Los arrestados, dos hombres y dos mujeres, habían sido recriminados por una de las trabajadora del negocio por mantener «una actitud indecorosa en el establecimiento»; todos ellos fueron puestos a disposición judicial
Las noches de fiesta las carga el diablo. Sobre todo, si uno no tiene la suficiente madurez, inteligencia y sentido común como para no rebasar determinados límites, por el bien de la propia salud… Y para evitar desagradables consecuencias legales. Una enseñanza que, al parecer, no aprendieron las cuatro personas, dos hombres y dos mujeres, que este martes fueron detenidas por la Policía Nacional después de, presuntamente, agredir a los empleados de un local de copas del barrio de Fomento, y encararse a continuación con los agentes de dicho cuerpo que acudieron a la llamada. Todos ellos fueron aprehendidos y, posteriormente, puestos a disposición judicial.
Según el relato vertido por esa fuerza del orden, los hechos ocurrieron alrededor de las 4.30 de la madrugada. Los cuatro protagonistas se hallaban en el establecimiento en cuestión, manteniendo «una actitud indecorosa»; ese hecho obligó a una trabajadora del negocio a acercarse a ellos y reprenderles… Algo que los aludidos no se tomaron nada bien. De inmediato, la emprendieron contra ella para, acto seguido, extender la liza al resto de los miembros de la plantilla. En circunstancias normales, la llegada de los uniformados debería haber contribuido a calmar los ánimos, pero ni por esas. Con las patrullas de la Policía Nacional ya en el lugar, los agresores prefirieron desviar su atención a estos últimos, que, en último término, optaron por engrilletarlos y llevárselos a comisaría.
Sucesos como el de anteayer refuerzan el malestar vecinal en Fomento, cuyos habitantes llevan años clamando por una mayor presencia policial, y un endurecimiento de la normativa vigente, para prevenir y combatir los problemas que, en ocasiones, derivan del ocio nocturno. El último hecho de extrema gravedad en la zona se dio el pasado noviembre, cuando un hombre de 44 años, cartero de profesión con domicilio en León, moría bajo los golpes de dos jóvenes a las puertas de otro bar de copas del barrio.