Los rojiblancos rescatan, con un gol de Aitor, un empate contra un Lugo que jugó media hora con uno menos

Año nuevo, vida nueva, dicta el tópico. Y como tópico que es, la aseveración quedó solo en eso: en una declaración de intenciones que nunca llegó a cristalizar en realidad. Porque este Sporting de 2022 se parece peligrosamente al de 2021. Un equipo endeble atrás y al que le cuesta un mundo crear ocasiones claras de gol. Ni las campanadas, ni las uvas, ni los polvorones, ni el cava consiguieron cambiar a este grupo.
Comenzó el partido dubitativo. Con el año aún desperezándose, recién comenzado, el fútbol tardó en descorchar sobre el césped de El Molinón. Fueron los locales los encargados de inaugurar, superados los diez minutos, un encuentro hasta entonces aburrido. Un disparo de Djuka, desde 35 metros y que se fue alto dio el pistoletazo de salida a los mejores minutos sportinguistas de la primera parte. Un arreón que duró 10 minutos pero que los de David Gallego no supieron aprovechar.
Se desabrochó el Sporting, amarrado a las botas de Aitor García, el más desequilibrante de los locales. Los rojiblancos ganaron en profundidad y mordiente, con el onubense y Guille Rosas pisando línea de fondo en jugadas que, aunque bien trenzadas, no encontraban premio.
Una recompensa que cayó finalmente del lado visitante. El mayor peligro lucense había venido del balón parado, donde el Sporting, que estrenaba a Gragera de central junto a Borja (en una línea de zagueros enteramente “made in Mareo”) se mostraba endeble. Pero el gol hubo de llegar en un error de Pedro Díaz, impreciso todo el encuentro, en la salida del balón. El sierense filtró un balón por dentro que robó Ricard. El canterano lucense, tras una gran jugada, terminó como extremo izquierdo para servir un caramelo en forma de balón de fútbol a la testa de Carrillo. El ariete sólo tuvo que colocar la frente y cruzar el balón para pillar a Mariño a contrapie y anotar el 0-1 con el que se llegó al descanso. Cinco minutos antes, el vigués ya había obrado su primer milagro del año, blocando una potentísima volea de Señé.

Los bostezos de la grada se tornaron en tímidos pitos en cuanto el colegiado hizo sonar su silbato para señalar el camino a los vestuarios. La imagen del Sporting, una vez más, no convencía a propios ni extraños.
Unos pitidos que pudieron agudizarse si Mariño no hubiera vuelto a negar el gol a Señé, que esta noche soñará con el cancerbero rojiblanco. Gerard Valentín colgó al área un saque de banda que Chris Ramos peinó para que Señé enganchara otra buena volea dentro del área que el vigués envió a córner. Y volvió a tener el segundo el conjunto lucense. Juanpe, desde la frontal, sacó el putter para intentar un tiro suave, bien colocado, que se fue lamiendo el palo.
El partido cambió por completo a la hora de encuentro. Fran Villalba recibió en campo propio y, con una gran cabalgada, llevó el balón hasta la media luna del área, donde sirvió el balón a Aitor García. El onubense, con una gran maniobra, enjauló el balón con un gran disparo con la zurda, poniendo el empate en el marcador. Un minuto más tarde, con la efervescencia producida por el gol, llegó la segunda buena noticia, con la expulsión de un Gerard Valentín muy revolucionado por una fea entrada por detrás al recién ingresado Kravets.
Desde ese momento, y con las circunstancias de cara, el Sporting cambió el lento Danubio Azul de la primera parte por la impetuosa Marcha Radetzky. Tuvo una ocasión Djuka, aprovechando un buen centro de Fran Villalba que remató sin dejar caer. Un minuto más tarde, de nuevo el balcánico, con un inocente disparo desde la frontal. Un disparo de Kravets, que golpeó en un defensor lucense y acabó atrapando Whalley, culminó el triduo de ocasiones locales.
No se achantó el Lugo, pese a ser uno menos. Medio minuto llevaba Manu Barreiro en el campo cuando, solo en el segundo palo, remató alto un buen centro de Cuéllar. El miedo volvió a cambiar de bando con un buen centro de Guille Rosas a Fran Villalba que, en el punto de penalti, solo atinó a rematar mordido, fuera.
A falta de diez minutos, el partido se rompió por completo, con un continuo toma y daca, espoleado por la fatiga de los jugadores de la zona ancha. El Lugo buscaba enrocarse en su área y el Sporting afilaba armas para buscar los tres puntos. Guille Rosas, continuo estilete, no conseguía encontrar buenos remates de sus compañeros. La última del partido, no obstante, la tuvo el Lugo, con un buen centro de Señé que Ricard, de primeras, remató algo. El partido no dio para más, el marcador ya no se movió, y Lugo y Sporting firmaron tablas.