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Tenemos, por un lado, el futuro desarrollo de Naval Gijón. Por otro, la situación de parada técnica de la concesión de licencias para las VUT. A esto debemos sumar el anuncio del propietario del edificio del Monte de Piedad, Unicaja, de su intención de venderlo para un uso hotelero. Y por último, el hotel de lujo de Cimavilla
Anda el urbanismo de Gijón algo revuelto. Tenemos, por un lado, el futuro desarrollo de Naval Gijón, del que ya hablamos la semana pasada. Por otro lado, tenemos la situación de parada técnica de la concesión de licencias para las VUT, Viviendas de Uso Turístico, a expensas de cómo puede abordar el Ayuntamiento de Gijón una modificación de la normativa urbanística vigente para limitar su enorme eclosión, que iba camino de afectar gravemente al parque de viviendas disponibles para residencia habitual en varios barrios de nuestra ciudad. A esto debemos sumar el reciente anuncio del propietario del edificio del Monte de Piedad, Unicaja, de su intención de venderlo para un uso hotelero. Hecho que incide en ver cuál será el futuro de este emblemático edificio racionalista que tenemos en Gijón. Y por último, el asunto del que ya hemos hablado en alguna ocasión pero que sirve de ejemplo fidedigno del urbanismo gijonés: el hotel de lujo de Cimavilla. Asunto que prosigue engordando lo que parece un producto arquetípico de un urbanismo sin alma y del que quiero hablaros un poco hoy.
La historia de este presunto futuro hotel de lujo arranca con la venta de una propiedad pública, en un lugar privilegiado, al mejor postor. Este acontecimiento en sí mismo no serviría de nada si no hubiera ido acompañado de varios hechos que, nos pongamos como nos pongamos, chirrían.
El mencionado inversor privado puede comprar ese y más edificios, pero el hecho es que dicha compra debe ir acompañada de una modificación urbanística del suelo que ocupará el futuro hotel. Una modificación sin la que estaría prohibido construir ese hotel.
El primer precepto que cabría poner en duda: ¿es necesario un hotel en un extremo en fondo de saco del barrio de Cimavilla? Pues parece que en nuestra ciudad la respuesta es sí. Sigamos. Esa modificación de la normativa legal consiste en modificar el Plan Especial de Rehabilitación Integral del Conjunto Histórico de Cimadevilla, documento vigente y que, cierto es, acumula ya 30 años de existencia. Ese documento debe cambiarse para que un edificio en el que solo podía haber oficinas o instalaciones portuarias ahora pase a tener usos hoteleros.
Quedaría más por cambiar, ya que según el Catalogo Urbanístico de 2019 vigente en nuestra ciudad, ese edificio cuenta con protección ambiental, y si bien no es una protección que proteja mucho, algo si lo hace. Y el Catálogo Urbanístico establece que este edificio es nada más y nada menos que de 1890, y dice además que: “Se propone la conservación de todos los elementos originales existentes, así como aquellos elementos fielmente reproducidos a partir de los originales.”
Es decir, el edificio que integre ese nuevo hotel debe mantener partes del mismo. Bueno, salvo que se modifique también la ficha del Catálogo Urbanístico, que también se puede hacer.
Es decir, a través de decisiones legales, tomadas por nuestros representantes institucionales, se acabará pudiendo edificar un hotel donde no era posible, construir un parking donde no era posible e incluso recrecer un edificio donde no era posible. Nos guste más o menos, es posible que ocurra cualquiera de estas cosas.
La otra lectura que se puede hacer, y es con la que me quiero quedar, es que a veces abrir rendijas en puertas con la intención de dejar pasar solo a quien uno quiere, provoca que se cuele todo el mundo. Es decir, la posibilidad de modificar un documento como el PERI de Cimavilla no solo abriría la puerta al pelotazo urbanístico y a la más que previsible perdida de patrimonio y de identidad del entorno del futuro hotel, sino que podría servir de aldabonazo para acometer, con valentía, las necesarias reformas que el barrio Alto necesita. Y si a ojos de nuestros concejales se necesita un hotel de lujo, no me puedo imaginar cuantas iniciativas, más reales y pragmáticas que el ocio ostentoso de unos pocos, implementarán para dotar al barrio de todo lo que de verdad necesita. Que no es poco.
Que cansino este tema…. Si no quieren un hotel de 5 estrellas se les puede poner en Cimavilla el Albergue Municipal, la Cocina Económica, alguna industria contaminante, alguna discoteca «after»,….mucho mejor que un hotel de 5 estrellas para asquerosos ricos