‘Tina Cocaína’, conocida por sus hazañas en la Benemérita, salió hace unos días del hospital veterinario en el que estaba ingresada tras su último infortunio y ya se recupera en su hogar
La vida de Tina ‘Cocaína’, como la bautizaron en la Guardia Civil, no ha sido fácil. Después de su etapa en la Guardia Civil y de ser condecorada por sus habilidades a la hora de detectar droga y dinero, la perra se instaló en Gijón, donde dejó atrás sus labores como agente. Lo que, parecía, iba a ser un retiro dorado, se convirtió en un sinfín de infortunios. Cáncer, convulsiones, infecciones o una rotura del conducto linfático fueron algunas de las vicisitudes por las que la perrita pasó, pero de las que se sobrepuso. Su coraje y arrojo, así como su carácter cariñoso, unido a su antigua labor como parte de la autoridad, generaron el suficiente revuelo como para levantar toda una ola de generosidad que ha ayudado a su familia a aliviar las cargas de sus repetidos ingresos en el hospital. Y es que su historia la siguen muchas personas de cerca. Ahora, después de una nueva piedra en el camino, Tina vuelve a respirar…
La última desgracia que se cebó sobre la Labrador fue una infección en los discos intervertebrales que se extendió a la médula y que dejó a la perra sin movilidad en las patas de atrás. Fue llevada de nuevo al hospital veterinario, donde permaneció 21 días (cuatro meses y una semana según el tiempo que manejan los perros). Los médicos y su familia se dieron un margen de tiempo para comprobar si el antibiótico que le administraban como remedio surtía efecto. «Fueron momentos de mucho miedo», admite Pedro García, guardia civil retirado y dueño de la perra. Si Tina no mejoraba, el lunes 13 de marzo era el día escogido para sedarla, pues corría el riesgo de quedar en estado vegetal. Afortunadamente, la perra ha vuelto a esquivar la bala.
El 10 de marzo, la «picoleta» dio síntomas de mover las patas traseras. Había ganado algo de movilidad, aunque no lograba mantenerse en pie más de dos segundos. A partir de ahí, el camino hasta volver a su casa ha sido largo. «Nos mosqueábamos frecuentemente porque sus progresos se daban muy despacio», advierte Pedro. Sin embargo, la perra nunca ha hecho amago de arrojar la toalla. «Si no lo hacía ella, mucho menos íbamos a hacerlo nosotros», confirma el también adiestrador canino.
La recuperación
Desde su ingreso en el hospital veterinario, Tina ha iniciado un tedioso proceso de recuperación basado en rehabilitación, radioterapia, fisioterapia e hidroterapia. Los profesionales del hospital veterinario se han encargado de pasearla con un arnés y una toalla, así como de hacerla nadar en una piscina, entre otras tareas. La perra ha reaccionado dando muestras, una vez más, de la pasta de la que está hecha. Según han avanzado los días, Tina ha logrado mover un poco más las patas, sentarse sin ayuda, volver a hacer pis por sí misma después de que le quitaran una sonda que llevaba incorporada o ladrar de nuevo, avances que parecían imposibles varios días atrás.
Actualmente, la perra continúa avanzando en su recuperación, pero ya en casa. El pasado viernes, Tina abandonó el hospital, donde incluso llegó a recibir la visita de los medios o de personas que se han interesado por su estado, y volvió a su hogar. «Cuando la sacamos del hospital, no se lo creía», cuenta Pedro. «Pensaba que la volveríamos a meter dentro, pero… cuando subió al coche, fue una explosión de alegría del demonio«, describe emocionado el guardia civil. Ya en su casa, «se puso como loca», aunque la encontró ligeramente diferente. «Hemos tenido que llenar el suelo de colchonetas antideslizantes para que la perra no resbale», comenta Pedro. Además, cuenta con un espacio habilitado para mear, aunque para «lo gordo» tiene que bajar a la calle, donde algunos la reconocen y llegan a pedirle fotos. Cada hora, está obligada a caminar, y también sigue visitando el veterinario dos veces por semana.
Los gastos no dejan de crecer -la familia ha desembolsado ya más de 12.000 euros-, pero nada parece frenar la lucha de la Labrador. «Héroes de 4 patas» ha colaborado con una cantidad muy importante», agradece Pedro, que se deshace en elogios hacia la ayuda que esta organización y otras personas desinteresadas han mostrado. «Llevamos recaudados 1.600 euros gracias al crowdfunding que iniciamos, y otros 1.500 procedentes de donaciones mediante bizums», celebra. Todo el mundo se ha volcado con ella. Los días pasan y el final está más cerca. «El neurólogo nos comentaba que si todo sigue así, en 20 días la perra podría caminar sin ayuda», afirma Pedro. Nadie duda de que el final será feliz. «Estamos impacientes», reconoce. Mientras, Tina sigue plantando cara a la adversidad. Feliz.