Los rojiblancos, pese a ser superiores, caen en los penaltis contra el Cádiz y quedan eliminados
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A once pasos de la portería, en el punto fatídico, murió el sueño del Sporting en la Copa del Rey. Los penaltis, esa suerte para la que unos compran más boletos que otros, donde azar y pericia convergen, fueron de cara para el Cádiz y rompió el onírico regusto del aficionado rojiblanco, que volvió a la realidad. Porca miseria. Y eso que el Sporting fue mejor durante los 120 minutos de juego, y mereció más. Pese a que el encuentro terminó sin goles. Pero la fortuna se vistió esta vez de amarillo, el color cenizo para los artistas. Esta vez, las comparsas vencieron a las charangas. Y el Sporting se apea de la dipsomaníaca competición en octavos de final.
Comenzó mandón el Cádiz ante un Sporting que no quería resignarse a ser el equipo de menor categoría, espoleado por el corteo que la afición rojiblanca le brindó al llegar al estadio. Estrenaban además los carnavaleros habitante en el banquillo, un hombre que cerca estuvo de empadronarse en Gijón: Sergio González, que tiene la difícil misión de hacer olvidar al profeta Álvaro Cervera.
A los 10 minutos de encuentro, mucha táctica y amase y pocas llegadas y ocasiones. El Sporting pisó por entonces área por primera vez, con un balón largo de Cristian Rivera para Villalba, que combinó con Pedro y Nacho Méndez, lento en su intromisión en terreno rival. Al cuarto de hora hubo que esperar para el primer remate del partido, rojiblanco. Cristian Rivera conectó alto un testarazo tras una falta lejana de Pedro.
El partido descorchó con veinte minutos de retraso, cuando el Sporting concadenó un trío de ocasiones claras que no supo cristalizar en gol. Una buena combinación de Kravets y el “Puma” por banda izquierda terminó con un remate de Pedro desde fuera del área que David Gil despejó a córner. Del saque de esquina llegó la segunda ocasión, con un zurdazo de Kravets desde el balcón de su casa que el guardameta rival rechazó nuevamente por la línea de fondo. Un remate de cabeza del “Puma” que se marchó desviado, a un buen centro del sierense, hizo levantarse de sus asientos a los seguidores rojiblancos por tercera vez consecutiva, aunque sin que el speaker tuviera que intervenir para mandar a celebrar el gol local.
Para entonces, el Cádiz únicamente daba cierta sensación de peligro imprimiendo velocidad a las jugadas de ataque, esencialmente en forma de contra, con las piernas rápidas de Ivi Alejo y Álvaro Jiménez como protagonistas. El exrojiblanco firmó la única ocasión gaditana de la primera mitad, con un remate desviado desde el corazón del área.
Antes del descanso, el Sporting reclamó un doble penalti a la salida de un córner, primero por mano y después por una caída de Nacho Méndez. Ni Ortiz Arias ni la sala VAR estimaron nada punible en la acción. Tampoco en la acción que parecía más clara, un pisotón de Haroyán a Djuka en la jugada previa. Pasados los primeros 45 minutos, la entrada más barata del estadio la había pagado Diego Mariño, inmaculado, espectador de lujo sin siquiera tener que mancharse. Empate sin goles rumbo al túnel de vestuarios.
Arrancó mucho más movida la segunda parte, con amenaza de correcalles. Una situación de partido de la que estuvo cerca de aprovecharse el Sporting, con un balón que Villalba abrió a la carrera de Guille Rosas, cuyo chut, dentro del área, se fue a las manos del guardameta visitante. Pisaba más campo rival el Sporting, pero sin profundidad. De hecho, fue de nuevo el lateral castrense quien probara el lanzamiento lejano, a las manos del portero gaditano.
Iba perdiendo fuerza la gaseosa cuando Gallego dio entrada, dos meses después, ya recuperado de su lesión, a Campuzano, buscando piernas frescas. El Cádiz, a falta de un cuarto de hora, ya había realizado los 5 cambios. Una frescura que se dejaba notar en el campo, donde los carnavaleros iban rubricando minuto a minuto su superioridad en el segado.
Pero el Sporting aún se guardaba un arreón final para despertar a El Molinón. El “Puma” capitaneó una contra para filtrar un pase a Campuzano, cuyo lanzamiento, cruzado, sacaron entre David Gil y la defensa. Tras ello, los de David Gallego encadenaron cuatro córners consecutivos que arrancaron el “A por ellos” en la grada, como corneta del séptimo de caballería.
Con el tiempo cumplido, a la salida de un córner, los rojiblancos tuvieron las más claras del final. Primero, con un disparo exterior, nuevamente, de Guille Rosas, que Gil despejó. En la segunda jugada, Villalba y Campuzano combinaron en el área para poner un centro sin rematador. La euforia en la grada la rebajó Sobrino, rematando en la frontal del área pequeña un centro de Arzamendia que se fue rozando el palo. Con el susto se llegó al final y, con ello, a la prórroga.
Comparada con la intensidad de los minutos postreros del reglamentario, la prórroga arrancó clorofórmica. Influyó que Gallego llegara al tiempo de aditamento habiendo realizado un único cambio. El “Puma” Rodríguez, el más activo en ataque durante todo el encuentro, fue también quien más lo intentó en la primera parte del tiempo de desempate. Sin nada que contar se llegó al descanso de la prórroga.
Tuvo que caer sobre el césped Cristian Rivera, extenuado por el esfuerzo de 107 minutos de juego, en un temporada en la que apenas venía teniendo continuidad, para que Gallego se aprestara a realizar su segundo cambio, después del sexto gaditano.
Y cerca estuvo de ponerse por delante el Sporting. Tuvo el gol en su bota izquierda Campuzano tras un gran cambio de banda de Pedro para Kravets, que encontró al catalán con un centro raso. El remate se fue fuera. El Cádiz solo logró inquietar, mínimamente, a balón parado, en dos balones que atrapó sin problemas Diego Mariño. Fue la última intervención del vigués, que fue sustituido en el último minuto de la prórroga para que Joel Jiménez, sin calentar, casi sin tiempo para atarse las botas y abrocharse los guantes, debutara con el primer equipo rojiblanco para intentar la heroica, el debut soñado, buscando ser protagonista en la tanda de penaltis. Todo o nada. Puerta grande o enfermería, que diría José Ramón Sandoval.
Y fue enfermería. U hospital. La tanda de penaltis fue esquiva para los rojiblancos, que comenzaron fallando los dos primeros, lanzados por Villalba (paró Gil) y Pedro (que estrelló el balón en el larguero). Un déficit del que fue imposible reponerse pese a los goles de Campuzano y Kravets. La boleta de tiro del Cádiz, inmaculada, con tantos de Álex Fernández, Negredo, Perea y Arzamendi. El Sporting cayó así, de la forma más cruel posible, eliminado en octavos de final de la Copa del Rey.