El 11 de enero de 1986 tenía lugar el naufragio del Castillo de Salas con sus 99.072 toneladas de carbón. El ancla del buque garreó, el agua inundó la sala de máquinas y la tripulación no pudo volver a arrancar motores. El barco quedó así a la merced del mar hasta encallar definitivamente frente al cerro de Santa Catalina. De esto han pasado ya 35 años, pero la historia sigue muy presente en la vida de los gijoneses. Aquel 11 de enero no solo se hundió un barco, sino que también comenzó una leyenda, la de las manchas de carbón que tiñen con frecuencia de negro San Lorenzo.
Así fue el naufragio del Castillo de Salas
El gran peso de este granelero de 261 metros de eslora, 40 de manga y 14,5 de calado, perteneciente a la Empresa Nacional Elcano, hacía difícil su navegación ante una mar embravecido. Así, aquella mañana de 1986 el Castillo de Salas y las más de 99.000 toneladas de carbón que cargaba para la siderúrgica Ensidesa naufragaron en el Cantábrico.
Los gijoneses acudieron durante días a ver el devenir del barco. Y el 15 de enero, después de varios intentos por sacarlo a flote, el buque terminó partiéndose en dos. Como consecuencia, en los días sucesivos la playa de San Lorenzo sufrió mareas negras de fuel y carbón.
El 24 de enero la popa se hundió por completo. Y el 22 de febrero, tras días de vertidos, incertidumbre y protestas ciudadanas, la proa y cinco bodegas fueron remolcadas a alta mar y hundidas a 4.500 metros de profundidad a unas 40 millas al norte del cabo Peñas.
El carbón de la playa de San Lorenzo
El hundimiento fue calificado de negligente. Y en febrero de 1991 el entonces alcalde, Vicente Álvarez Areces, tomaba la decisión de que el Ayuntamiento se retirase de la acusación particular a cambio de una indemnización de 175 millones de pesetas. Poco más de un año después, el juez Lino Rubio archivaba la causa.
El primer vertido apareció en agosto de 2001. Entonces, la playa de San Lorenzo se teñía de negro. El Ministerio de Fomento confirmaba que las manchas procedían de los tanques hundidos del ‘Castillo de Salas’. El 10 de julio de 2003, el ministro de Fomento, Francisco Álvarez-Cascos, y la entonces alcaldesa, Paz Fernández Felgueroso, supervisaron la retirada de las 2.000 toneladas de chatarra de los últimos restos del buque. El trabajo se daba así por culminado.
Sin embargo, las manchas de carbón en el arenal gijonés siguieron y siguen apareciendo. La culpa siempre se achacó al suceso de 1986, pero un informe de finales del 2020 del Instituto de Ciencia y Tecnología del Carbono (Incar) señala que la procedencia del carbón que llega a la playa de San Lorenzo hay que buscarla en áreas donde hay miles de toneladas de carbón almacenado, como pueda ser El Musel.
Durante años ha sido habitual culpar al naufragio del Castillo de Salas de las manchas negras que aparecen con frecuencia en el arenal, pero el informe del Incar recoge que las 198 muestras de carbón tomadas no corresponden, en su mayoría, con el que transportaba el buque. Acaba así una leyenda que se ha prolongado durante décadas.
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