En paralelo a la huelga nacional convocada para los días 30 y 31 de octubre, y 3 y 4 de noviembre, decenas de trabajadores del colectivo se concentran en Cabueñes para exigir reconocimientos profesional y de categoría, formación universitaria y mejoras laborales
Un nuevo frente reivindicativo se ha abierto ante el Ministerio de Sanidad de España. Y, esta vez, no son los médicos de alguna especialidad, ni tampoco el colectivo de enfermeros, quienes se han echado a las trincheras de la protesta. No, no… En esta ocasión, han sido los técnicos superiores sanitarios (TSS) -alrededor de 40.000 en todo el territorio patrio- los que han convocado cuatro jornadas de huelga a escala nacional -dos de ellas, ya cumplidas el 30 y 31 de octubre, y las próximas dos, fechadas el 3 y el 4 de noviembre-, a fin de presionar al Gobierno central para que atienda una serie de peticiones que abarcan desde el reconocimiento de categorías, hasta mejoras salariales y formativas. Y, como parte de esa cruzada, ayer viernes, en el segundo día de paros, varias decenas de profesionales de dicho gremio se concentraron en el Hospital de Cabueñes, en Gijón, para hacer visibles su situación y sus demandas… Así como para hacer una llamada de atención a la Consejería de Salud del Principado, a la que los organizadores señalan como cómplice por ignorar a estos trabajadores.
Al grito de «¡Basta de invisibilizarnos!», las protagonistas de la protesta desplegaron frente al centro hospitalario gijonés una gran pancarta, y enarbolaron carteles en los que se resumían sus exigencias. Y el catálogo de las mismas es conciso, claro y directo: el colectivo de TSS pide, en primer lugar, que su formación sea reconocida como grado universitario, y no como formación profesional, un cambio que, en la práctica, supondría igualar España con el resto de Europa. Al mismo tiempo, aunque ligado a lo anterior, demandan al Ministerio que su disciplina sea integrada en el catálogo de profesiones sanitarias, y exigen el pago de los atrasos que llevan acumulados desde hace, al menos dieciocho años. Finalmente, anhelan la creación de una estructura profesional moderna, dotada de coordinación técnica y con dependencia médica clara. Todo ello, eso sí, con un horizonte temporal concreto: antes de que el Ejecutivo nacional apruebe el nuevo Estatuto Marco, pues, de ocurrir eso sin añadir sus peticiones, parte de estas últimas -en concreto, las formativas- pasarían a quedar en manos de las autonomías.


