Primero que sí, luego el Ayuntamiento que no se quería endeudar, luego que al final eso se pagaría con ayudas estatales…un batiburrillo del que no se salió. No se salió porque luego vino lo del ridículo de poner mupis en la ciudad, por parte del Gobierno Municipal, diciendo que Gijón ye mundial y que no necesita un mundial y cosas así
Navidades, fin de año, año nuevo, son las fechas en las que una parte de la clase política hace balance del año y presenta todo lo que está por venir. En el caso de nuestra ciudad, dentro de todas las cosas que puedan estar por venir, nos las creamos o no, ya no estará un Mundial de fútbol.
Como todos sabéis, el culebrón comenzó cuando la Federación Española de Fútbol (la oscura e inenarrable asociación de federaciones territoriales de ese deporte) planteó que El Molinón fuera una de las posibles sedes para la celebración de algún partido del Mundial de Fútbol de 2030 (que se celebrará a la limón entre España, Portugal y Marruecos).
A partir de ahí, la cadena de situaciones avergonzantes y cómicas fue interminable. Primero con planteamientos por parte la de los actuales propietarios del Sporting de Gijón para recrecer y mover el estadio que, conviene siempre remarcarlo, es de propiedad municipal. Planteamientos, todos ellos, que no encajaron con la realidad de lo que era posible hacerse. Después vinieron las fotos y los acuerdos, muchas fotos y muchos acuerdos, para decir lo que por otra parte debería ser obvio y era que la empresa propietaria del club, el Ayuntamiento de Gijón -propietario del Estadio- y el Gobierno del Principado de Asturias, responsable de infinidad de matices necesarios para que Gijón fuera sede mundialista, estaban de acuerdo en buscar las formas para que ese deseo de las tres partes se cumpliese. A continuación vinieron las peticiones de otra asociación, la FIFA (cuyo funcionamiento también es como para echarles a comer aparte), que no dejaron de ser muchas de ellas ridículas, y otras tantas un tanto exageradas. Ahí empezó todo a resquebrajarse, primero que sí, luego el Ayuntamiento que no se quería endeudar, luego que al final eso se pagaría con ayudas estatales…un batiburrillo del que no se salió. No se salió porque luego vino lo del ridículo de poner mupis en la ciudad, por parte del Gobierno Municipal, diciendo que Gijón ye mundial y que no necesita un mundial y cosas así. No deja de resultar curioso que Gijón no necesite un mundial, pero sí “necesite” cosas tan detestables como las corridas de toros. En fin, no voy a seguir por esa vereda porque seguramente me perdería, volvamos al fútbol.
Después de ese ridículo, que conviene no olvidar para saber con quién tratamos, vinieron las dudas respecto a que el estadio municipal en realidad necesitase una inversión, y que si estaba o no estaba muy deteriorado. Aquí, no se lo pierdan porque es para reírse, aquí salió el portavoz de Foro diciendo que iban a meter 75 millones en reformas, aunque el mundial no viniera a la ciudad (en ese momento Gijón ya había renunciado a ser sede mundialista). No dejó de ser sorprendente el anuncio, puesto que no se tienen ni 20 millones (ni casi la mitad de esa cifra) para inversiones municipales como Tabacalera, por ejemplo, pero de repente se anuncian 75 para el Estadio… pero tranquilos, que ese dispendio no ocurrirá porque al poco salió la Alcaldesa desdiciendo al portavoz, y diciendo que El Molinón lo único que necesitaba eran pequeños arreglos. Todo esto, que no pasaría de ser un poso más de lo absurdo en la de por si amena historia reciente de la política gijonesa, se convierte en enfado, o en incredulidad, cuando el club anuncia el pasado octubre que algunas de las secciones de las gradas se tienen que cerrar porque el Ayuntamiento les ha dicho que hay problemas estructurales…O sea, que al final es muy posible que tengamos que meter dinero público en el estadio sin contraprestación ninguna.
Este breve relato solo pretende aunar lo que parte de la clase política gijonesa piensa con demasiada frecuencia, y que consiste en creer que a las personas que viven en la ciudad se les olvida todo. Y esto, en Gijón, ha pasado con demasiada frecuencia. Por poner un ejemplo, no tengo más que mencionar la inexistente estación de trenes, anunciada en multitud de campañas electorales…
Por cada paso que se avanza, en ocasiones se dan dos para atrás. El liderazgo que el actual equipo de gobierno del Ayuntamiento de Gijón pretende vender (bueno, o al menos Foro, porque en realidad al PP apenas se le escucha, no sé si por decisión propia o porque su socio de gobierno se encarga de taparlos elegantemente) es ridículo. Ningún dato avala el liderazgo, en algo, del Gobierno de Gijón, pese a que se empeñen en enviar tarjetas navideñas con proclamas de liderazgo, o los publirreportajes ocupen ríos de tinta, la tozuda realidad es que la ciudad carece de capacidad económica de incrementar su alcance. Y esto no está mal si se asume esa realidad, se cubren las necesidades locales y se crece desde abajo. El problema es que, cuando quieres vender algo grande pero solo es un decorado, se pierde credibilidad. Basta con pensar en el soterramiento del Muro -atención, primicia- que, tras tanto anuncio, no se va a hacer. En ningún caso. Pero en cambio lo que sí se pudo hacer, lo del Mundial, ni se hizo, ni se supo gestionar, ni menos aún se justificó o explicó adecuadamente. Y esto, lo de hacer y también lo de explicar, es de lo que debería ir la cosa política, no solo de anunciar y olvidar. Pero no todo el mundo olvidará.