María Moira, de Valkiria Studio, ha desarrollado una técnica que combina tatuaje y microblanding para lograr un efecto hiperrealista de las aureolas en pacientes que han sufrido cáncer de mama
Ésta no es la noticia que quisiéramos escribir hoy. En el día internacional del cáncer de mama, nos gustaría poder decir que la enfermedad ya tiene cura, que no se va a llevar más vidas por delante, que no va a causar más dolor, miedo e incertidumbre. Pero mientras llega esa buena nueva, que llegará, hay que poner en valor el trabajo de mucha gente que está luchando para hacer un poquito más fácil la vida de las mujeres que tienen que pasar por el calvario del cáncer de mama.
Por poner un poco de contexto, el cáncer de mama es el tumor más común en el mundo. Cada año se detectan más de dos millones de nuevos casos y, solo en 2021, se ha cobrado la vida de 6606 mujeres solo en España. La esperanza de supervivencia hoy es mucho mayor que hace unos años, pero sigue siendo una enfermedad cruel para quien la sufre.
Una de las principales heridas que deja es la mastectomía, una operación que en muchas ocasiones no se limita a la extirpación de la glándula, sino que incluye la piel que la cubre y la aureola. Una cicatriz que afecta psicológicamente de forma severa a la enferma.
Para paliar estos daños existen especialistas como María Moira, de Valkiria Studio. Un centro que lleva más de siete años aplicando una técnica que combina tatuaje y microblading para simular las aureolas de las mujeres que han pasado por una mastectomía. “Es una técnica exclusiva, propia, y gracias a ella me recomiendan cirujanos plásticos del HUCA y Cabueñes”, afirma María, aunque reconoce que le llegan pacientes de toda España. “Ofrece un resultado hiperrealista en 3D de la areola y del pezón, es muy espectacular. Parece de verdad”.
Cuenta que la mayoría de las mujeres que pasan por sus manos llevan ya tiempo operadas y que les asombra el resultado. “Muchas vienen después de un año o dos tras la operación, lo tienen normalizado”, comenta. Llegan a ella ya con los implantes, pero, según su experiencia, “lo que te hace ver el pecho no es el bulto, es la aureola y el pezón”. En el momento en el que se ven, tras el tatuaje, “te cuentan que sienten volver a tener pecho”.
Para muestra, un botón. María cuenta la experiencia de una mujer al que le habían extirpado ambos pechos. No estaba muy convencida de tatuarse, pero su cirujano le insistió. María siempre les coloca una bata, para que no pasen frío. Una vez vio el resultado, se tapó: “me dijo que había recuperado la sensación de desnudez, que no se había dado cuenta de que la había perdido”.
La técnica que aplica es prácticamente indolora. Según la tatuadora, “al haber sufrido una operación, la zona no tiene tantas terminaciones nerviosas y la mayoría no sienten ningún dolor”. Tampoco requiere de sesiones interminables de tatuaje. En una mañana, o una tarde, se realiza todo el trabajo que, además, tiene que ser personalizado: “cada pecho, cada tono de piel, es diferente”.
El tatuaje combinado con microblanding es, además, correctivo. Esto significa que no es permanente en el tiempo, como un tatuaje normal, sino que se va desvaneciendo. Lejos de suponer un problema, supone una ventaja. “Envejecemos y el cuerpo cambia. Que no sea permanente nos permite ajustar el tatuaje para que esté siempre como debe de estar”, aunque destaca que “puede aguantar siete años tranquilamente, yo ahora estoy empezando a retocar los primeros tatuajes que hice en 2014”.