«¿Hay una ideología detrás de la educación sexual? La ideología es que seamos personas sanas y que vivamos las realidades que tengamos que vivir sin correr ciertos riesgos»
Yosune Álvarez (El Entrego, 1979) es ya historia viva del activismo LGTB en Gijón. Ligada a Xega desde hace más de dos décadas, representa como presidenta de la asociación al colectivo en Asturias y en especial en Gijón, su tierra de acogida, donde lleva casi la mitad de su vida. Dice que espera no quedarse afónica este año, al menos no hasta que pase la manifestación del Orgullo en la que, como cada año, se dejará hasta el último aliento. La marcha recorrerá el próximo sábado, 29 las calles de la ciudad para reivindicar derechos, pero también para visibilizar a todos aquellos que durante años fueron obligados a ocultarse. El tono festivo no resta un ápice de credibilidad a una manifestación que, a tenor de ciertas políticas, es hoy igual de necesaria que cuando la asturiana comenzó a militar.
Cumple 20 años en Xega, hagamos balance de estas décadas de activismo: ¿Dónde estaba y dónde se encuentra ahora el colectivo LGTB en Asturias?
Llegué a las puertas de la aprobación del matrimonio, que pensábamos que iba a solucionar muchos de los problemas que estaban ocurriendo, pero nos equivocamos, todo lo que estaba alrededor quedaba igual. Y ya entonces se empezaron a proponer las primeras leyes autonómicas. Aquí se intentó dar una propuesta de Ley Trans en 2018 en la Xunta de Gobierno, propuesta que no salió adelante por los votos del PP y Foro. El año pasado se planteó un texto a iniciativa de la Dirección General de Derechos LGBTI con el que no estábamos de acuerdo, una ley que era muy conservadora y vacía de contenido. Pero ahora, desde la Dirección General, sí se ha planteado un grupo de trabajo específico con los colectivos que participamos en el Observatorio contra la LGBTIfobia. Nuestro trabajo en este sentido está hecho, lo que ahora falta es redactar las propuestas con la idea de que el año que viene se pueda proponer en la Xunta.
¿Llegará en la ley autonómica, por fin?
Debería llegar. Creo que el tema es qué apoyos políticos podemos tener dentro de la Xunta. Es una ley equiparable al resto de las autonomías, ajustada a la estructura de Asturias, con los problemas específicos de aquí, como el entorno rural, y sobre todo haciendo inciso es aspectos como la formación a los funcionarios. Los empleados públicos deben saber recibir a personas LGTB, teniendo en cuenta nuestra realidad. La idea de la ley es esa, y que todas esas situaciones injustas no queden sin consecuencias. Y es que parece que en Asturias no pasa nada, que no hay agresiones homófobas, pero sí las hay. Se visibiliza una de cada diez personas que denuncian, y denuncia una de cada diez que ha sido agredida. Solo el año pasado registramos 30 agresiones y este año estamos viendo que vamos a mantener el número de denuncias.
«La extrema derecha está ganado terreno tanto en los espacios públicos como en los políticos. Si ellos se atreven a decir según qué cosas en la Xunta de Gobierno, en el Congreso o en el pleno de un ayuntamiento, ¿qué no se podrá decir en la calle?»
De hecho, según los datos del Observatorio Asturiano contra la LGBTIfobia, se incrementaron un 40% las agresiones en el último año. ¿A qué achacan este aumento?
La extrema derecha está ganado terreno tanto en los espacios públicos como en los políticos. Si ellos se atreven a decir según qué cosas en la Xunta de Gobierno, en el Congreso o en el pleno de un ayuntamiento, ¿qué no se podrá decir en la calle? Todos los homófobos que antes se escondían se ven ahora refrendados porque la política los respalda. Pero deben ser conscientes de que hay una ley estatal que penaliza esas agresiones. Aunque sea reciente, también tenemos que creer, dentro del colectivo, que tenemos derecho a denunciar. Es muy difícil, a nadie le apetece tener que ir a un juicio, hay miedo a represalias, pero tenemos que acabar de creernos que tenemos ese derecho a denunciar.
Como sociedad, ¿estamos dando pasos hacia atrás?
No, y eso se ve bien en la gente joven, que empieza a hacerse visible antes de lo que lo hacíamos los que somos ya un poco mayores. Antes era impensable que en una clase de 2º o 3º de ESO hubiera gente visible, como mucho venían al final de la clase y te decían algo, pero ahora siempre hay dos o tres personas que participan y se identifican como parte del colectivo cuando vamos a las aulas a impartir las charlas. Eso es consecuencia de la visibilidad y de la normalización: de ver que se tienen dos tías, dos tíos, dos primos que son una pareja y forman una familia, y también de que encuentran referentes en las series, las películas o la propia televisión. En los 80s y 90s los personajes LGTB éramos los que nos suicidábamos o los psicópatas asesinos. Afortunadamente, los referentes ahora son más positivos. Creo que la gente más adulta, la que fue activista en los 70s y 80s, están muy orgullosos de los avances que se están teniendo.
