La cara b de todo esto de la que no se está hablando es de las consecuencias de una mayor masificación turística en nuestra región, y las secuelas que conllevará
Este es un artículo más, de los cientos que se han publicado estos días, sobre la llegada de la alta velocidad ferroviaria a Asturias. Así que, asumiendo que seré uno más en opinar sobre lo que todos hemos opinado, intentaré al menos que sea dos cosas: breve y conciso.
La llegada de la alta velocidad ferroviaria a Asturias es una obra de ingeniería de primer nivel, conviene tener esto claro y, además, no pasa nada por destacar que la inmensa mayoría del conocimiento y la tecnología necesaria para que esto llegara a ver la luz obedece al desarrollo made in Spain. El retraso acumulado de más de una década no parece que sea tampoco un elemento esencial, dada la complejidad de la obra.
Objetivamente, la obra ferroviaria de la variante de Pajares supone una mejora de las comunicaciones de Asturias, indudablemente, pero…. Sí, hay un, pero, que en realidad son muchos. ¿Estamos abordando esta obra y esta mejora de las comunicaciones desde una perspectiva asturiana?
Me explico: la llegada de la alta velocidad a Asturias deja en el aire, ahora ya sí sin excusa, numerosos deberes en nuestra región y también en nuestra ciudad, en Gijón.
No resulta de recibo la situación de las Cercanías en Asturias. De todas las Cercanías. No resulta coherente que el autobús venza al tren en la comunicación entre las tres principales ciudades de Asturias: Gijón, Oviedo y Avilés. De igual manera, el desaprovechamiento y casi desmantelamiento de las vías del ancho métrico, antiguamente conocidas como FEVE, es para avergonzarse aún más: tener ejecutado y en servicio un trayecto ferroviario que vertebra la región de este a oeste, con sus lagunas, y que esté absolutamente olvidado es un sin sentido. Ahora casi llevará lo mismo ir en tren desde Oviedo a Llanes que venir desde Madrid. Lo sé, es una comparación facilona porque, más que el tiempo de recorrido, deberíamos evaluar el servicio que dan estos trayectos dentro de nuestra región. Bueno, eso cuando circulan. El trazado del que hablábamos antes que va desde Oviedo hasta Llanes aglutina alguna de las zonas más turísticas del oriente de Asturias, pero nadie se acuerda de él. Habrá que esperar por si la renovación de flota prometida trae debajo del brazo la inversión necesaria y, sobre todo, el giro político para apostar por este tipo de transporte.
La revitalización de la economía que va a generar la mejora ferroviaria es real. Real en cuanto a la mejora para las mercancías y para el turismo. Y también para personas que puedan tener un trabajo que les conlleve algún viaje mensual/semanal a la capital, o a otros puntos que el nuevo trazado facilite ahora más que antes.
Pero la cara b de todo esto de la que no se está hablando es de las consecuencias de una mayor masificación turística en nuestra región, y las secuelas que conllevará. Por un lado, está el más que previsible encarecimiento de la vivienda y por otro, el aumento en número de las ciudades que adquieran el modelo de “ciudad estilo decorado”. El encarecimiento de la vivienda viene dado por el aumento del número de segundas residencias, o de la adquisición de viviendas con fines vacacionales que se acabará dando en la región. Esta primera causa nos lleva a la segunda, y es el resultado que tiene sobre el territorio la aplicación de dicho modelo, es decir, barrios/pueblos/localidades fantasmas durante diez meses al año, pero con casas que indican que “alguien vive allí”. Ese modelo expulsa, además, a aquellos con rentas bajas y medias que quieran vivir, estar y trabajar en ese entorno, puesto que esas viviendas resultan más rentables para sus propietarios cerradas todo el año y abiertas solo cuando la demanda les permite obtener suficientes ganancias. Lo que siempre se llamó “hacer el agosto”. Este modelo ya existe. Llanes casi al completo es esto mismo.
Que os voy a decir de Gijón y su relación con las infraestructuras ferroviarias. Es desalentador recibir al AVE (como se le conoce vulgarmente, que ya sabemos que AVE como tal aún no ha llegado a Asturias) en una estación como la de Gijón, una estación que lleva siendo provisional más de una década y en una ciudad que por esa incapacidad de gestión de las infraestructuras ferroviarias ha perdido casi el 40% de sus pasajeros. Por no hablar del túnel que tenemos atravesando la ciudad y que lleva otro tanto siendo pasto del abandono. No estamos en Gijón para muchas albricias ferroviarias.
Pero, y éste es el último pero, no quiero despedir este artículo sin reflexionar sobre lo siguiente: si estamos dispuestos a asumir el cambio que traerá el AVE a Asturias, ¿estamos también dispuestos a asumir todas sus consecuencias?
Y aquí quería llegar.
No he sido muy breve, pero espero haber sido conciso. Conciso para preguntarme, si el gobierno asturiano además de traer trenes cargados de publicidad de lo guapo que ye Asturias también va a asumir que a los asturianos hay una cosa que nos gusta aún más que viajar, que el pote, Picos e ir a la playa, que es vivir en nuestra tierra. Y eso el AVE lo facilitara. ¿O no?