Mientras la Policía Nacional prosigue las investigaciones para tratar de hallar al agresor y esclarecer si fue un acto premeditado o accidental, los vecinos de la zona intentan lidiar con una tragedia que ha conmocionado a la ciudad
Una lata de cerveza 1906, un ajado vinilo de R-Damski, otro del ‘Corcovado’ de Kevin Yost, uno más de los italianos Datura… Los objetos anteriores, aparentemente sencillos pero cargados de un simbolismo personal e imperecedero, son los que estos días decoran la fachada de la sidrería Casa Baizán que da a la céntrica calle Corrida, protegidos por un triste parapeto de cirios y velas y, de ello se encargan quienes lo conocían, permanecen encendidas día y noche. Porque este humilde altar, en el que la música y la nostalgia ostentan un protagonismo compartido absoluto, es el tributo que sus queridos han querido rendir a Eloy Malnero, el conocido DJ gijonés de 56 años que el pasado viernes perdía la vida al golpearse contra el cristal del restaurante en cuestión, presuntamente por efecto de la agresión perpetrada por un sujeto aún no identificado. Se trata, en fin, de un recuerdo colectivo a la ida y obra del que fuese un auténtico referente de la escena nocturna en la ciudad, y cuya prematura muerte ha llenado de consternación a propios y ajenos.
Mientras la Policía Nacional prosigue con la investigación del caso, sujeto a un estricto secreto de sumario, muchos se siguen preguntando qué fue lo que realmente pasó esa mañana, primera del mes y marcada por la resaca general por las celebraciones de Halloween. Tal como adelantaba el diario El Comercio, el torno a las siete de dicho viernes Malnero regresaba a su domicilio en compañía de su pareja cuando el agresor les asaltó por la espalda y empujó al primero. El DJ cayó contra el muro exterior de Casa Baizán, y resultó gravemente herido; los servicios de emergencias lo trasladaron de urgencia al Hospital de Cabueñes, desde el cual fue derivado al Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), pero todo fue en vano. Malnero fallecía en las dependencias sanitarias ovetenses, dejando atrás a su pareja y a un hijo, todavía menor de edad. En estos momentos la labor policial se centra en identificar al perpetrador, que se dio a la fuga, y en tratar de determinar si la muerte del DJ fue deliberada, o fruto de una imprudencia.
«Era un crack… Lo oí alguna vez, en locales y tal, y trabajaba de lujo», le recuerdan
«Es horrible pensar que una vida se pueda acabar así, de un mal golpe», reflexionaba esta mañana Estíbaliz Duarte, vecina de Cimavilla, mientras observaba el altar erigido para honrar al difunto. Aun sin ser seguidora de su música, ni conocer personalmente a Malnero, lo ocurrido en ese punto de una calle, Corrida, que frecuenta a diario no deja de «cortarme el cuerpo; y como, encima, se descubra que fue por nada, por pura mala suerte de toparse con quien no debía, el miedo va a estar ahí». Un parece muy semejante al expresado por Genaro Fernández, también habitual de la populosa arteria, y deseoso de que «se le eche el guante a esa persona cuanto antes; si fue a propósito, malo, pero si fue por accidente y lo abandonó herido… En fin, no hay derecho».
Como Duarte, Fernández no conocía el arte musical de Malnero, una tónica que, sin embargo, rompe Carlos Alpedrete, ‘Charly’ para sus amigos. «Era un crack… Lo oí alguna vez, en locales y tal, y trabajaba de lujo», rememora, deseoso, como todos los demás, de que «se haga justicia; es lo que siempre se dice, ya lo sé, pero es que no nos queda otra que pedirlo». Una petición que ‘Charly’ formulaba segundos antes de llevarse dos dedos cruzados a los labios y, sin apartar la vista del altar, pronunciar un tímido «Gracias».