Pensar que el crecimiento indefinido del sector público es una solución real no hará más que alargar la agonía de los asturianos
En 2021, la Asociación Compromiso Asturias XXI en su trabajo “Observatorio de la Migración Asturiana” nos daba varios datos interesantes sobre la situación demográfica de nuestra región. De las 980.000 personas nacidas en Asturias y vivas en 2021: 800.000 residían aquí, 150.000 en el resto de España y 30.000 en el extranjero. El resto de la población asturiana, hasta llegar al millón de habitantes, lo conformaban 160.000 personas nacidas en otras provincias y 40.000 extranjeros.
A estos habría que sumar los 140.000 asturianos residentes en el exterior: numerosos descendientes de asturianos, muchas veces agrupados en torno a los Centros Asturianos, auténticas “embajadas” de nuestra región por todo el mundo, mayoritariamente en América pues fueron unos 350.000 los asturianos que emigraron a ese continente entre el siglo XIX y el primer tercio del XX.
La emigración, ayer y hoy, se produce fundamentalmente por los mismos motivos: búsqueda de trabajo y estabilidad, posibilidad de prosperar y oportunidades de futuro. Y el motivo principal para no regresar suele ser la formación de una familia y haber encontrado un entorno estable en el extranjero.
En conclusión, Asturias cuenta con más de 200.000 personas que se sienten asturianas, viven fuera de Asturias y quieren mantener vivos los vínculos y las relaciones con Asturias. Sería una gran pérdida para todos si no logramos a corto plazo facilitar la relación de todas esas personas con nuestra región.
En ese sentido, no parece que estén dando resultado las políticas dirigidas a traer nueva población a Asturias, retener la existente y promover el regreso de la emigración. La excusa de que se necesita más tiempo para ver los resultados no es justa para los miles de jóvenes que han tenido que tomar la decisión de irse en los últimos años.
La situación para los asturianos que viven aquí es desesperanzadora: negocios cerrados por doquier, despoblación ya evidente incluso en pueblos del área central, ausencia de niños en las calles de las principales ciudades y crecimiento de un sector público que no genera crecimiento económico ni desarrollo social y dificulta el trabajo en el sector privado.
Si a todo esto añadimos que la pirámide poblacional asturiana está muy envejecida, todo el mundo entiende que la solución, para mantener un número de habitantes que permita la estabilidad social de nuestra región, pasa también por conseguir que personas no nacidas en Asturias, e incluso sin vinculación previa, quieran vivir aquí.
A grandes males, grandes remedios. Y eso solamente se puede conseguir facilitando al máximo la iniciativa privada, pues ya no existen ni existirán ENSIDESAS con 20.000 trabajadores y pensar que el crecimiento indefinido del sector público es una solución real no hará más que alargar la agonía de los asturianos.
Cierto es que, como he intentado resumir, la emigración no es un fenómeno nuevo y que los asturianos tan sólo somos superados por los gallegos en nuestra disposición a emigrar. Pero también es cierto que, si de los de Bilbao se dice que nacen donde quieren, de los asturianos –a la vista está- se puede decir que nacemos donde podemos o donde nos dejan, pero nos gustaría a todos poder estar en Asturias en todas las ocasiones; y, si emigramos, que no sea obligados por decisiones políticas intervencionistas que ahogan nuestra probada capacidad para el trabajo y el desarrollo de negocios prósperos, como han demostrado durante siglos y demuestran hoy numerosos asturianos en sus países de acogida.
Pablo Portillo es miembro del Club de los Viernes
Con estos datos
¿Qué puede hacer la oficialidad del asturiano y gallego de Asturias (que no necesita organismo gestor al contrario de lo propuesto por la ALLA. Ya existen dichos organismos en Galicia) para mejorar estos datos y poner a Asturias en la senda del crecimiento económico?
La respuesta es nada.
Todo lo contrario.
Sería (como ya es) una fuente de conflicto social y distracción de medios, recursos, gentes y planificación necesarios.
¿Y todo por qué?
Por obligar a que los asturianos dejen de hablar la lengua que mayormente hablan desde hace generaciones .
La lengua de Jovellanos, Clarín o Menéndez Pidal.
La lengua común entre los gallego-parlantes y los bableparlantes.
Para obligar a hablar un grupo de dialectos que habla de forma habitual menos del 3% de la población, abandonando su lengua castellana.
Gran proyecto el del PSOAlgo