Es como si la campaña turística de Madrid fuera Paco Martínez Soria con gallinas en una mano y cuadro en la otra, sentado frente a un policía ordenando el tráfico silbato en alto
Una verdadera pena que, teniendo en cuenta la calidad de nuestras compañías escénicas profesionales asturianas, de nuestras actrices metidas en mil y un papeles de gran complejidad, el ayuntamiento de Xixón haya apostado por un estilo costumbrista para convencer a influencers que aquí, en nuestra ciudad, se mantienen las tradiciones. Hace poco más de tres años, Rodrigo Cuevas era el estandarte de la campaña turística, aunando tradición y vanguardia, vendiendo la marca de la ciudad a través de la transgresión y la modernidad. En contrapartida, el Ayuntamiento de Xixón, hoy, plantea a grandes profesionales de la escena un papel de pescaderas de antaño para vender una ciudad del ayer. Tanto Rodrigo como Arancha hacen lo que se les plantea. Su capacidad profesional, su manera de meterse en el papel, su ilusión por lo que hacen, permite que nos creamos aquello que vemos, haciendo que, a pesar de que la sátira y el humor, esté presente en el vagón, quedando en la retina influencers, una señora que desconoce el inglés, vestida de negro y con pañuelo en el pelo, porque la profesionalidad permite eso; meternos y dejarnos en el recuerdo lo que ves, aunque sean estereotipos de pasado. Lástima. Lástima por la idea de turismo que ha transmitido el ayuntamiento, lástima por desaprovechar el talento asturiano, lástima por errar, y de qué manera, el enfoque de la campaña.
Hemos venido de Xixonomía, de paisanaje y de vanguardia, de innovación y cambios apoyados en el ayer y en poco tiempo nos encontramos a dos pescaderas deambulando por un vagón con cestas y entrecejo. Es como si la campaña turística de Madrid fuera Paco Martínez Soria con gallinas en una mano y cuadro en la otra, sentado frente a un policía ordenando el tráfico silbato en alto. El responsable del despropósito gijonés debería asumir responsabilidades, así como quien, desde el punto de vista político, haya aprobado dicho enfoque. Cuando hablo de responsabilidades me refiero a pedir disculpas a todos los gijoneses y gijonesas por una campaña nefasta, porque pedir perdón, al equivocarse, también es una responsabilidad de un gobernante ¿Cómo puede ser posible que la primera imagen de Asturias que tengan las personas generadoras de contenidos sea el pasado? Además, se ha realizado una visión de un pasado sectario, visto desde la altura burguesa de entonces en donde a las trabajadoras se las consideraba parcas de conocimiento. Vengo de familia de pescadores, por parte de madre, y de la tierra por parte paterna. Mi abuelo, siempre al lado de la radio, dejaba la ignorancia para aquellos que no querían mirar el mundo. Él había estado en Gran Sol, batallado contra olas, mandado sus mensajes por RNE para que pudiera saber la familia que estaba bien y terminó su vida mirado el pasado para empujar el futuro desde su ventana de la calle Santa Lucía. Por parte de padre, la tierra no solo se labraba, sino que también servía para apoyar el caminar, el avance hacia la mejora, la mirada hacia el horizonte. Familia de lectores, de progresismo, de ventanas que abrían la falda del Sueve sin dejarse encorsetar por la guerra y la posguerra. Eso era y es Asturias, mar y tierra alejadas de la imagen que ha transmitido el Ayuntamiento al mundo.
Recuerdo a las pescaderas de la calle Cabrales. Me encantaba subir las escaleras húmedas del clásico edificio de la pescadería, hoy administrativo, oler a mar, escuchar los gritos, ver el pescado arremolinado en los mostradores, brillantes cuerpos a ambos lados del caminar, sentir el agua bajando por el mármol vertical de su puesto y percibir el humor sarcástico de las mujeres mientras limpiaban con esmero las entrañas. Profesionalidad tras la gracia y el delantal mojado. No creo que ni ellas mismas estén contentas con la visión que se ha querido transmitir de su profesión y su conocimiento. Seguro que en un primer momento les haya hecho gracia, la capacidad que tiene Arancha de hacernos disfrutar de sus representaciones apoyadas en el respeto y el buen hacer es notorio, pero después, asimilando la parodia y hacia que va dirigido, ser la imagen de nuestra ciudad, creo que no les ha gustado.
