El Gobierno municipal y la Autoridad Portuaria firman la adquisición, por parte del primero, de los 35.000 metros cuadrados del extinto astillero, hasta ayer de propiedad estatal, y abren las puertas al desarrollo del proyecto ‘Naval Azul’; en el aire está aún la compra de las parcelas de las que sigue siendo dueña PYMAR
Una alegría palpable, una buena dosis de orgullo, un matiz de alivio… Fueron muchos los sentimientos y emociones que cualquier observador avezado podría haber detectado en el último tercio de la tarde de ayer entre quienes recorrían las salas y pasillos del Ayuntamiento de Gijón. Sin embargo, en ese hipotético análisis los tres términos anteriores habrían destacado por encima del resto… Y no sin razón. Quince años después de que el astillero Naval Gijón cesase su actividad en el barrio de El Natahoyo, y tras nueve meses de espera desde que en marzo se anunciase la operación, este jueves el Gobierno municipal y la Autoridad Portuaria se sentaban a la misma misa para certificar negro sobre blanco la compra, por parte del Consistorio, de los terrenos de aquella extinta empresa que todavía permanecían en manos de El Musel, a un precio final de algo más de 4,6 millones de euros. La firma del acuerdo de venta deja en poder de la ciudad una superficie de 35.000 metros cuadrados, más otros 3.800 cedidos gratuitamente, un 60% del total que antaño perteneció a Naval Gijón. Más aún, abre la puerta a la ejecución del anhelado proyecto ‘Naval Azul’. Al menos, de forma parcial, hasta que se resuelva la obtención de ese 40% restante, todavía hoy bajo control de la sociedad Pequeños y Medianos Astilleros en Reconversión (PYMAR).
Reunidos en la Casa Consistorial, y separados físicamente por el secretario de Estado de Transportes y Movilidad Sostenible, José Antonio Santano, responsable de presidir el acto, la alcaldesa, Carmen Moriyón, y el presidente de la Autoridad Portuaria, Laureano Lourido, fueron los encargados de plasmar sus rúbricas en el documento, una suerte de punto final para uno de los muchos capítulos que conforman la larga y no siempre feliz historia del desaparecido astillero. «Gijón recordará este 12 de diciembre como un día en que la ciudad recuperó, por fin, un espacio litoral clave para completar el puzle de un ámbito que ha definido nuestra historia, y ya dibuja nuestro futuro«, afirmó la regidora, antes de incidir en que el conseguido ayer «no es el logro de un Gobierno, o de una Corporación, sino el triunfo de una ciudad al completo». Ahora bien, a Moriyón no escapa que, dentro de ese total que es la urbe, si hay un colectivo que lo apreciará sobremanera serán los vecinos de El Natahoyo, barrio que, al fin y al cabo, «pagó un altísimo precio» al albergar y, después, perder la presencia del astillero, en forma de contaminación y destrucción de empleos. Parte de ese sacrificio, concluyó la alcaldesa, es el que ‘Naval Azul’ pretende devolver, dignificando el lugar y posibilitando que «vuelva a mirar al mar».
Tampoco Lourido ocultó su satisfacción por el resultado de la transacción. Acompañado en la sala por el presidente de Puertos del Estado, Álvaro Rodríguez Dapena, el máximo responsable de la Autoridad Portuaria gijonesa enfatizó que el acuerdo, en último término, hará factible el desarrollo de actividades que «fomentarán la economía y generarán empleo en la ciudad«, y destacó la «mejora de la fachada marítima» que entrañará el proyecto resultante. Unas buenas previsiones a las que se sumó Santano, quien puso el foco en la «grandísima noticia» que la operación supone para la urbe, y en el carácter de «colaboración y respeto institucional» que ha imperado a lo largo del proceso. Y aun sin negar el potencial de El Musel como «motor económico» para Gijón y para Asturias, resumido en la máxima «quien tiene un puerto tiene un tesoro«, el secretario de Estado de Transportes y Movilidad Sostenible sí primó en su intervención el «nuevo futuro prometedor» que ahora se extiende ante la urbe, envuelta en la dulzura de «un momento histórico» en el que, de hecho, «comienza todo».
No obstante, y pese a las optimistas palabras de Santano, la partida por la adquisición de espacio que fuese del astillero aún no ha terminado. En torno a la mesa todavía queda un jugador con el que el Consistorio pretende entenderse: la sociedad Pequeños y Medianos Astilleros en Reconversión (PYMAR), quien en 2009, al cierre de Naval Gijón, retuvo el control de un 40% de la superficie total ocupada por la empresa, poco menos de 21.200 metros cuadrados que, eso sí, carecen de la calificación necesaria para la construcción de viviendas. Pese a ello, y a ser sensiblemente más pequeña que la obtenida en la operación de ayer, el área resulta fundamental para consumar ‘Naval Azul’, razón por la cual el Ejecutivo de Moriyón lleva meses en conversaciones con PYMAR para tratar de llegar a un precio consensuado. De hecho, en los presupuestos de 2025 está consignada una partida de más de dos millones de euros para costear dicha transacción, aunque fuentes municipales confirman que, por el momento, desde la sociedad no se han manifestado ni a favor, ni en contra, ni tampoco se han registrado avances en las negociaciones.
En todo caso, y sin que la opción de recurrir a los tribunales para poner en marcha el mecanismo de la expropiación haya sido descartada, en el Gobierno gijonés confían en que ese fleco quede recortado a principios del año que viene; máxime a tenor del deseo de abrir al público el que será el paseo marítimo de ‘Naval Azul’ a lo largo de 2026.
A ver cuantos pisos hacen ahí, que esten al alcance de todo el mundo… Para esto quieren ciertos partidos que se les «regale» y o se les «deje gestionar» el suelo publico.