Ciudadanos y grupos animalistas alertan de la posibilidad de que desde el sábado un felino siga vivo, encerrado y sin alimento en un piso de la avenida Galicia; algunos critican la «inacción» de la Policía Local y amenazan con emprender acciones legales

¿Hay, o no hay, gato encerrado en el 7C del número 39 de la avenida Galicia? La pregunta, como la mecha de un cartucho de dinamita al que se acerca una cerilla, ‘prendía’ en las mentes de los gijoneses el pasado sábado y, desde entonces, no ha dejado de arder, ganando fuerza en el imaginario colectivo y arrastrando consigo a colectivos animalistas y a un buen puñado de ciudadanos de a pie. Todo después de que, esa mañana, una vecina de la ciudad (que, por prudencia, ha preferido mantener su identidad en el anonimato) pasase ante el domicilio en cuestión, desalojado unas semanas antes, y, mientras una cuadrilla de obreros lo vaciaba, localizase a cinco felinos; varios de ellos, de apenas unos meses. La mujer en cuestión, a la que miGijón ha entrevistado, pudo rescatar a tres de ellos, y una residente en el inmueble se hizo cargo de un cuarto, pero el quinto hubo de ser dejado allí debido a su agresividad, a la falta de respuesta de las autoridades y a la necesidad de los trabajadores de cerrar la vivienda a mediodía. Así, para cuando la improvisada ‘rescatadora’ regresó, esa misma tarde, el piso estaba sellado, sin que haya constancia de que el animal fuese, finalmente, evacuado. Y la mera posibilidad de que el gato siga allí, encerrado, sin agua ni comida, y solo, han desatado la indignación popular.
«Esté allí o no, siga vivo o no, es inmoral lo que ha pasado«, afirma, tajante, la autora del rescate, vinculada a colectivos protectores de animales. Según el testimonio que ha aportado a este diario, los residentes en el piso en cuestión fueron desahuciados un mes antes, en una fecha que, por ahora, no ha sido posible determinar. Sus pasos la llevaron a las inmediaciones el sábado por la mañana; una vez allí, «me avisaron de que quedaban varios gatos dentro, y que había trabajadores vaciando la vivienda, así que allá que me fui». La escena que se encontró, recuerda, era dantesca. «Era Diógenes puro: basura acumulada, olía fatal… Uno de los obreros me comentó que se habían encontrado los cadáveres de dos felinos«, detalla. Ahora bien, lo verdaderamente importante para ella eran los otros cinco gatos que aún campaban a sus anchas por la zona, «sucios y llenos de pulgas», pero todavía vivos. De ellos, «una mujer que vive en el sexto recogió a uno, aunque dijo que no podía hacerse cargo de él; espero que lo llevase al albergue«. Sin embargo… ¿Qué hacer con los cuatro restantes? «Los vecinos estaban diciendo que no querían gatos, que iban a abrir para que se fuesen; con lo fácil que es avisar y que los profesionales se hagan cargo de ellos«, continúa la rescatadora.

Por supuesto, ese gesto tan lógico fue el que ella realizó. Tomó su teléfono, pulsó el 112, «que es el número en el que las llamadas quedan grabadas», informó de la situación… Y, tras más de veinte minutos, nadie al otro lado de la línea fue capaz de dar con la Policía Local. Al mismo tiempo, los trabajadores de la cuadrilla de desalojo le advirtieron de que, por orden del propietario, a las dos en punto de la tarde tendrían que clausurar la vivienda y sacar a los animales a la calle. Así que, ni corta, ni perezosa, y con el reloj jugando en su contra, la mujer tomó a los tres más pequeños, bautizados ‘Manchitas’, ‘Copito’ y ‘Popy’, de ocho meses cada uno, y se los llevó consigo… Confiando en poder dejarlos a buen recaudo con tiempo suficiente para regresar a por el quinto, un ejemplar adulto «bastante agresivo» al que tuvo tiempo de dejar algo de comida y un poco de agua. La suerte, sin embargo, no estuvo de su parte. Para cuando volvió al inmueble de la avenida Galicia, ya en horario vespertino, los obreros se habían retirado, y una pesada puerta metálica sólidamente cerrada bloqueaba el paso. Y del quinto felino, ni rastro.
Desde entonces, los esfuerzos de la mujer para conocer el paradero del animal han sido infructuosos. «La Policía Local me llamó después, pero sólo para pedirme mis datos; ni siquiera se interesaron por la dirección«, protesta. Tampoco en el Albergue de Animales de Serín ha habido mejor fortuna; allí, «al principio se comprometieron a que, si se enteraban de que el gato hubiese entrado, me lo comunicarían, pero luego volví a consultarles, y zanjaron el asunto diciéndome que no podían revelar esa información». De hecho, este periódico ha contactado con las Concejalías de Seguridad Ciudadana y de Medio Ambiente, y con el mismo Albergue de Serín, para tratar de determinar el paradero del felino, aunque por ahora ninguno de los tres organismos ha podido concretarlo. Entre tanto, el asunto ha llegado a las redes sociales, difundido por colectivos como la plataforma Animales en Apuros de Langreo, y decenas de voces se han unido a la inquietud de la rescatadora. «Ya no es sólo la posibilidad de que se muera de hambre o de ser… El piso olía tan mal, que fue dejado con las ventanas abiertas, y si un gato no tiene nada para comer… ¿Qué va a hacer? Lanzarse a la calle en busca de alimento. Y es una séptima planta, no lo olvidemos«, advierte.
Ahora bien, lo que más enerva a la mujer es el comportamiento que achaca a las autoridades locales. «Esa misma mañana una protectora con la que tengo trato vivió una situación parecida y, al final, en el 112 tuvieron que contactar con la Policía Nacional, porque la Local no contestaba a las llamadas«, afirma. Pero es que el motivo de crítica tiene aún un segundo escalón. «La Local, finalmente, se puso en contacto conmigo, así que sabían lo que había ocurrido; y los protocolos establecen que, una vez las autoridades contactan con el Albergue para que se lleve al animal, el lacero tiene media hora para hacerlo», ahonda. Que así ocurriese, o no, es la gran incógnita ahora, aunque, en cualquier caso, «no se actuó como es debido; ni al tratar de dar con la Local, ni al pedir información al Albergue. Y, recordemos, es un servicio que estamos manteniendo con ayudas públicas, con el dinero de los gijoneses«. Tanto es así que, según ha trascendido, en ámbitos animalistas ya se está redactando un escrito de denuncia, que será elevado a instancias judiciales, aunque la rescatadora es mucho más prosaica. «Sólo pido que alguien vaya, abra la puerta y compruebe si ese gato sigue allí… Y, de ser así, que lo ponga en manos de una protectora. Es sencillo… Y es un ser vivo. ¿No es lo mínimo que todos deberíamos hacer?«.