Liliana Vázquez (parte de la organización del Orgullín del Norte) me contaba que se le caían las lágrimas en cada manifestación en Gijón al ver que cada año cuenta con más apoyo, más visibilidad y más aliados. ¿Cómo recuerda sus primeras manifestaciones y las más actuales? ¿Cómo se vive ese contraste?
Es un avance que se consiguió gracias al Orgullín, que supo llevar a cabo un ocio reivindicativo, algo que quizá es difícil de entender. Se critica mucho al Orgullo de Madrid, se dice que es todo brillo, pero no se tienen en cuenta todas las pancartas que van delante. La manifestación empieza a las 18 y las carrozas no salen hasta las 22h. Hablamos de cuatro horas de pancartas, de manifestación política, de una parte de la manifestación que quizá no se ve tanto.
Una cosa no está reñida con la otra, pero la parte importante evidentemente es la reivindicativa. Aunque el desfile es también una forma de reivindicarte y visibilizarte. No es una provocación que un chico salga en tanga, sino que es otra manera de entender el cuerpo. Necesitamos mucha educación en todo lo que tiene que ver con las corporalidades y en cómo las expresamos. En ese marco, a Anita y Adriana (parte de la organización del Orgullín) se preguntaron de qué manera era posible colaborar y así nació ese evento de ocio que el Orgullín, donde las familias tienen un peso importante y donde además, se moviliza a toda esa gente para bajar a la manifestación. Con la carroza pasa lo mismo, se entiende como exhibir cuerpos para ‘provocar’ y no va de eso, va de mostrar los colores y la diversidad, que es la idea del Orgullín. La gente joven que entiende el activismo de otra manera dice: «Jolín, pues así mola ir a una manifestación, podemos reivindicar, podemos bailar, podemos hacer activismo de esta otra manera».
Hacemos una lectura también de que participa mucha gente de representación política, vemos que hay una sensibilidad hacia el colectivo que hace años no teníamos. Y también intentamos que siempre haya participación de los colectivos sociales que trabajan por los derechos humanos, porque entendemos que los derechos LGBT son derechos humanos.
«No es una provocación que un chico salga en tanga, sino que es otra manera de entender el cuerpo. Necesitamos mucha educación en todo lo que tiene que ver con las corporalidades y en cómo las expresamos«
Sigue habiendo voces que preguntan por qué celebrar una fiesta o por qué, si “ya están conseguidos todos los derechos” hay que salir a pedir más. Y luego está, claro, la coletilla eterna del ‘orgullo hetero’.
Todos los días son el día del orgullo hetero, incluso el día del orgullo LGBT es también el día del orgullo hetero, porque es para todo el mundo. Las personas LGBT no vivimos en Marte, vivimos aquí, tenemos amigos, familias, trabajo, vivimos en un entorno hetero porque es la mayoría. Nadie se mete con una pareja hetero por ir de la mano, cosa que a las personas LGBT sí nos pasa. Con el tema trans vemos todo lo que está sucediendo con cierta parte del movimiento feminista que no reconoce a las mujeres trans como mujeres, mujeres a las que se les obliga a tener que seguir defendiendo su identidad. Algo que creo que aprendimos con la revuelta de Stonewall es que nos tenemos que defender, pero en positivo. Y evidentemente sumando a gente aliada, porque tenemos mucha gente aliada alrededor, eso es un gran triunfo, que la gente cis hetero camine a nuestro lado.
Jorge Pañeda defendió entonces que (sobre la ley Trans): “Es necesario cambiarla, como pasó con la Ley del ‘Sólo sí es sí’, porque es una inmensa chapuza jurídica y porque favorece a quienes quieren hacer trampas”. ¿Qué sigue pasando con esta ley? ¿No se ha entendido? ¿No es correcta? ¿Está, en efecto, mal redactada?
Se puede mejorar, pero no por lo que ellos piensan, sino porque quedaron realidades fuera. Lo que se ve más problemático es el cambio registral y los menores trans. Cuando se aprobó este último punto, que a veces parece que hay poca memoria, pero fue el año pasado, el PP votó a favor de su aprobación en un juego político en el que el PSOE de entonces votó en contra.
