«Asturias es un país desde todo punto de vista, pero no ejerce como tal»
«Es humillante para los ciudadanos, sobre todo para los militantes del PP, que el dedo de Feijóo elija un candidato»

Xuan Cándano (San Esteban de Bocamar, 1959) ejerce como periodista desde que terminó la carrera en la facultad, allá por el año 1981, y siempre tuvo esa vocación, para él «hubiera sido traumático no ejercer». El próximo 13 de diciembre presenta su libro No hay país. Crónica política (y sentimental) de Asturias (1975-2022) en la Escuela de Comercio de Gijón, a las 19:00 horas, donde estará acompañado de Pedro de Silva, Alicia Álvarez y Boni Pérez. Cándano nos habla de su libro, de la pérdida del movimiento obrero en Asturias, del neofascismo y del pasado y el futuro de la región.
¿Qué quiere decir cuando escribe que “no hay país”?
Hablo de que no hay país en el sentido en el que utilizaba el término Jovellanos, identificándolo con la sociedad civil. En Asturias es muy débil, es un lastre social. Asturias es un país desde todo punto de vista, lo marca su geografía, cultura, lengua, historia… pero es un país que no ejerce como tal.
Habla sobre la historia de la política de Asturias, ¿qué es lo que más le ha sorprendido repasando la historia reciente del Principado?
No me sorprendió nada, porque son hechos de los que yo fui testigo, incluso a veces protagonista. Llevo trabajando como periodista desde que acabé la facultad, en el año 1981. Esos años eran el inicio de la Transición o el final, depende, porque no hay un consenso entre los historiadores sobre el fin de la Transición, pero no es que me haya sorprendido nada. En el libro hay casi 100 entrevistas personales, en ellas sí hubo algunas cuestiones que yo desconocía y me parecieron sorprendentes, como que Pedro de Silva había estado en el Partido Comunista en Xixón, en el tardofranquismo, antes de entrar al PSOE. También otras novedades, lo que pueden ser exclusivas periodísticas, pero sorpresas en el proceso no, yo afondé en el análisis, que confirmó más bien percepciones que ya tenía.
¿Cómo hemos llegado a este punto de desafección por la política? Cada vez más gente dice eso de “soy apolítica”, aunque sea una falacia.
Llegamos a ese punto en todos los sitios, no solo en España. Hubo una época de encanto con la política, es algo absolutamente natural cuando acaba una dictadura y empieza una democracia. Este punto álgido del encanto con la política en España fue en los años 70, los políticos incluso gozaban de cierto prestigio, sobre todo en las elecciones de 1977, cuando empezó a forjarse el Estado democrático.
Hay varios factores que hacen que exista este descrédito político, uno es la profesionalización. Tiene que haber una limitación en los cargos, que ponga fin a la profesionalización del político y este vuelva a su vida profesional anterior. También son difícilmente perdonables la corrupción y ciertos vicios como el exceso de tiempo en el cargo, el clientelismo… Están directamente relacionados con esa falta de limitación, la política está muy bien remunerada y atrajo a muchas personas, no precisamente por el interés general. La sociedad siempre está culpando a los políticos de todos sus males, pero como mínimo tiene una gran complicidad en los asuntos públicos, porque hay amplísimas posibilidades de participación que no se ejercen.
«De la Asturias borracha y dinamitera solo queda el mito»

Detrás de aquella fama de dinamiteros, ¿qué queda del movimiento revolucionario en Asturias?
No queda más que el mito. Asturias está vertebrada por el movimiento obrero de finales del siglo XIX hasta bien entrado el siglo XXI. Fuimos los más tardíos en despedir el movimiento obrero, los últimos en Europa. Aquella hegemonía sindical sobre la política, que recuerda a los albores del sindicalismo de Gran Bretaña, se promovió con José Ángel Fernández Villa con el Soma durante 31 años. Asturias ya no es una autonomía industrial, perdió a la clase obrera, no al histórico movimiento obrero. De la Asturias borracha y dinamitera solo queda el mito.
Da la sensación de que hay una izquierda perdida y una derecha en numerosas ocasiones escorada hacia su lado.
Hay un auge de la extrema derecha en todo el mundo, los analistas no saben cómo llamar a este fenómeno, si neofascismo, extrema derecha, derecha extrema… Tiene que ver probablemente con la desaparición del movimiento obrero y la falta de respuesta de la izquierda ante nuevos fenómenos sociales. En España es muy influyente el auge de la extrema derecha por la cuestión territorial, a raíz del procés las posiciones radicales de derechas y la aparición del nacionalismo español excluyente, que siempre estuvo latente, salieron a la superficie.
De todos los políticos que ha tenido Asturias, ¿quién o quiénes marcaron la diferencia?
En el libro hay una óptica bastante presidencialista, aludo a todos los presidentes desde Rafael Fernández, presidente de la preautonomía. Creo que Pedro de Silva fue el mejor en cuanto a gestión y al proyecto que tenía, con el que se inauguró la autonomía. Él estuvo ocho años, tuvo el mandato limitado y luego volvió a su profesión. Su camino no se continuó, era un hombre formado en la resistencia antifranquista y llegó a la presidencia de manera insólita, no a través de un proyecto electoral, tenía un libro sobre Asturias, su situación y alternativas.
Ese programa, que estaba muy bien elaborado en su cabeza, apenas lo ejecutó porque no tenía competencias. Asturias fue la primera autonomía en optar por la vía lenta y, a pesar de que lo demandó a Madrid, no llegaron las competencias en Educación y Sanidad para ese proyecto abierto y autonomista que tenía Pedro de Silva. Barbón se declara sucesor suyo, pero de momento no pasa de las palabras a los hechos.
