Vecinos y visitantes quedaron cautivados por el pregón de Juan Carlos Río García, toda una oda a los recuerdos de infancia en el lugar, al carácter de sus gentes y a la relevancia de la sidra; Valeria Rodrigo fue nombrada Xana, y Martín Villabeirán, Trasgu
Nadie es inmune a la nostalgia. Desde la persona más emotiva a aquella otra aparentemente fría como un témpano, todas y cada una de ellas pueden caer, en un momento dado, presa de los recuerdos de tiempos pasado. Claro, que esos viajes al ayer no tienen por qué estar cargados de tristeza, ni mucho menos… El protagonizado este martes por Juan Carlos Río García es un caso claro de ello. El flamante pregonero de la fiestas de este año en Granda deleitó a las decenas de vecinos y visitantes agolpados en el local social con un discurso cuajado de referencias a la historia de la parroquia, a sus gentes y tradiciones… Y, cómo no, al papel crucial de la sidra, bebida de la que él mismo se ha convertido en una verdadera autoridad. Comenzaban así siete días consecutivos de folixa bañados de optimismo y buenas perspectivas, con la Nueche Celta o la Gran Verbena como hitos de su extenso programa… Y con nuevos Xana y Trasgu, roles que han recaído en los jóvenes Valeria Rodrigo Reyero y Martín Villabeirán Rendueles, respectivamente.
«Quería contar alguna cosa de La Carbayera, de la romería y, por supuesto, de lo que nunca puede faltar: la sidra«, adelantó un emocionado Río, confesando entre risas que lo de comenzar su intervención por las anécdotas pasadas «me lo puso el ChatGPT cuando le encargué este pregón». Sentada esa base, los siguientes minutos transportaron a la audiencia -que, incluso, se acumulaba fuera de la sala, tal era su número- a días, sensaciones y emociones pretéritas con personajes queridos, en espacios conocidos. Lugares como el camino del Molín de Río, «donde aprendí a conducir con diez años el ‘cuatro latas’ de mi padre»; el mismo en el que le embargaba el ‘choclo’, el «olorín de aquellos dulces tan ricos y de les inocentes visites que hacía col mi primu José Amador, con una caja fruta, a pedir una peseta de lo que sobre». Y el asunto siguió versando sobre aromas… El de «les cereces y los piescos», que «eren un material muy apetecible pa guajinos de esa edá», o el del «chorizu fritu de la merienda que nos preparaba mi güela«, y que, según las circunstancias, y «por utilizar antiguos términos sidreros», era «despampanante, descacharrante o, simplemente, atroz«.
El humor se abrió paso entre los recuerdos al mencionar las actividades extraescolares que se disfrutaban en Granda en aquellos tiempo, cuando Río era niño, y que «no cabríen en una pista polideportiva, precisamente; es más, hoy seríen materia de actuación del fiscal de menores: delitos ecológicos, explotación laboral, maltratu animal, conducción temeraria, tenencia ilícita de armes, ocupación de finques con hurto… Solo libraben los partidos en La Carbayera y en el práu de La Belga». Obviamente, de la infancia a la folixa propiamente dicha hay un paso… Y así fue como el pregonero recordó los tiempos iniciales de la romería de Granda, que se remontan al siglo XIX, cuando era «tan extraordinaria que nadie quería quedar sin sitiu, y la gente ya venía a pernoctar el día antes«. Tanto, que dos figuras clave de la historia monárquica española, Isabel de Borbón y Borbón, y el rey Alfonso XII, acudieron a la fiesta -con escapada intempestiva del segundo, por cierto-. Fueron tiempo más sencillos, sin «tanto papeleo» para organizar eventos; de hecho, a juicio de Río, «creo que son bastantes más que los que exigen pa hacer unos sondeos mineros o, incluso, pa montar una ITV». De nuevo, las carcajadas se adueñaron del local.
No obstante, el gran cierre del pregonero estaba reservado a su gran objeto de deseo: la sidra, a la que tantas horas, días, semanas, meses y años de estudio ha dedicado, y que define la personalidad de Granda. Al fin y al cabo, «esti fue un territorio sidreru de primer orden; tierra de pumares, chigres, llagares y también de grandes expertos en sidra«, recordó Río, lanzándose a enfatizar que «aquí hubo tanta sidra como de aquí a Caldones«. De ahí que terminase su discurso invitando a que esa rica y longeva tradición sidrera sea recopilada por escrito, para que las generaciones venideras tengan a mano la posibilidad de zambullirse en ella. «¡Qué guapo sería tener un librín hechu por los vecinos sobre sidra y manzana de Granda, y poder presentalu en les fiestes del añu que vien!», instigó Río. Instantes después, y antes de llamar al disfrute de un buen culete, puso el punto final a su pregón con un muy sentido, y estruendosamente aplaudido, «¡Viva Granda, viva la aldea y viva la romería de Santa Ana!«.
Quedaba así oficialmente inaugurada la fiesta de este año en la parroquia gijonesa, que se sucederá hasta el lunes con un amplísimo programa que puede consultarse en este enlace. Esta tarde, a las 18 horas, se celebrará la IX Arrancadera, la jira campestre, y mañana los más pequeños serán los grandes protagonistas, en el Día del Niño.