«Hace tres años se inauguraba en el mes de octubre la primera librería especializada en obras escritas solo por mujeres, la única que se encuentra en Asturias»
Reflexionemos. ¿Cuántas obras de mujeres conocemos y son publicadas al año? ¿Cuántas de autores varones? ¿Cuántas escritoras se esconden tras obras con apodos masculinos de éxito? ¿Por qué hay un desconocimiento casi total del mundo literario en femenino?
Intenten hacer el ejercicio mental de enumerar veinte autoras literarias de memoria. Se encontrarán con que sólo le vienen a la cabeza un puñado, y el resto, ya ustedes saben que son autores hombres, escritores a la fin.
Al hilo de esta idea hoy les vengo a contar que hace tres años se inauguraba en el mes de octubre la primera librería especializada en obras escritas solo por mujeres. Es una de las pocas que se pueden encontrar en la Península, y es la única que se encuentra en Asturias. Este templo feminista se ubica en la céntrica calle Celestino Junquera nº 1 de nuestra ciudad y lleva nada más y nada menos que el nombre de una de las grandes obras de Virginia Woolf : “La habitación propia”.
Tuve la suerte de conocer este café librería a las pocas semanas de su apertura (concretamente para un encuentro de lectura de poemas de grandes autoras poco conocidas, debido esto al yugo y a la invisibilización a la que fueron sometidas históricamente), y supe desde el primer momento, mientras atravesaba esa transparente puerta de entrada, que estaba accediendo en un lugar especial.
La habitación propia te recibe con un gran mural donde reza la cita célebre de Virginia Wolf “No hay barrera, cerradura ni cerrojo que puedas imponer a la libertad de mi mente”. Y así es cuando nos adentramos en este lugar que huele a vientre, a hogar, a armonía y a encuentros calmos.
Tenemos en Asturias (por desgracia) muy pocos espacios culturales donde podamos acudir a ojear, oler y saborear libros y lectura como antaño, o dónde podamos disfrutar de exposiciones de autoras emergentes, de un concierto íntimo, una sesión poética o curso de teatro para veinte o menos personas. Esos espacios vitales que han sido referentes para nuestro imaginario colectivo, que han dado sentido a los contenidos que estudiábamos en bachiller y que nos han acompañado en nuestros primeros encuentros con la poesía, la novela o el ensayo.
Pero los espacios los conforman las personas, y el factor humano está más que bien representado por su dueña Mónica Iglesias, con la que es fácil disfrutar de una interesante conversación, tomar una infusión mientras degustas alguna de sus tartas caseras hechas con el máximo mimo o disfrutas de una cerveza artesana. Además, Mónica tiene claro desde el principio que la librería tenía que estar enclavada en la ciudad de Gijón por su carácter reivindicativo, asociacionista, feminista y también revolucionario. Este carácter también se plasma en el ambiente de “La habitación propia”, ya que es un espacio plural, abierto, no discriminante, pro-vegano y pet friendly. Y orgullosamente feminista.
“La revuela de las putas “ de Amelia Tiganus, “La Hija de las mareas” de Pilar Sánchez Vicente, “Desolación” de Gabriela Mistral o “Ética para Celia” de Ana de Miguel son algunos de los ejemplos de los cientos de obras que conforman las estanterías de esta necesaria habitación.
Virginia Woolf expresaba en su ensayo que: «las mujeres deben de tener mucho más que la necesidad de tener un espacio físico propio, también el reconocimiento de un espacio íntimo donde puedan dar cabida y reconocer sus propios deseos, sus aspiraciones y necesidades, desterrando el servilismo, casi genético que las puso siempre al servicio de los demás».
Sería inútil escribir acerca de ellas si nadie las fuera a leer. También sería absurdo no hacer un llamamiento urgente al placer de la reivindicación que supone pisar esta librería. Es por eso que descubrirla constituye una profundización en la inteligencia femenina y en la visión personal de las autoras que la conforman. La historia le debe muchas habitaciones propias a las mujeres que nos precedieron y no tuvieron la suerte de verse en el escaparate del reconocimiento colectivo. Debemos sentirnos orgullosas de contar con “Nuestra habitación propia” en Gijón.