IU cierra filas con el académico Inaciu Galán y con la historiadora Arantxa Margolles para proponer al Pleno que la calle L’Argandona, bautizada en honor del apodo de la literata gijonesa, incluya su nombre real y completo
Es razonablemente fácil encontrar en Asturias a alguien que sepa quién fue Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811), el ilustrado más célebre e influyente que la región aportó al siglo XVIII. Sin embargo, probablemente muchos menos sepan quién fue su hermana, Josefa de Jovellanos y Jove Ramírez (1745-1807), conocida en el mundo de las letras asturianas como Xosefa Xovellanos. Y lo cierto es que la situación actual del callejero de Gijón, la ciudad que la vio nacer, tampoco ayuda a esa identificación. La única arteria dedicada a su figura, situada en El Llano, luce el críptico nombre ‘L’Argandona’, el apodo que le otorgó Fermín Canella en época posterior a su muerte. Una situación que, ahora, Izquierda Unida (IU) se propone enmendar. Su concejala Noelia Ordieres, acompañada por Inaciu Galán, miembro de la Academia de la Llingua, y por la historiadora Arantxa Margolles, anunciaba este jueves la presentación en el próximo Pleno de una iniciativa para instar a la Junta de Gobierno Local a que modifique el nombre de la calle en cuestión.
«Estamos hablando de la primera mujer que escribe en asturiano de la que tenemos referencias, además de ser considerada por los expertos en literatura del XVIII como la mayor de ese siglo, la que mejor escribió y la que nos legó la obra más interesante», enfatiza Galán, abanderado de una causa hacia la que no escasean los apoyos. Porque pese a semejante currículum, Xovellanos fue víctima de una doble discriminación, por desgracia, vigente hasta no hace demasiado tiempo: ser mujer, primero, y redactar en llingua, después. «Durante años nuestro folklore ha sido visto como marginal», detalla el académico. «De la gaita se hacía burla, la sidra era una bebida en decadencia… Incluso el himno era asociado a los borrachos. Toda la cultura asturiana vivía en esa situación y, aunque hay elementos que se han ido recuperando poco a poco, otros, como éste, siguen pendientes».
«Era una mujer muy avanzada; de clase alta, pero con la mirada puesta en los pobres», detalla Inaciu Galán
En cualquier caso, la petición de IU no es novedosa. Ya en legislaturas pasadas distintos grupos políticos abogaron por dar a la calle el cumplido reconocimiento a quien le da nombre. Por su parte, para los defensores de la llingua, con la plataforma Iniciativa pol Asturianu a la cabeza, es una auténtica deuda cultural pendiente, contraída con Gijón y con toda la región. No en vano, el mote ‘L’Argandona’ es relativamente joven, pues, aclara Galán, Canella no lo acuñó hasta finales del siglo XIX o, incluso, principios del XX; en cualquier caso, mucho después de que Xovellanos falleciese, y de que su aportación literaria estuviese completada. La propia Ordieres se encargó de dejarlo meridianamente claro en su intervención de este jueves: para la edil, el correcto nombramiento de esa vía gijonesa supone ajustar, de una vez por todas, una «anomalía histórica».
Lo cierto es que, por triste que resulte, Asturias no es ajena en lo referente a desconocer los logros y talentos de sus escritoras en llingua. Hace pocos años, en 2019, tras más de un siglo desconociendo por completo su aportación a las letras, Avilés abría los ojos a la figura de Matilde de Soignié de las Alas-Pumariño (1851-fecha desconocida), autora del poemario ‘Ecos de mi aldea’, obra de la que nada se sabría si su sobrina bisnieta, Mercedes de Soignie, no hubiese hallado un ejemplar entre la documentación familiar. Por no hablar de la riosellana Enriqueta González Rubín (1832-1877), de cuya pluma surgió ‘Viaxe del tíu Pacho el Sordu a Uviedo’, la primera novela en asturiano de la que se tiene constancia, razonablemente popular en su tiempo y, hasta no hace demasiado, ampliamente ignorada por el público. Y eso que, como acota Galán, «incluso hay un ejemplar en la Universidad de Harvard».
Más tajante se mostraba Margolles, quien durante el acto puso el foco en que, si bien Gijón es «líder nacional» en porcentaje de nombres femeninos en el callejero, con abundancia de figuras «de raza», sólo un 19,2% de esas calles tiene nombre de mujer, y no faltan deudas semejantes a la que se tiene con Xovellanos, como es la de bautizar una vía en memoria de la madre María de Santo Tomé, fundadora de la congregación de las Agustinas Recoletas. Por contraposición, hombres como Fernando Morán Lavandera tienen hasta dos, en alusión a la calle Santa Doradía, bautizada en memoria de la escuela de la que el anterior fue abad. Y eso que, desde el punto de vista de Margolles, Gijón y Asturias «deben mucho a Xosefa Xovellanos»; no sólo por su faceta literaria, sino también porque, aun siendo de extracción noble, denunció públicamente las desigualdades sociales de la época. Esa aportación es la que, en palabras de Galán, constituye el plus de la motivación. «Era una mujer muy avanzada; de clase alta, pero con la mirada puesta en los más pobres».
Medio millar de vecinos se verían afectados por «un rato de incomodidad»
Eso sí, ni él, ni Ordieres, ni tampoco Margolles son ajenos a que, en caso de ser aprobada la petición, su puesta en práctica traería algunas complicaciones. Los cálculos actuales cifran en cerca de medio millar los vecinos que se verían afectados por el renombramiento de esa calle, con potenciales consecuencias sobre la recepción de correo postal, paquetería y otros servicios similares. En ese sentido, el jueves la concejala de IU planteaba una posible solución de compromiso: incluir el nombre completo de Xovellanos bajo ‘L’Argandona’, entre paréntesis. La posibilidad limitaría los efectos a «un rato de incomodidad», pero compensaría esa deuda en un lugar que, «históricamente, es su calle». Menos entusiasta es Galán ante semejante medida. «Debería desaparecer el apodo, porque no tiene nada de real. Es una invención posterior y, si vamos a los libros publicados, siempre aparecía como Xosefa Xovellanos».
La pelota está ahora en manos de la Junta, y deberá pasar antes por las manos del Consejo de Distrito. No obstante, las esperanzas de los artífices de esta maniobra son altas. «Tenemos en el Gobierno un partido que se dice asturianista, que llegó a definirse como el PNV asturiano; si la rechazan, tendrán que explicar por qué», plantea Galán, en clara alusión a Foro. En cuanto al PP, en su memoria aún pervive el hecho de que «la Ley de Usos del Asturiano la aprobó un gobierno popular». Con todo, la prudencia nunca está de más; sobre todo, a la vista de la presencia en el Pleno de Oliver Suárez, el «concejal tránsfuga que negó la propia existencia del asturiano», y cuya reprobación «el Ejecutivo se negó a aprobar». Detalle ese último que espera que no lastre ese afán por equilibrar, de una vez por todas, la balanza de la historia. «Una figura como la de Xosefa Xovellanos tendría que ser para los asturianos lo que es Rosalía de Castro para los gallegos, pero está mucho más olvidada. Ya es hora de cambiar eso».