El no reconocer la ley Trans como una ley estatal y aprobada no tiene sentido. Si quieren poner un recurso de inconstitucionalidad me gustaría que fueran coherentes, no como con el recurso puesto al matrimonio homosexual, matrimonio que después dirigentes del partido celebraron gracias a esta ley. Porque es un derecho, no un privilegio. Es una ley necesaria que simplemente equipara derechos. Esta ley no trata ninguna cuestión descabellada en la que se cree una desigualdad. De hecho, las peticiones que hacemos para las leyes, que es una cosa muy clara que tenemos los colectivos, son siempre teniendo en cuenta la ética y la economía. No pedimos más dinero, que es algo muy citado en ciertas noticias, eso del ‘chiringuito’. No los hay. Evidentemente necesitamos recursos, pero son los que hay para toda la ciudadanía. No pedimos que estos se destinen específicamente a ningún sitio. Pongo de ejemplo el tema de la reproducción asistida en Asturias. Cuando salió el conflicto, allá por 2011, de que las mujeres solteras o parejas de lesbianas no podían acceder a la reproducción, no se pidió más dinero, sino que se abriera una lista que ya estaba creada para parejas hetero.
¿Cómo viven toda esta polémica las personas trans?
Hay frustración, sobre todo con el tema de los menores. Porque las personas adultas trans fueron menores trans, otra cosa es que lo pudieran vivir de manera libre. Esta ley no es una incitación a nada, de hecho, las vivencias que tienen las familias con hijas, hijos e hijes trans es que no saben qué hacer porque no tenemos una educación sobre qué hacer cuando hay menores trans. Lo que sí sabemos es que el derecho a la propia identidad es un básico. Y que es muy duro que como te reconozcan socialmente no es como tú te reconozcas. La identidad es lo más básico que tenemos.
«A quien entiende el tema trans como una moda le diría que a nadie le gusta levantarse por la mañana y que continuamente su vida sea una batalla»
Hay cierto sector que alega que esa visibilización, sobre todo a través de redes sociales, está aumentado el número de menores que se declaran trans. Se hace referencia a que “están confundidos” por lo que consumen en redes sociales.
A quien entiende el tema trans como una moda le diría que a nadie le gusta levantarse por la mañana y que continuamente su vida sea una batalla. En cuanto a otra de las argumentaciones de la derecha, que es eso de que no importa que haya personas trans pero que debe ser un profesional quien le dé el permiso para ser: somos personas independientes. Si sabemos expresar ciertas cosas y lo que nos hace sentir mal, ¿por qué no van a poder hacerlo las personas trans? Parece una moda porque hay más gente visible, pero si pudiéramos hacer una estadística de adolescentes hace 30 años que eran personas trans, se visibilizaran o no, saldría la misma cantidad que ahora, porque no es una cuestión de ser sino de poder expresarlo. Esa es la diferencia, que ahora pueden expresarlo, aunque hasta cierto punto, porque sigue habiendo muchos problemas en casa.
Hasta XEGA siguen llegando casos de menores a los que les rechazan en casa por ser trans. Por eso creo que es fundamental esa visibilidad que hacen los influencers, porque hablan desde la vivencia. Que una persona encuentre en TikTok a alguien que te está diciendo que es como tú, cuando tú estás perdido… La gente de 50 o 60 años trans lo que dice es: «Ojalá haberlo tenido, haber hecho el proceso con menos problemas, menos dolor de cabeza, menos sufrimiento».
Sigue pasando, en pleno 2024, que haya quien eche de casa a un familiar por visibilizarse como parte del colectivo.
Sigue pasando, sí. De hecho, el grupo de familias de XEGA está conformado por mujeres LBT o por familias heterosexuales con hijos LGTB, que evidentemente apoyan a sus hijos en los procesos que necesiten, pero no es lo más frecuente. Sigue habiendo rechazo porque toda madre y todo padre tiene puestas expectativas en sus hijos: que sean los más guapos, los más listos, los más inteligentes, y con ello va también esa expectativa de vida heterosexual.
Hablabas antes del feminismo, que en Asturias está claramente dividido con figuras como Amelia Valcárcel o la Tertulia Feminista de Les Comadres posicionadas claramente en contra de esa Ley Trans. ¿Es irreconciliable el feminismo en Asturias?
Lo que hay es mucha crispación, también en las redes. No tenemos espacios de debate sanos. Poder sentarte y hablar desde el respeto es fundamental y es lo que falta. Más allá de eso, sigo diciendo que no es una cuestión de debatir teorías, de qué es la mujer, porque eso ya lo tenemos desde que apareció el movimiento feminista. El tema es por qué no respetamos a cierto tipo de mujeres, o por qué reconocer solo a las mujeres reasignadas.