Si el ayuntamiento apuesta por esa manera de entender Xixón, debería empezar a trabajar por impulsar el Mercado del Sur, recuperar esos y esas profesionales de la mar, de la tierra, de la huerta, para tener un lugar de referencia en la mañana. Siempre que voy a una ciudad me introduzco en el mercado central, si lo hay, para ver los productos y conocer el corazón de las calles, porque en esos edificios populosos se encuentra la sangre de las villas. Alejado de Amazon, fuera de las grandes superficies, los habitantes de las ciudades se reúnen esperando los turnos en los puestos de mercados urbanos, sabedores de la calidad y frescura del producto, manteniendo la frase borrada por fríos números en un display “el último… por favor”. Sin embargo, el mercado de Xixón languidece, se deja engullir por supermercados adyacentes, por los locales vecinos, con el silencio de un ayuntamiento que sigue mirando al pasado con cestas de mimbre en un vagón. La primera plaza de abastos cubierta de la ciudad es privada, es decir, no es propiedad del Ayuntamiento, pero este debe poder liderar las iniciativas para intentar que no desaparezca un emblema de los comercios de antaño, pues, año tras año, las protestas de los alquilados, la desaparición de locales y la falta de liderazgo municipal, está llevando a un declive que puede terminar con la desaparición de una joya que no viaja en vagón, pero que nos hace a todos viajar en la cotidianidad pasada y presente del buen producto, del buen hacer, de los y las buenas profesionales. Por fortuna, nuestro mercado se mantiene anclado a su uso primigenio: el comercio. Se mantiene alejado de glamures madrileños, de modas gastronómicas de clases pudientes, de privatizaciones de los recuerdos, pero se debe potenciar su actividad, buscar alternativas para potenciar los puestos de antaño uniéndolos a la vanguardia del hoy, seguir en esos ayeres en los que todos no podemos ver representados, pero con la pujanza de un futuro del comercio de proximidad gijonés, pues la añoranza no hace progresar, pero si da la base para avanzar.
Somos vanguardia, somos innovación, somos futuro y claro que somos pasado, pero si queremos hacer una campaña que hable de nuestro ayer, utilizar a nuestros grandes creadores, diseñadoras, actrices, actores, para mostrar lo que fuimos: una tierra de lucha, de reivindicación, de amor a la mar y a la mina, de fortaleza, de mirar al horizonte de frente, de siderurgia y astilleros, de confraternización con una sidra, de nobleza y fraternidad, se debe dejar el sarcasmo para otros ámbitos, no para anunciarnos al mundo, pues el gijonés, la gijonesa, también tiene la gracia playa, pero esa se debe mostrar, y se muestra, con la sonrisa pícara frente a ella, no en una pantalla, no en un like, no en un envoltorio que desvirtúa la profesionalidad de nuestra escena y nuestras raíces.
Sigo viendo los carteles de Xixonomía y me pregunto ¿por qué cambiar? ¿por qué alejarnos de campañas que miraban al futuro revindicando respetuosamente nuestro pasado? ¿por qué esconder el paisanaje en la parodia? ¿por qué la innovación la metemos en una cesta? Espero que sea un traspiés, pero me temo que la manera que entiende la corporación el turismo gijonés está ligado al consumo rápido, a la estancia corta, a los estereotipos de comida y bebida, no yendo encaminados a impulsar un turismo alejado del ser humano convertido en termitas, acabando, por la voracidad del momento, con todo aquello que tocamos. Debemos ir a un turismo sostenible que busque la generación de empleo de calidad, vinculado a nuestra cultura, a nuestra manera de entender la vida y sociedad, garantizado actividades económicas que repercutan, de manera continuada, en la ciudad sin perjudicar a sus habitantes, consolidando el sector para el mañana, diversificando las posibilidades de ocio y disfrute, alejarnos de un modelo único de divertimento, preservando nuestros recursos naturales y promoviendo la diversidad. Si no vamos hacia ese camino, si nos dejamos llevar por el enriquecimiento rápido, voraz, momentáneo, repetiremos patrones de antaño reflejados en el caminar de la sombra por la arena de nuestra playa, San Lorenzo. Sombra provocada por edificios que miraban modelos de turismo del ya y el ahora, no del mañana y el futuro.
Miremos cómo queremos dar a conocer nuestra villa y sabremos cómo queremos vivir nuestro mañana. De momento, esta corporación busca en el costumbrismo la innovación. Mala cosa.