«Ahora cuando una mujer tiene el nido vacío, es feliz. Nuestra generación no tiene nada que ver con lo anterior»
«Este año hemos elegido a Anabel Alonso porque es una mujer muy valiente«
De ser un referente de la noche con la Santa Sebe, en Oviedo, a influencer sólo hay un paso. Yolanda se encontró, de repente, con un cambio en su vida y, casi como anécdota, lo publicó en las redes sociales. Así nació el movimiento Cincuenter, una forma de entender la vida para las mujeres que entraban en el medio siglo de vida. Ellas ya no son la generación de nuestras abuelas, que vivían casi exclusivamente para cuidar a los suyos. Ahora, dice Yolanda, disfrutan de la vida, viajan, se divierten y se visten como quieren. Y lo hacen con humor, con una sonrisa en la cara. Porque vivir son dos días y ya vivimos todos muy crispados.
¿Cómo empieza este movimiento Cincuenter?
Yo tenía la Santa Sebe y cuando se acaba esa época de la noche me encuentro con cincuenta y pico y que tengo que vivir de día, cambiar de vida. Nunca me sentí hostelera, la Santa era un espacio diferente, cultural, seguro. Era algo distinto. Ahí empiezo a reflexionar y un día, con la tontería, me digo: “influencer, mi profesión de futuro”. Lo comenté en las redes y empecé a tener un feed back enorme de gente que se sentía como yo. Cada vez que lanzaba mensajes de empoderamiento de las cincuenter tenía una respuesta mayor y de gente que no conocía.
En ese momento me di cuenta de que estaba pasando algo, que había muchas mujeres como yo, que tenían que reinventarse, buscarse la vida. Unas están en ese proceso, otras están en posiciones de poder, otras se hacen invisibles, otras comienzan en una nueva etapa vital… Me di cuenta de que éramos una generación nueva que no teníamos nada que ver con nuestras madres. Nos vestimos como queremos, tenemos una nuevas actitudes de vida, empezamos y nos enamoramos. Cambiamos de residencia y no nos da miedo nada. Somos distintas en todo.
Antes con cincuenta y pico las mujeres erais abuelas, señoras mayores. Ahora sois chavalinas…
Yo cumplí 60 años hace un par de semanas, y voy vestida de otra manera. Yo no me veo vestida en Modas Pepita Ropa de Señora. No va con mi forma de vida, ni con mi momento vital. Yo voy a la tienda y compro lo que me gusta. Tenemos hasta otro lenguaje corporal. Mucho mejor que antes. Somos mucho más fuertes.
Profesionalmente llevamos una carga de experiencia y responsabilidad muy importante. Somos la generación que hace treinta años conquistamos espacios, nos incorporamos al mercado laboral con una fuerza distinta. Salimos del franquismo y de una sociedad que, para las mujeres, no era favorecedora. ¿Que nos toca ser cuidadoras? Claro que lo seremos, pero no es nuestro perfil, no es lo que nos define.
Ahora cada vez menos sufrimos el síndrome del nido vacío. Ahora cuando una mujer tiene el nido vacío, es feliz. Nuestra generación no tiene nada que ver con lo anterior.
Para bien, imagino
Por supuesto. Ahora sí que somos referentes para las mujeres que vienen. Ven en nosotras que, cuando llegas a los cincuenta, llegas a la plenitud de la vida.
Este año habéis elegido a Anabel Alonso como premiada, ¿por qué?
Cada año damos el premio a una mujer reconocida. El año pasado se lo dimos a Aurora Beltrán porque fue la primera mujer en montar una banda de rock femenina. Nos apeteció darle mucho el premio.
Este año hemos elegido a Anabel Alonso porque es una mujer muy valiente. Está en las redes, ejerce una libertad de expresión muy grande. Es una mujer muy fuerte frente a las críticas. Y, como actriz, es una mujer muy querida. Luego puedes estar de acuerdo o no con sus opiniones, pero siempre desde el respeto. No tiene que existir un pensamiento único en la vida.
Además suele siempre hacerlo con un toque de humor, que tanta falta hace en la crítica pública…
Claro. El año pasado estuvimos con las Virtudes, este año tenemos a Virginia Imaz, que es una clown que la gente va a flipar porque es buenísima. Siempre queremos hacerlo todo con humor. El mensaje tienes que enviarlo con humor porque la gente está muy enfadada, con mucha crispación. Es cansino.
Yo quiero que el movimiento que yo lidero siempre tenga risa. Siempre me he reído mucho. Cuando te llegan los momentos de crisis, que todos hemos pasado, lo que más me dolía era perder la risa, el humor. Me podía haber faltado de todo, pero la carencia de humor… Esos momentos, cuando te das cuenta de que te falta el humor, son los que te hacen espabilar y buscar tu sitio. Una vez empiezo a reírme sé que estoy en mi sitio.