Los chicos trans y las mujeres trans saben qué es lo que les hace a ellos ser hombres y mujeres y esa pregunta tenemos que hacerla también nosotras y plantearnoslo desde ahí. Dicho esto, no creo que esté roto, creo que debemos seguir cambiando. Hay líneas rojas que no se pueden traspasar, pero hay que hacer un esfuerzo, intentar sentarnos y ver qué pasa con ese estancamiento, y hacerlo siempre desde la generosidad. A nivel personal, tengo una gran decepción porque compartí calle con muchas de estas mujeres y para mí es doloroso. Yo lo que les diría es que se sentaran con las mujeres trans, a ver qué les cuentan, cuáles son sus necesidades, cómo es su día a día. Lo que se va a ver es que no son hombres que quieren aprovecharse de los “privilegios” de ser mujeres. Y de hecho, si hay un fraude de ley hay mecanismos para poder detectarlos, porque todos los cambios deben estar refrendados por un juez. Que hay gente que tratará de aprovecharse de ella… como de cualquier ley, también de las de Hacienda. Y no por ello son menos válidas.
«¿Hay una ideología detrás de la educación sexual? La ideología es que seamos personas sanas y que vivamos las realidades que tengamos que vivir sin correr ciertos riesgos»
Desde XEGA, a través del programa ‘Ni ogros ni princesas’, recorren los institutos de Asturias visibilizando al colectivo y explicando a los adolescentes asturianos qué hay detrás de cada sigla LGTB. ¿Sigue habiendo oposición por parte de algunas familias a que sus hijos concurran a estas charlas? ¿Hay miedo?
Hay miedo a que les hagamos pensar que a lo mejor no son heterosexuales, y a que les metamos ideas “raras” en la cabeza. Nosotros solo vamos a contar nuestra realidad. Las personas que vamos a impartir los talleres somos todas LGTB visbilizadas, que es lo que diferencia también este taller, y vamos para hablar de nuestra experiencia vital y para ayudar a prevenir el acoso. Pero es que en toda la educación sexual hay problemas con las familias. Lo mismo pasa con el hecho de repartir condones. No van a dejar de practicas sexo por no tener condón, lo que lo van a hacer es con malas prácticas.
Hay familias que no acaban de entender que la educación sexual no es ideología sino que habla de realidades que ya están. Igual pasa con el tema de la pornografía. No se puede coger a un chaval y decirle que no vea pornografía, porque cuando tienes 15 años tienes todo ese rollo reaccionario de rebelarte contra toda la autoridad. Si le dices que no lo hagan lo van a hacer. La estrategia es decirles qué están viendo cuando están viendo pornografía. Y está pasando que las chicas también están viendo pornografía para aprender cómo comportarse con los chicos. Hay que darles otro tipo de herramientas porque si no encuentran otro tipo de educación sexual, ellos van a seguir buscándose la vida, y la pornografía tiene ahora un acceso muy fácil.
¿Hay una ideología detrás de la educación sexual? La ideología es que seamos personas sanas y que vivamos las realidades que tengamos que vivir sin correr ciertos riesgos, no solo de embarazos y ETS, sino de no tener relaciones con violencia, con maltrato, que las relaciones sean lo más igualitarias posible o que el placer sea verdaderamente placer. Ahí, la diversidad es fundamental, porque las personas LGTB existimos.
Más allá de las familias, ¿encuentran resistencia en el propio alumnado?
El otro día en un instituto de Avilés me dijeron: “No sé para qué vienes a contar esto si aquí gente como tú no existe, aquí de eso no hay”.
El año pasado, desde el Orgullín del Norte, decidieron no invitar a Carmen Moriyón tras su acuerdo de gobierno con Vox. Ahora, con el partido verde fuera de ese pacto, ¿cómo se encuentran las relaciones con el Ayuntamiento?
Se va a invitar a la alcaldesa al izado de bandera como al resto de agrupaciones, a excepción de Vox, pero mientras los compañeros de gobierno sigan siendo los que son, con partidos que no es que se abstengan en votaciones, sino que hacen políticas contra el colectivo LGTB, no se invitará a la tradicional comida. No es un ejemplo para el Día de las Familias. ¿Qué les explicaríamos a los niños y niñas que van?
«Hasta el 28 de junio hay tiempo de poner la bandera ondeando en el balcón como otros años. Formas simbólicas de demostrar que el Ayuntamiento está a favor de los derechos LGTBI hay las que quieran»
De hecho, la alcaldesa comentó hace unos días que si no se colocaba la bandera en el Consistorio era porque no se había pedido formalmente. ¿Confían en que lucirá el arcoíris en la plaza del Ayuntamiento este año?
