La actriz Rossy de Palma atrajo todas las miradas del público en la gala inaugural de la 62ª edición del Festival Internacional de Cine de Xixón, que premió la trayectoria de la actriz y la del cineasta Ado Arrieta en una velada llena de humor, diversión y pasión por el cine
Ya van sesenta y dos. Sesenta y dos -no sesenta, o sesenta y una- veladas en las que el Paseo de Begoña vuelve a engalanarse de moqueta rosa una tarde de viernes para celebrar la creación, el cine y el arte. El Teatro Jovellanos acogió ayer la gala inaugural de la 62ª edición del Festival Internacional de Cine de Xixón (FICX), una cita que cada año ubica con mayor precisión el nombre de Gijón unido a «cine» en el mapa en el contexto de los circuitos festivaleros de talla nacional e internacional. La velada estuvo marcada por la enorme expectación de un público muy animado (y también demandante de animación) desde el photocall previo a la gala. Miradas de curiosidad preguntando: «¿Quién es ese?», valoraciones cómplices entre amigos del vestuario de los invitados, algún aplauso esporádico, muchos móviles capturando y grabando y un gran revuelo al ver avanzar entre la gente una esbelta figura con pamela negra que se metió al público en el bolsillo durante la tarde y se alzó como como su protagonista indiscutible.
Rossy de Palma llegó a las puertas del Jovellanos abriéndose paso entre todas las miradas que se giraron súbitamente al reconocerla, para recibir minutos después sobre el escenario el Premio Isaac del Rivero, el galardón que lleva por nombre al fundador del festival y que reconoce la trayectoria de una personalidad destacada del cine vinculada con Asturias, como es el caso de la chica Almodóvar, hija de avilesinos. Y ya desde su llegada destiló esa actitud que consiguió convencer a todos: divertida, amable, espontánea y muy animosa hasta para pedir a su familia de Avilés que la acompañase ante las cámaras.
Una vez dentro, en la gala hubo tiempo para todo: tiempo para desternillarse de la risa ante un Julián López desbordante de golpes en su papel de presentador, y tiempo también para contener la respiración con las imponentes pausas dubitativas del cineasta Ado Arrieta, Premio de Honor esta edición, que recibió su galardón casi con un nudo en la garganta y con una gran dosis de silencio ante un discurso no premeditado: «Me encanta este premio, me encanta este festival, estoy entusiasmado de estar aquí, de recibir esta distinción en un festival completamente cinéfilo, que me han dado por amor al cine y no por otros motivos».
De lo especial de una mente como la del creador madrileño ya alertaba minutos antes el director Albert Serra, que participa en los Pases Especiales del Festival con Tardes de soledad -y que llega a Gijón tras hacerse con la Concha de Oro en San Sebastián- cuando presentó al premiado para entregarle el galardón. «Tengo una amistad y un respeto hacia él desde que nos encontramos por primera vez que no he tenido por nadie más. Es el único cineasta español con el que tengo trato continuo, es un personaje singular, único y extraordinario y para mí siempre representa el underground y la pureza que solo puede mantener con la imagen una persona como él”, elogió el creador.
Pero como decimos, los 60 minutos de gala dieron para mucho, y toda esa contención que prefirió mantener Arrieta la derrocharía minutos más tarde Rossy de Palma. La actriz llegó a las tablas del Jovellanos entre los algodones de un Manuel del Rivero -hijo del fundador del festival y encargado de entregarle el premio- y de una alcaldesa, Carmen Moriyón, que se deshicieron en cumplidos para ella y para su histórica trayectoria antes de que entrara. Para la regidora, el verdadero éxito artístico es el que «reside en lo popular, en esa cultura que trasciende modas y generaciones» y que permanece «translúcida al devenir de los tiempos y estática en la memoria colectiva», algo que una «huella» como la de «una actriz como Rossy de Palma» resulta «ya imborrable». La vigencia de esta «musa de maestros como Almodóvar o Robert Altman» es la misma que mantiene el FICX para la alcaldesa tras sus «más de 60 años de historia». «El FICX es siempre motivo de orgullo para esta ciudad, un espacio que comparte aires de vanguardia y de progreso. No es un festival que se vaya a ver, es un festival que se espera», remató.
