Las mujeres del Club de Guisanderas ofrecieron un pregón que fue reivindicación de feminismo y asturianía a partes iguales
Arrancó el día tristón, como si no se hubiera dado cuenta de que la Semana Grande, la nuestra, tenía que dar el pistoletazo de salida este domingo. La lluvia que comenzó a afear el cielo gijonés el sábado, dejó una mañana nublada, gris, de esas que no dejan claro si estamos en pleno agosto o si ya el otoño asoma a nuestras ventanas. Era solo un susto, un amago o una broma. Porque el sol, finalmente, mandó a las nubes a dar una vuelta e iluminó la tarde gijonesa.
No merecía menos la marabunta de gente que se apretaba en la plaza mayor. Más aún cuando el Pregón corría a cargo del Club de Guisanderas, ese grupo de mujeres que concentran lo mejor de nuestra tierra como si fuera uno de sus platos. Fueron ellas «las primeras feministas de Asturias, sin pretenderlo, haciendo nuestra reivindicación a la japonesa, calladas, trabajando cada vez más, como las hormigas». Fueron palabras de Amada Álvarez, presidenta del Club de Guisanderas y la primera de las cuatro representantes que se asomaron al balcón del Ayuntamiento.
Hubo recuerdos en su discurso para Metrópoli, la Semana Negra e, incluso, el Sporting. Y arrancó los aplausos de los presentes en la plaza Mayor cuando recordó que «enterose todo Asturias y parte del extranjero que ya pueden aparcar en Gijón».
Pili Ramos, otra de las representantes el Club de Guisanderas, decía con orgullo «¿quiénes son estas mozas que vienen a pregonar a Gijón? Y yo os digo: ¡somos cuatro de las componentes del Club de las Guisanderas de Asturias, las que llevamos la Tierrina por bandera!». Un orgullo, el de asturianas y gijonesas, que lucieron con la ilusión de quien recibe uno de los homenajes más bonitos que puede vivir alguien que ha nacido o vivido a la orilla del Piles.
Así al menos lo reconocía Noelia García: «Es largo el camino que hemos recorrido y ahí seguimos, poco a poco hemos recibido multitud de reconocimientos, que nos hacen ver que algo debemos estando haciendo bien, pero ya ser pregonera en tu casa, en tu ciudad es lo más especial que te puede pasar».