
No hay duda de que José Ramón Enguita figurará como uno de los grandes impulsores de la democracia en Gijón

Queridos lectores: hoy quiero hablarles de un hombre que pudo ser dermatólogo, pero que fue el primer jefe del servicio de Análisis Clínicos de la entonces Residencia Sanitaria José Gómez Sabugo, actual Hospital de Cabueñes; pudo haberse dedicado a la novela histórica (materia en la que es un erudito), pero prefirió mantenerse en la sombra, dedicado a la gestión cultural; y pudo haber militado en el Partido Socialista Popular de Tierno Galván, pero se afilió a lo que era entonces Alianza Popular, cuya sede estaba justo enfrente, en la calle Corrida. Una formación acorde con sus ideales y con la que, cambios de nombres aparte, mantiene vivo su compromiso. Me estoy refiriendo al doctor José Ramón Enguita Álvarez, que hoy, viernes 19 de septiembre a las 20:30, recibirá el Premio a la Trayectoria Ejemplar 2025, otorgado por la Asociación de Mayores del PP de Gijón.
Para comprender el significado del galardón tenemos que remontarnos casi medio siglo atrás, concretamente a 1983. En ese momento, como muchos hombres y mujeres de su tiempo, el doctor José Ramón Enguita consideró que era el momento de dar un paso al frente, de comprometerse con Gijón, por lo que aceptó la propuesta de su partido de concurrir a las elecciones municipales de mayo de ese año como número 2, en la lista que encabezaba Francisco Álvarez-Cascos. Elegido concejal, repitió en 1987, también como número 2, en esta ocasión tras Francisco Rimada.
Al margen de las diferencias políticas, el perfil de los miembros de aquellas corporaciones presentaba varias concomitancias: la mayor parte de ellos eran personas con una sólida carrera profesional, que entendían la política -especialmente la municipal- como una labor destinada a mejorar la vida de sus conciudadanos. Eran tiempos en los que dar la cara suponía un riesgo cierto de que se las partieran, pero eso no arredró al Dr. Enguita. Había que cimentar la democracia con diálogo, lo opuesto al ordeno y mando de la etapa franquista; con capacidad de escuchar al rival y encontrar puntos en común, frente a los concejales puestos a dedo por el régimen, que se sabían meros títeres ante las decisiones del alcalde de turno; y con una actitud de servir, contra el objetivo de los viejos ediles de acaparar prebendas y aumentar sus finanzas personales. Bien se podría decir, como fue el caso de José Ramón Enguita, que cuando abandonaron sus cargos eran más pobres que cuando accedieron a ellos, porque muchas de las funciones inherentes al puesto, que ahora se subvencionan generosamente (viajes, congresos, comisiones…), las pagaban los concejales de su propio bolsillo, sin pedir ni esperar compensación.
El doctor Enguita se mantuvo como edil hasta su dimisión en el año 1989. Durante esos años mantuvo una intensa actividad en Alianza Popular (actual Partido Popular), participando como compromisario en su VI Congreso nacional (Barcelona, 1984) e integrando como reserva la candidatura por Asturias al Congreso de los Diputados en 1986. Cuando se fue lo hizo sin hacer ruido, pero no pudo evitar -muy a su pesar, como persona discreta que es- que su nombre quedara grabado en letras de oro en el Ayuntamiento. Porque en esos seis años contribuyó de manera decisiva a normalizar la democracia. Algo que ahora nos parece natural pero que, tras 36 años de dictadura, hubo que conquistar con esfuerzo en aquella etapa que se denominó “transición democrática”, tan desacreditada ahora por algunos, que incluso la quieren borrar de la memoria de España. Pero que, no tengan ninguna duda, cuando se someta al juicio de la Historia con la suficiente distancia que dan los años, se recordará como el mayor periodo de convivencia pacífica entre españoles de ideas distintas o incluso contrapuestas. Y tampoco hay duda de que José Ramón Enguita figurará como uno de los grandes impulsores de la democracia en Gijón.

Cuando dejó su puesto de concejal, el doctor Enguita siguió comprometido con su ciudad, como -entre otras tareas- miembro de la directiva del Ateneo Jovellanos, uno de los grandes generadores de cultura en nuestra ciudad, por el que (puedo dar fe de ello) pasaron y siguen pasando grandes pensadores, médicos, juristas y un largo etcétera, independientemente de su filiación política, religión, clase social…
Aquí hay que hacer un inciso referido a su vida personal que retrata bien al homenajeado: en sus tiempos de estudiante de Medicina conoció a la que hoy es su mujer, Maribel del Toro. Se casaron en 1965 y han tenido cuatro hijos: José Ramón, María Isabel, Daniel y Pablo, de los que solo Maribel Jr. ha seguido la profesión de su padre, y actualmente trabaja como especialista en Análisis Clínicos en el HUCA. Hasta aquí, todo normal. Lo que ya no lo es tanto es que, más de setenta años después de conocerse, siguen enamorados como dos tortolitos; de hecho es habitual verlos cogidos de la mano, tomando el vermú o la merienda en cualquier terraza del Paseo de Begoña. ¿Quién dijo que el amor tiene edad?
Y, como hombre con valores y fiel a las demandas del presente, en 2023 mostró una vez más su apoyo al Partido Popular con su tercera presencia en la candidatura de las elecciones municipales al Ayuntamiento de Gijón: cuarenta años después de su primera participación, ocupó el número 23 de la lista encabezada por Ángela Pumariega. Un hecho que va más allá de lo simbólico; aquí está José Ramón Enguita, a disposición de lo que el partido y la ciudad necesiten.
Me apuesto un café con ustedes que hoy, viernes 19 de septiembre a las 20:30, la entrega del Premio a la Trayectoria Ejemplar de la Asociación de Mayores del PP en su edición de 2025, dirá que no cree haber hecho nada para merecerlo. Pero, por única vez en su condición de hombre de palabra, faltará a la verdad. José Ramón Enguita Álvarez, al que nacieron en Venta de Baños (Palencia) el 14 de agosto de 1934, ha ejercido como gijonés y ha hecho de su vida ciudadana, profesional y familiar, un compromiso permanente con Gijón y con los gijoneses. Y que sea por muchos años, doctor; de usted, como del Sporting, siempre esperamos – y seguiremos esperando- más.