Ana Bango, dueña de ‘Terry’, el schnauzer atacado ayer en el cruce de Munuza con San Bernardo por un can peligroso sin bozal, niega que su mascota provocase al segundo y celebra que las heridas sufridas por su mascota y su marido sean leves
Pasará mucho tiempo hasta que Ana Bango logre olvidar lo acontecido este miércoles en el cruce de las calles San Bernardo y Munuza. Esa mañana, durante unos pocos minutos que, sin embargo, se hicieron eternos, ella y su marido, Ramón Carril, observaron con impotencia como su perro ‘Terry’, un pequeño schnauzer con el que acostumbran a pasear por el centro de Gijón, quedaba a merced del ataque de cierto can de raza peligrosa que, pese a deambular por el barrio en compañía de su dueño, lo hacía sin el bozal que exige la ley. Afortunadamente, las consecuencias fueron mucho menores de lo que cabría esperar: unas pocas mordeduras leves en una de las patas del animal, y algunas heridas de escasa consideración en las manos de Carril. Sin embargo, el miedo a lo que podría haber llegado a ser sigue ahí, anclado en el espíritu de una pareja que, ahora, sólo espera que las autoridades tomen medidas para evitar que algo así vuelva a pasar.
«Fue horrible. Al otro perro sólo le ves sangre en la boca, y piensas que le está destrozando la pata al tuyo; te genera un estado de impotencia…«, rememora Bango, quien, sin embargo, descarta que, como afirmaron ayer testigos presenciales, la pelea se desencadenase por una provocación inicial de su mascota. Por el contrario, según su relato, ella misma, Carril y ‘Terry’ acababan de bajar a la calle cuando, a pocos metros ante ellos, vieron al otro animal. «Iba tirando de su dueño; pasaron al lado de otro perro, y se quiso tirar encima de él«, detalla Bango. Al detectar las intenciones de ese otro can, que algunas personas identifican como un pitbull y otras, como un presa canario, pero que es seguro que pertenece a una raza peligrosa, Carril cogió en brazos a ‘Terry’ y trató de refugiarse en una librería cercana, pero de poco sirvió. «Al llegar a nuestra altura, el otro animal se echó encima del nuestro».
Dada la forma en la que Carril mantenía asido a ‘Terry’, el can de raza peligrosa logró alcanzarle la pata posterior izquierda. «Esos perros tienen una mordedura muy fuerte; te enganchan, y no te sueltan«, detalla Bango, parte de cuya familia se dedica activamente a la cría de esos animales. Al ver lo sucedido, Carril soltó a ‘Terry’ y se lanzó sobre el atacante para intentar separarlo, momento en que recibió algunas dentelladas en las manos; por su parte, su mujer, presa de la ansiedad hasta el extremo de que «me faltaba el aire», llegó a caer al suelo y a hacerse daño en una rodilla. Por fin, la llegada una persona con un recipiente de agua fría, que vertió sobre los dos perros, puso fin al enfrentamiento.
«Para lo que pudo llegar a ser, la cosa acabó en nada», reflexiona una todavía indignada Bango, aún más molestas si cabe por los anteceden que, asegura, existen. Y es que, incide, el propietario del perro de raza peligrosa, «que sabemos quién es», tiene, «por lo menos menos, cuatro denuncias», un punto que, no obstante, aún no ha sido confirmado por las autoridades. En todo caso, la Policía Local cursó ayer una denuncia contra dicho sujeto por no haber colocado el bozal a su mascota. Mientras aguardan la resolución de ese punto legal, Bango, Carril y el pequeño ‘Terry’ tratan de volver a la normalidad, deseando sólo que lo sucedido sirva de lección y convenza a los propietarios de la importancia capital de garantizar la seguridad, tanto de los animales como de las personas.