«Ser finalista del Premio Planeta me ha abierto las puertas del público»
«Hemos dejado de darle a las obras el valor que merecen, todo es de usar y tirar»
«Cuando escribo una novela no estoy pensando en si el lector será hombre o mujer, en su religión o en su tipo de piel«

Verónica García-Peña (Oquendo, 1979) es periodista, crítica literaria, escritora y unas cuantas profesiones más. Pero, además, es un torrente de energía, y eso se nota ya en sus primeras frases. Asturiana de adopción, eligió Gijón como su lugar en el mundo, y aquí lleva más de un lustro haciendo equilibrismos entre la soledad del escritor y la dictadura de actualidad del periodista. Y no le ha ido nada mal, porque ha conseguido colar dos de sus novelas entre las finalistas del prestigioso Premio Planeta. El sábado estará en Metrópoli junto a Alicia G.García, charlando de libros, escritoras y novelas. Y de todo ello hablamos también con ella.
Estarás el sábado en el espacio Metropolitanas, del Festival Metrópoli, ¿cómo surge esta invitación y qué se van a encontrar las personas que vayan a verte?
La idea es presentar el nuevo libro de Alicia G. García, ‘El secreto de Erna’ y también hablar de mi última novela, ‘La isla de las musas’. Pero además queremos mantener una charla sobre lo que supone escribir siendo mujer, no desde el punto de vista académico, sino algo mucho más accesible. Trataremos temas que a las dos nos afectan, como son el uso de seudónimos, los concursos literarios y de esa mal llamada “literatura de mujeres”.
Como escritora has sido dos veces finalista (seleccionada entre los 10 mejores y 4ª posición) del Premio Planeta. ¿Te queda esa sensación de haberte quedado “a las puertas” de algo muy grande?
No. Tenía muy claro hasta dónde podía llegar y hasta dónde no. Por eso no me supuso un trauma ni un problema. Siempre he dicho que haber quedado finalista me ha abierto las puertas del público, es un trampolín en el que pude enseñar lo que hago y al que, en ese sentido, siempre estaré muy agradecida.
¿Por qué ese “tenía claro hasta dónde podía llegar”?
Yo era una escritora desconocida, venía de Amazon. Cuando te metes en el mundo literario conoces más cómo van las cosas y las posibilidades reales que tienes. No es lo mismo publicar de forma independiente que tener el respaldo de una editorial. Pasa lo mismo, por ejemplo, en las ferias del libro, es muy difícil asistir si no tienes una editorial que te invite.

¿Te volverías a presentar al Planeta?
No. Es algo que ya no me apetece, pero sí me presentaría a otros concursos porque son un buen trampolín para darte a conocer. La gente piensa que cuando consigues una editorial ya está, camino hecho. Y qué va. El camino de un libro es muy incierto, los escritores ya no viven como antes. Salvo contadas excepciones, de escritores muy reconocidos, el resto tiene que volver a empezar de cero cada vez que se pone a escribir. Es una vida que requiere de mucha fuerza de voluntad porque es fácil darte por vencido. Es un trabajo solitario y duro.
¿Cómo es publicar un libro en España? ¿Cómo se vive ese proceso?
Piensa que para escribir un libro puedes estar meses o incluso años. Y cuando por fin logras publicarlo el recorrido que tiene es muy corto. El mercado editorial es muy volátil, todo el tiempo hay novedades. Por eso creo que estamos editando por encima de nuestras posibilidades. Aunque es una afirmación que parece que puede perjudicar al autor, no lo es. No puede ser que un libro tenga dos semanas de recorrido y luego la novedad sea otra. De esta forma hay muchos autores que se pierden por el camino.
Es algo parecido a lo que pasa hoy con Netflix, tienen tantas cosas que la gente no sabe qué ver. Salen novedades constantemente y una serie, salvo muy pocas excepciones, se pierde a los días de ver la luz. Y hablamos de una obra que puede llevar más de un año de trabajo. Hemos dejado de darle a las obras el valor que merecen, todo es de usar y tirar y no disfrutamos del camino.
Como me contabas al principio, en Metrópoli hablaréis de cómo es ser una mujer escritora hoy en día. Entiendo que se ha notado una evolución.
Va mejorando y se nota por ejemplo en quien gana los certámenes literarios o en el número de mujeres que acuden a los eventos culturales. Hay más equidad, lo cual es de agradecer, porque antes, en según qué sitios solo encontrabas hombres. Eventos en los que pensaba, “¿en serio no han encontrado ninguna mujer válida para estar aquí?”.
¿Se nota discriminación?
Se nota sobre todo en determinados géneros, como novela romántica o eso que llaman “literatura para mujeres”. Las mujeres escribimos para todo el mundo, igual que lo hacen los hombres. Cuando escribo una novela no estoy pensando en si el lector será hombre o mujer, en su religión o en su tipo de piel. Es un error enfocar así la literatura.
Nacida en Álava, llevas cinco años instalada en Gijón, ¿qué diferencias encuentras entre tu tierra natal y Asturias?
El País Vasco se parece bastante a esto. También viví en La Rioja y allí sí que noté más diferencia porque en aquellos años tenía muy poco movimiento cultural, aunque sé que es algo que ahora ha cambiado.
Yo elegí venir a Gijón, me encantó la ciudad y nos mudamos aquí. Me pareció increíble todo lo que se hacía en torno a la cultura, y creo que es algo por lo que se sigue apostando. Es una ciudad llena de actividades, te diría que incluso a veces demasiadas y alguna se me solapa (risas). Pero es un hecho que Gijón apuesta por la cultura y por la literatura. Tenemos la Semana Negra, La Feria del Libro, POEX y luego eventos como este, de Metrópoli, en el que también se mezcla literatura con música.