«El PP es un partido sin un discurso propio en Asturias, absolutamente dependiente de Madrid a niveles grotescos»
¿Qué opinión le merecen los de ahora? Hace pocos días se anunciaba el nuevo candidato del PP, Diego Canga, que no deja de recibir alabanzas y ya trabaja para aunar en su equipo también perfiles de Ciudadanos.
Los ciudadanos siempre estamos quejándonos de los políticos, haciendo casi vudú con ellos, pero no creo que sean diferentes a la ciudadanía, precisamente son un reflejo de ella. Se observa ahora muy debilitada, con falta de pulso, a la sociedad civil, no solo en Asturias. Aquí se nota menos porque somos pocos, sobre todo por el problema demográfico que tenemos, que es gravísimo.
Diego Canga es un tecnócrata en la Unión Europea, desde el punto de vista de su carrera profesional es un hombre brillante, pero eso no quiere decir que sea un buen político para Asturias, ya sea en la presidencia o en la oposición, que será lo más probable, porque va a ser muy difícil que el PP le arrebate el Gobierno del Principado al PSOE, más que nada porque el PP es un partido sucursalista sin un discurso propio en Asturias, absolutamente dependiente de Madrid a niveles grotescos. Es humillante para los ciudadanos, sobre todo para los militantes del PP, que el dedo de Feijóo elija un candidato. Tiene un inmenso apoyo mediático, empresarial y de otros poderes, pero no me parece que eso sirva para llegar a la presidencia, un ejemplo es el de Juan Vázquez en las últimas elecciones, puede pasarle a Diego Canga.
Lleva toda la vida aquí, ejerciendo como periodista. A ese lado de la trinchera, ¿cómo ha ido evolucionando la política y la sociedad asturiana?
Los periodistas del tardofranquismo y los primeros años de la democracia no es que fuéramos mejores, pero sí éramos más críticos. El periodismo está en crisis porque está en crisis la sociedad, también los abogados y arquitectos o cualquier otra profesión, echo en falta más rebeldía. En el periodismo se perdió incluso la curiosidad y sobre todo la falta de independencia, tenemos que ser radicalmente independientes empezando por nuestras propias empresas.
«La recuperación de La Benéfica, desde el punto de vista simbólico, va a suponer un antes y un después en Asturias«
¿Es un libro pesimista? ¿Todavía es posible un futuro para Asturias?
No es un libro pesimista, lo cree la prologuista Ángeles Caso y hablé con ella sobre eso, porque no lo veo así. Lo mismo pasó con el prólogo de Gregorio Morán en el El Pacto de Santoña, no solo no soy pesimista, sino que creo que hay que enterrar el pesimismo en Asturias, es una de sus grandes lacras. Desde que soy chaval, eso era en los años 70, no hacemos otra cosa que conjugar la palabra crisis, cuando Asturias es una tierra bellísima, con una naturaleza extraordinaria, y una calidad de vida enorme.
Las pequeñas ciudades se complementan con el entorno rural, que aún se mantiene, hay tradición industrial y buena formación de los jóvenes. La mayor tragedia son las leyendas urbanas, las mejores generaciones formadas en Asturias se fueron a otros sitios de España, o incluso al extranjero, a trabajar, pero son recuperables.
Utilizo mucho en la portada un símil con la figura de Rodrigo Cuevas, es esa Asturias nueva, que nada tiene que ver con la Transición, ni la del carbón y el acero, ni la de la hegemonía sindical. Es una Asturias desacomplejada, innovadora, con jóvenes que no es que quieran, es que siguen viviendo en Asturias o incluso regresaron, mantienen el activismo y un dinamismo que puede servir de ejemplo, son brotes verdes incluso para la economía. Asturias tiene mucho futuro, pero primero tenemos que creérnoslo los propios asturianos.
Precisamente de la figura de Rodrigo Cuevas quería hablarle, sale en la portada junto a Arturo Fernández. ¿Es el pasado y el futuro de la región?
Puede ser. La portada es un collage, gran obra del ilustrador Iago Martínez Serantes. Arturo Fernández aparece porque era el gran referente cultural de Gabino de Lorenzo, con quien iba a protagonizar un espectáculo teatral que se tuvo que suspender por un atentado, buena comedia nos perdimos. Su estatua en Priañes es verdaderamente surrealista, lo más kitsch de la Asturias reciente. Rodrigo Cuevas simboliza el presente, la vitalidad, lo que Juan Cueto llamaba «glocal», hace referencia a valores locales y globales al mismo tiempo. Es otra cara de la misma moneda, lo que está haciendo en Piloña es todo un ejemplo y da esperanza. La recuperación de La Benéfica, desde el punto de vista simbólico, va a suponer un antes y un después en Asturias.
¿Por qué elegiste ser periodista?
Desde crío tenía lo que entonces se llamaba vocación, porque el moderno capitalismo y esa economía de mercado, que sigue estando muy intervenida, impide que se desarrollen las vocaciones. Eso de que la gente no pueda escoger lo que quiere estudiar aunque no pueda ejercer es una verdadera barbaridad, eso es una imposición. La derecha de la libertad para tomar cañas en Madrid nunca se ocupa de estas cosas, es una tremenda imposición del Estado sobre el individuo. Yo desde crío leía prensa y siempre quise ser periodista, hubiera sido traumático no serlo.