
«Ante esta situación, la ciudad languidece entre el mal menor y el aburrimiento tranquilo«

Esta semana nos hemos encontrado con un pleno municipal calentito. Razones hay, los grupos de la oposición han querido que la alcaldesa de Gijón respondiera a numerosas preguntas en relación a su condena por el Tribunal de Cuentas sobre unos dineros que gestionó mal. Por ese motivo fue condenada. Por ese motivo, no menor, es entendible que la oposición municipal pretenda exigir que Carmen Moriyón dé explicaciones a ese respecto.
El cariz que tomó el pleno municipal, con el calentón que llevaban además los portavoces de los grupos municipales de la oposición encima, han conllevado a que estos y todos los concejales de la oposición abandonaran el pleno municipal. Tampoco es que sea algo novedoso. Ni excepcional. En los últimos años, por distintos motivos, ya ha pasado unas cuantas veces.
Pero esto le importa entre nada y un comino al 99,9% de la población de Gijón y, por tanto, a los votantes. Se pueden molestar todo lo que quieran el PSOE, Podemos o IU en pedir explicaciones sobre este asunto y montarse una gorda en el Pleno, que a la gente no le importa nada. Y menos aún a la gente que haya votado o apoyado a Carmen Moriyón. Y en esta ecuación incluyo a los silenciosos miembros del grupo municipal del PP, que siguen sin decir esta boca es mía por razones harto evidentes ya desgranadas en algún que otro artículo, y que básicamente se resumen en dos palabras: la nómina.
Pero hay dos cosas que son las trascendentes de todo esto: por un lado, la línea comunicativa de la oposición, equivocada en casi su totalidad. Los partidos a la izquierda siguen intentando ganar a los partidos conservadores y de derechas en esta ciudad utilizando los mismos medios que tienen a disposición los primeros. Y se equivocan. Escribir columnas, tribunas o tener más o menos incidencia en las redes sociales no sirve frente al populismo que ha llevado a Foro a la alcaldía. Seguir los mismos caminos comunicativos, en los mismos medios, bajo las mismas premisas no va hacer cambiar el parecer de 15.000 o 20.000 personas que serán la clave en la próxima cita electoral -allá por el lejano 2027. Por supuesto, ayudaría en todo esto que los representantes de partidos como el PSOE, colmatado en el caso de Gijón de cargos y cargos con décadas de “historia” en el partido, volviesen a sus trabajos, si los tienen, y de esa manera propiciar una renovación de caras e ideas que asuman la realidad de la ciudad y, sobre todo, que quieran cambiarla. Pero no parece que eso vaya a pasar.
La otra cosa trascendente, y que se traduce en que no pase nada en la ciudad (y esto vale para casi todo) es el hartazgo de la hipérbole en política, de la exageración y del abismo diario, que el ciudadano común ni entiende, ni aprecia, ni mucho menos se cree. Que la alcaldesa ha cometido un gravísimo fallo es cierto, y que este hecho debe conocerse y comentarse, como desde decenas de lugares varios hemos intentado exponer y denunciar, es cierto. Que eso conlleve que el PSOE va a ganar un ápice de credibilidad, o de votos, en la ciudad por eso mismo, pues no.
La ciudad sigue sin olvidar que este PSOE de Gijón atacó durante meses, incluso durante la campaña electoral, a su propia alcaldesa y sus políticas y, por si esto fuera poco, se sigue sin ver un liderazgo en ese partido, a la espera de quién será el recambio de Floro para 2027. En cuanto a IU, pese a su ruptura, buen hacer y revitalización actual, aún paga peajes de algunas formas y maneras de hacer política del mandato anterior, que no ayudaron a granjear apoyos en el espectro progresista, y que debe seguir recomponiendo. ¿Qué decir de Podemos, que se ha encargado casi con detalle quirúrgico de erradicar todo el conocimiento y capacidades que habían adquirido en sus pocos años de existencia en pos de mantener la verdad suprema de la política, que se resume en que aquello de que “como mucho ocho años en política” ha dejado paso a doce y los que vengan? Ahí están sus cargos para dar buena fe. Ante esta situación, la ciudad languidece entre el mal menor y el aburrimiento tranquilo, entre elegir cosas que si algo no hacen es renovar las ganas de cambiar la ciudad. Y en esas llegó y está Carmen Moriyón, en la política del todo parado, de anunciar millones aquí y allá y que no pase nada hasta 2027. Y así hasta 2031 y lo que haga falta.
Estoy seguro que este es uno de esos artículos que no gustan a nadie, que parece propio de altares morales y de expectativas frustradas. Es posible. O también es posible que sea fruto de confiar, aún, en que Gijón tenga una oportunidad de parecerse más a lo que fue Gijón que en lo que está embalsamándose: Tú más.
Esta claro, solo tu sabes como la izquierda tiene que hacer oposición.