Colaboras habitualmente con prensa, eres analista política, crítica literaria, escritora…si tuvieras que elegir solo una profesión, ¿con cuál te quedarías?
Escritora. Prefiero alternarlas todas, porque todas son mis profesiones y plasman mi forma de ver el mundo y de compartirlo. Por eso me costaría mucho renunciar a cualquiera pero, en el fondo, elegiría ser escritora.
Hoy en día, ¿se puede vivir solo de escribir?
Siempre digo que cuando escribes eres muy rico por dentro (risas) pero por fuera no paga las facturas. Muy pocos escritores, los más superventas, consiguen vivir de esto. Para los demás es muy difícil, tienes que compaginarlo con otras actividades. Y cuesta decirlo, pero, como el periodismo, son profesiones en las que rico no vas a hacerte nunca. El periodismo también se ha ido devaluando con los años, hay cada vez más intrusismo laboral, hay que competir con sueldos y personas que no son los adecuados.
Has escrito varios libros, el último, La Isla de Las Musas (Suma de letras, 2020), un thriller psicológico ambientado en el norte. Háblanos de él.
Es una novela de misterio clásico ambientada en Galicia. La editorial dice de él algo así como que “reinvento el thriller” y creo que se refieren a que, de alguna manera, adapto el misterio clásico al año 1936. ¿Es posible situar una novela gótica en 1936? ¿Y sin que sea la Guerra Civil la protagonista? Pues algo así es lo que he escrito. Es una novela que te hace dudar todo el tiempo de lo que es o no real. Un libro, me gusta decir, para aprender a ver a través de la niebla. Si al lector le gusta el misterio, creo que le gustará.
¿Quiénes son tus referentes a la hora de escribir?
Actuales me gustan mucho, y creo que se merecen ya el Nobel de Literatura, Joyce Carol Oates y Stephen King. Autores más clásicos no podría elegir: desde Allan Poe hasta Calderón de la Barca pasando por Shakespeare o Bécquer. De asturianos, sin duda, destaco a Carolina Sarmiento, creo que tiene una voz propia que es muy difícil de conseguir.
Además, me gustaría reivindicar el dejarse llevar por un libro. Muchas veces nos cegamos a grandes nombres, que está bien, que hay que leer, pero también hay que arriesgarse y dejarse sorprender por libros y por autores que no conocemos, por otros géneros a los que no estamos acostumbrados. Hay muchas cosas que nos perdemos por ir a sota, caballo y rey.
Para acabar, recuérdanos por qué no podemos perdernos tu charla de este sábado con Alicia G. García.
Porque quien vaya se lo va a pasar muy bien. Va a descubrir muchas cosas sobre las escritoras, sus manías… (incluso confesaremos algunas de las nuestras) y responderemos todas las dudas que pueda tener el público. Además hablaremos de literatura de verdad, de lo que sentimos con ella, lo que nos produce. Y lo más importante es que seremos sinceras.
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