pitos) era ya evidente en la grada de El Molinón. Que aún estuvo apunto de renacer con una contra de Aitor, box to box desde su área a la contraria, que se quedó en nada. Djuka, enfadado pidiendo el balón, completó el hartazgo de jugadores y aficionados. «No le paso ni una más», le dijo el onubense al banquillo mientras sonaban los pitidos que enseñan el camino al túnel de vestuarios.
Arrancó la segunda parte con un error de Pedro, que cedió el balón a Stoichkov en la salida, pero su remate, sencillo, fue a Mariño. Espejismo de un Sporting que quería reponerse. Primero, con un llegada de Calavera y Aitor, cuyo centro no encontró a Djuka (que, ahora sí, aplaudió). Quería ser protagonista el Sporting.
Y casi lo logra, en el marcador, con un centro de Jony que Djuka (clave este entendimiento) remató fuera, por muy poco. Se veía otro Sporting tras sentarse bajo las perchas, raro en el equipo rojiblanco este curso. Los de Gallego, cada vez más protagonistas en el verde, con un Villalba que parecía haberse desperezado. Pero cuarto de hora de la segunda, hora de partido, y misma sensación. Arrancar de caballo, frenada de burro. Los minutos sentaban cada vez mejor al Éibar, dominante. Solo Aitor, a la contra, creaba peligro.
Alea Iacta Est, dictaminó Gallego a la hora de partido. Pedro Díaz, cansado, errático, dejó su lugar en el campo para el tercer debut, el de Eric Ramírez. All in. Minuto y medio tardó en buscar un remate al centro de Jony, que atrapó el portero. Y en esas, otro centro del cangués, que Aitor elevó demasiado. El onubense no se quedó a gusto y en la siguiente recortó a dos (y al árbitro, que estaba por el medio) y remató a las manos de Cantero.
Perdonó, como padre ofendido, el Éibar, en el minuto 70. Un fallo en la salida de Aitor regalo el balón a los pies de Tejero, que con un elegante taconazo, dejó el balón para Blanco Leschuk y su remate, solo, franco, en la frontal, se fue fuera por muy poquito. Y a punto estuvo el tiburón exoviedista de lograr el segundo en un balón largo desde la defensa que Leschuk estuvo cerca de ganar.
Y con todas, Kravets aún quiso irse de vacaciones. Puso un centro-chut idéntico al de Malaga, el de La Rosaleda, que se envenenó con más corazón que cerebro, y acabó impactando en el travesaño del fondo norte del municipal gijonés. Acastilló el Sporting al Éibar en su área en el descuento, pero todo quedó en un inocente remate de Aitor, desde la frontal, a las manos del portero. Y así acabó el encuentro, con un líder más líder y con un Sporting más Sporting.