El creador gijonés fundó hace dos años un estudio que aúna la pintura al óleo y el uso de IA para crear cuadros sobre la mitología nipona; estos días expone en el stand que Gijón Impulsa, su gran apoyo desde el inicio, mantiene en la FIDMA
El 8 de julio de 1853, una fecha que cambió para siempre el curso de la historia, el comodoro Matthew C. Perry, de la Armada de los Estados Unidos, al mando de una flotilla de cuatro vapores encabezada por su buque insignia, el USS ‘Susquehanna’, irrumpía en la bahía de Edo, nunca antes hollada por occidental alguno… Y, sin disparar un solo cañonazo, hacía saltar por lo aires más de dos siglos de aislamiento de Japón. Aquella acción, hoy poco conocida por el público general, sentó las bases de esa fascinación por el exotismo de todo lo nipón que, a la vista está, llega hasta el presente. La gastronomía, el arte, la literatura o la filosofía japonesas atraen a millones de personas en todo el globo, desde en los países limítrofes de la lejana Asia hasta en esta vieja Europa. David Marcos Elena es uno de tantos occidentales que ha caído bajo ese influjo. Hace ya dos años, en agosto de 2022, este joven gijonés, nacido en 1995, decidió lanzarse a la piscina del emprendimiento aunando dos de sus grandes pasiones: la pintura y la mitología nipona. El resultado es David Marcos Art, una empresa especializada en la realización de piezas artísticas combinando métodos tradicionales y últimas tecnologías, con las leyendas del país del sol naciente como espina dorsal, y que, desde su origen, ha encontrado en Gijón Impulsa un apoyo inestimable. El resultado se expone estos días en el stand que dicho servicio municipal opera en la Feria Internacional de Muestras de Asturias (FIDMA).
Como en el caso de tantos y tantos artistas, la de Marcos no ha sido una biografía profesional sencilla. Con un buen puñado de trabajos de lo más variopintos en su currículum, desde cocinero hasta granjero, el de la pintura era sólo un hobby hasta que, un buen día, «me di cuenta de que mis cuadros gustaban, y no sólo a mis amigos, a mi familia… Hice un primer testeo exponiendo en varios locales y el resultado fue bueno, así que me lancé a hacer composiciones más grandes. Así empezó todo». En estos dos años aquel embrión ha crecido hasta convertirse en un proyecto sólido, cimentado, en buena medida, en la técnica que Marcos emplea. En una primera fase, realiza la composición de lo que será la obra en blanco y negro, a mano, pero luego traslada tales trazos a un soporte digital. Es entonces cuando echa mano de la inteligencia artificial (IA), pero no para dibujar, sino, como él mismo explica, «para recolectar rostros, gestos faciales… Los bancos de fotografías son limitados y, a menudo, costosos, pero la IA proporciona un abanico infinito de caras y expresiones». Finalmente, con todo ello listo, salta al lienzo y pinta la pieza definitiva al óleo.
Por el momento, la temática de sus creaciones gira, como ya se ha dicho, en torno a la mitología de Japón. Elementos como el kitsune, un personaje del folklore nipón con forma de zorro que tiene la capacidad de transformarse y conceder deseos (a un alto precio, desde luego), o como el bushido, el código del guerrero, aunque reinterpretado de modo y manera que enfatice que la mayor lucha de una persona es contra sí misma, pueblan los cuadros de Marcos, que ya cuenta con clientes en múltiples puntos de la geografía española, y que ha logrado abrir dos centros de trabajo: uno en Gijón y otro, en Bilbao. Y parte de ese éxito, él mismo lo reconoce, lo ha posibilitado Gijón Impulsa. «Me enteré de todo lo que podía aportarme hace dos años, en la Feria; desde entonces, están siendo un apoyo importante, sobre todo en lo referente a ayudas, a asesoramiento para crear mi página web, y a consejos empresariales, que son muy interesantes», reflexiona. Por el momento, y mientras invierte parte de su tiempo en la FIDMA, ya prepara próximas exposiciones en otros locales de su ciudad natal… Y ultima los detalles del que será su próximo proyecto artístico: una serie de obras sobre la mitología grecorromana.