La soledad en Gijón es tan glacial como lo es en Suecia. Los cuerpos de dos mujeres, una madre y una hija, fueron encontrados ayer por la Policía Nacional, tras dos meses muertas sobre sus camas
En qué lugar se oculta el amor cuando todo ha sido olvidado. Qué borra su rastro. La soledad va difuminando el amor y, a medida que se van sucediendo las estaciones, también va desdibujando nuestra identidad, hasta convertirnos en fantasmas de nosotros mismos. Llega un día en que pasamos a ser el leve ruido de una silla que se arrastra sobre el suelo, después de retirar el plato al fregadero. Somos el extraño vecino desconocido, el ciudadano K, el hombre de la gabardina cuyo nombre y apellido es tan vulgar que pasa completamente desapericibido en el buzón de correos.
En Suecia existe un ministerio de la Soledad par gestionar la vida de quienes han sido olvidados. En Gijón, hasta la pandemia, existía un programa para compartir pisos. Dice la teoría sueca del amor que el estado del bienestar escandinavo de los últimos 40 años propició una vida tan autónoma entre los suecos que el afecto dejó de ser necesario para que a nadie le faltara una vida digna, un techo, un plato y sus medicinas. Pero nadie contaba con que tanta autonomía nos iría despojando lentamente de esa confortable dependencia que produce la familia, la amistad, el cariño. Sin darse cuenta, estaban matando fríamente al amor.
Afirma Víctor Lapuente, experto en políticas públicas, que la soledad es una pandemia global que se extiende tanto en los países con políticas sociales avanzadas como las de los escandinavos, y en países hipercapitalistas que desmantelaron las suyas como Reino Unido. Lo cierto es que 9 millones de británicos se sintieron tan solos hace cuatro años que forzaron al gobierno presidido por Theresa May a crear un ministerio de la Soledad como el sueco. ¿Será que los estados más solidarios crean a los ciudadanos más egoístas?
La soledad en Gijón es tan glacial como lo es en Suecia. Los cuerpos de dos mujeres, una madre y una hija, fueron encontrados ayer por la Policía Nacional, tras dos meses muertas sobre sus camas. Nadie se había preocupado demasiado por ellas. La pandemia ha conducido a un incremento insólito de los suicidios y el silencio se ha hecho ensordecedor. La pregunta aquí es la misma que en Estocolmo. En qué lugar se esconde el amor cuando todo ha sido barrido por la soledad. El hombre es un ser de lejanías. Ir muriéndose es ir alejándose de las cosas, o ver cómo las cosas se alejan. Camino por la calle como un hombre enamorado, como un Dante perseguido por el recuerdo de su Beatrice, sumergido en los círculos de fuego. Porque el amor nos acerca a las cosas, nos arrima y nos amarra a ellas, que diría María Arnal. Me gusta pensar que el amor salva tu vida, la justifica.