A tiempo están. Hasta el 28 de junio hay tiempo de poner la bandera ondeando en el balcón como otros años, o bien dibujar la bandera con las luces del Ayuntamiento, que fue otra opción contemplada en la legislatura pasada. Formas simbólicas de demostrar que el Ayuntamiento está a favor de los derechos LGTBI hay las que quieran. No hubo directamente esa petición porque consideramos que es una cuestión de voluntad política.
Cuando en la toma de posesión de Carmen Moriyón el concejal Javier Suárez Llana se declaró homosexual en su discurso (“siento la necesidad de hablar porque a partir de hoy el Gobierno de mi ciudad servirá de amplificador de un discurso que dice que no soy normal simple y llanamente porque quiero a otro hombre», dijo entonces), hay quien le criticó por utilizar su condición sexual para “hacer política”. Otros cargos políticos, sin embargo, omiten a sabiendas su orientación sexual y son también criticados por ello. ¿Hay una fórmula en esto de vivir abiertamente?
Ser LGTB es ser político. Lo que no tiene sentido es que siendo una persona LGTB hagas un alegato a favor de las personas LGTB hablando en tercera persona. Es tan fácil como hablar en primera persona. Sí hay una primera persona para otras vivencias, como por ejemplo, “yo soy de pueblo y apoyo que las políticas rurales deben ser…”.
Qué mejor referente que políticos abiertamente LGTB, esta es también otra forma de normalización. Y es que se tiende a pensar que hay ciertos espacios en los que las personas LGTB no están, y que siempre es difícil para los primeros que se visibilizan en ciertos ámbitos, pero es también abrir camino para quien viene detrás. Antes era impensable que un profesor se visibilizara y ahora ya empiezan a atreverse a hacerlo delante del alumnado.
Y ahí entra aquello de “cada uno que se acueste con quien quiera, que no hace falta pregonarlo”.
Es que no puede ser privado, porque todo afecta a las relaciones. Incluso cuando sales a tomar el café en el descanso del trabajo, ¿de qué hablamos? De nuestras casas, de lo que hacemos en ellas. Si una mujer o un hombre hetero habla de sus hijos, de la persona con la que vive, ¿por qué yo no puedo? No puede ser privado porque si voy por la calle y tengo problemas ya no es privado. A mí nadie viene a casa a amenazarme, pero en la calle, en la familia, en el trabajo, sí, y eso ya no es el ámbito privado.
«Me comentaba el otro día un conocido que cuando iba en autobús, en Gijón, acompañado de su madre, comenzaron a llamarle «maricón». “Estos maricones, mira cómo arriman el culo”. Me decía: «Es que Yosune, llevo toda la vida aquí y nunca me pasó»»
Llegó a Gijón hace más de 20 años. ¿Cómo ha visto evolucionar a la ciudad en estas dos décadas?
Hay una cosa que me pasa ahora que no me pasaba hace años, y es que empiezo a controlar un poco cuando voy de la mano con mi pareja por la calle. Pero no a las cuatro de la mañana, sino a las 18h de la tarde. Ahora se atreven a más cosas que antes. Por poner un ejemplo, el caso de un conocido, de mediana edad, que me comentaba el otro día cómo cuando iba en autobús aquí, en Gijón, acompañado de su madre, comenzaron a llamarle «maricón». “Estos maricones, mira cómo arriman el culo”, le dijeron mientras ayudaba a su madre a sentarse. Me decía: «Es que Yosune, llevo toda la vida aquí y nunca me pasó».
¿Nadie le ayudó?
No. El principio del bullying es precisamente ese, es el silencio cómplice, que es el que da la fuerza a quien ejerce la violencia. Las agresiones nunca son cuestión de forma física, son cuestión de la fuerza que te dan los demás cuando permiten que pasen estas cosas.
Para acabar, ¿qué le pide XEGA a la manifestación del próximo día 28 y qué le pide a estos próximos doce meses?
A la manifestación que venga todo el mundo que se sienta partícipe de la defensa de los derechos humanos. Que hagan propia esta manifestación, que es de todos los que nos sentimos orgullosos de quienes somos y de a quién apoyamos y lo que hacemos. Que baje gente mayor, que bajen con la familia, con niños y niñas porque es un orgullo de la ciudadanía.
Y para los 12 meses de Gijón que haya políticas sociales reales. Empezar con propuestas concretas porque se pueden hacer muchas cosas muy sencillas, no hace falta grandes inversiones económicas, sino simplemente distribuir esos recursos para que entremos todos. Y que la representación política se ponga las pilas.