Seguro que quien ahora reclama en los tribunales que el Muro vuelva a tener doble sentido, ha paseado con tranquilidad por el peatonal paseo marítimo de Barcelona o ha disfrutado en Ámsterdam de un paseo en bicicleta
Me van a permitir que antes de opinar, sitúe el estado de las cosas porque, de verdad, quien se asome a la actualidad de esta ciudad para saber cómo se está gestionando lo de la movilidad sostenible, como poco, echaría a correr.
A partir de este miércoles 1 de junio, algo más de cien mil vehículos de Gijón con etiqueta ambiental estarán obligados a lucirla cuando circulen o estacionen por la ciudad. La multa por no hacer caso, según lo estipulado en la ordenanza de movilidad sostenible, llega a los 90 euros. La medida afecta a todo tipo de vehículos. Los que no tienen derecho a pegatina podrán seguir circulando, aunque desde el pasado 1 de abril ya no pueden aparcar en la zona ORA.
El colectivo Stop Muro busca 48.000 euros para afrontar el aval que la jueza exige como forma de ejecutar provisionalmente la sentencia que obliga a suprimir el “cascayu”. La plataforma #unmuroparalaspersonas pide que el paseo permanezca para peatones y ciclistas, y el domingo se plantaron a recoger firmas frente a la escalera ocho, donde aprovecharon para comer. Y luego están las versiones políticas sobre el plan de movilidad.
Es decir, que aquí parece que todo el mundo tiene derecho y razones para decidir sobre cómo debe ser la movilidad en la ciudad y sobre cómo o con qué debemos desplazarnos por el Muro. Pues más allá de las múltiples, variadas y variopintas opiniones escuchadas en numerosas conversaciones de chigre -ya saben de política, deportes y coches sabemos todos- esto de los planes de movilidad urbana sostenibles no es algo que se han sacado de la chistera concejales como Aurelio Martín.
Por mucho que la concejala popular Ángeles Ahúja acuse al edil de Izquierda Unida de diseñar una movilidad urbana desde el sectarismo ideológico, la verdad es que no sé me ocurre cómo se puede ser de izquierdas, de derechas o de centro para tener claro que los coches deben y están obligados a dejar de ser los que mandan en los centros urbanos. Quizás haya quien aún comparta aquellas declaraciones de un veterano concejal gijonés ya fallecido -también del PP- que defendió las movilizaciones vecinales en contra de la peatonalización y reforma del Campo Valdés porque consideraba que era mucho más entrañable que a los pies de la iglesia de San Pedro aparcasen los autobuses que venían de Santander.
Teniendo claro que nunca llueve a gusto de todos, me apunto a lo del “discurso vinagre”, argumento de la plataforma que defiende un muro peatonal. Esta es una ciudad con carácter, coña y a veces muy mala hostia, pero de ahí a que determinados colectivos cuestionen un proyecto tras otro acaba por ser muy cansino. Y más cuando para responder a sus criterios acaban haciendo una cuestación popular para recaudar el dinero que les permita conseguir un objetivo que aún está pendiente de lo que diga el Tribunal Superior de Justicia de Asturias.
Dicho esto, que los coches dejen de ser los dueños de los principales espacios en los centros de las ciudades es algo que tendría que haber llegado hace mucho tiempo. Seguro que quien ahora reclama en los tribunales que el Muro vuelva a tener doble sentido, ha paseado con tranquilidad por el peatonal paseo marítimo de Barcelona o ha disfrutado en Ámsterdam de un paseo en bicicleta (la capital de los Países Bajos prevé suprimir 11.000 aparcamientos hasta 2025). Y nada de esto se le ha ocurrido a un concejal, sino que estamos hablando de una estrategia europea para la que además de normas se han puesto sobre la mesa muchos millones para permitir que en la convivencia ciudadana sean las personas, los vehículos no térmicos y el transporte público los que manden.
Mejor sería el soterramiento total del tráfico en el Muro, pero también estaría bien que en esta nueva estrategia de movilidad urbana tuviésemos todos claro que, aunque a nadie le gusta que una autovía pase cerca de su casa o tener cerca una planta depuradora, el interés general prima sobre los egoísmos personales. Stop coche no es un eslogan es una evidencia que no tiene marcha atrás. Pese a quien le pese.
Stop a Stop Muro.
Son los mismos que después dicen que guapo Vitoria o Pontevedra,etc.!!!!
Tampoco quería el Elogio…en fin.
Ciudad sostenible ya!!!!!