«El FICX es siempre motivo de orgullo para esta ciudad, un espacio que comparte aires de vanguardia y de progreso. No es un festival que se vaya a ver, es un festival que se espera», elogió la alcaldesa
Tras sus palabras llegó el momento más intenso para un público encendido y preparado para recibir a la actriz mallorquina, ávido de contemplarla y de escucharla. Ella tomó el escenario incontenible en el contoneo, la danza y la gracia solo propias en una verdadera musa del cine, y arrancó recordando a los gijoneses esa enorme «suerte» y «privilegio por vivir en una ciudad como esta, con esa esa playa que tenéis y con un festival de cine», algo «muy importante para una ciudad» en su opinión. Pidió «cuidar y proteger» esa cita con el séptimo arte en Gijón yendo al cine, «que es la mejor manera de hacerlo» y prometió volver pronto tras su «visita muy fugaz» de ayer para volver a «gozar de lo que gozáis vosotros todos los días».
Recordó también unas palabras previas de Julián López mencionando que el escenario le impone. El cómico condujo a la perfección la velada en una muy buena sintonía con un público al que supo mantener animado y expectante desde el principio. Bastaron tres minutos de gala para arrancar las primeras risas incontenibles y los primeros aplausos. El caso es que Rossy de Palma desmintió lo que había dicho Julián. «Aparte de que no es verdad… Es que a mí el escenario no me impone, ¡me pone!», exclamó en un ramalazo con el que terminó tumbada en el suelo besando el escenario gijonés.
«El arte es el único refugio que nos queda y, como yo siempre digo, el cine es una mentira para contar una verdad», defendió la actriz
Y ante el micrófono de nuevo, tuvo su momento de mayor seriedad para defender que ahora «la realidad parece una ficción» y «no nos damos crédito de lo que vemos y no entendemos lo que pasa, nos sentimos todos muy perdidos». Ante esa «posverdad» en un mundo que empieza a parecer «tan Black Mirror» y con los tiempos que corren, «se agradece un cine honesto». «El cine, las series ahora también muchas, cuando están hechas honestamente, cuando se pretende cambiar la mentalidad, abrir y expandir las mentes, empatizar, comprender al otro», expresó. Por ello recordó que para ese tipo de compromiso cumpla su función «hay que cuidarlo» y «preservarlo», y eso solo se consigue al meterse «en esas salas de cine con esa oscuridad, compartiendo con desconocidos en silencio y sintiendo cómo estamos juntos y cómo salimos transformados de esa sala, aunque difieran en opiniones, siempre hay que celebrarlo».
Aunque, «¿Qué os voy a contar?», preguntó al público del Jovellanos, «¡ya sabéis lo que es la experiencia del cine! Y estoy muy feliz de celebrarla aquí, puxa Xixón, puxa el cine, puxa la alcaldesa, puxa el festival y puxa todo el mundo que estáis aquí hoy», terminaba entre ovaciones. Fundida en un abrazo lleno de complicidad con la alcaldesa, de la mano de Manuel del Rivero y danzante, divertida, la chica Almodóvar se despidió del patio de butacas gijonés. Poco más quedaba luego por decir hasta presentar el corto ‘La causa del accidente que provocó el incendio’ y la película ‘¡Gloria!‘, los dos metrajes encargados de inaugurar el Festival con su proyección acto seguido de la gala. La directora de esta última, la italiana Margherita Vicario, protagonizó los últimos instantes de risas y alabanzas al séptimo arte junto a Julián López, en un discurso traducido a la ‘italoespañola’ del que el cómico se aprovechó para terminar con una graciosa conversación de ‘besugos’ entre el italiano de Vicario y sus chistes.
La actriz, cantante, compositora y directora también tuvo un luminoso momento musical, cuando se presentó inicialmente en el escenario para cantar junto a los músicos que habían estado intercediendo de tanto en tanto con pausas musicales durante la gala. Ella agarró el micrófono para interpretar ‘ARIA!’, una de las canciones que pone banda sonora su largometraje. Con sus notas de frescura, comicidad y música, el telón rojo descendió ya, para dar paso al verdadero protagonista del festival: el cine.