La playa de San Lorenzo comparte su nombre con una historia muy particular, la conocida como ‘Leyenda del cuélebre de San Lorenzo’. El cuélebre es una de las figuras más populares de la mitología asturiana. Una gran serpiente con alas, cubierta de escamas, con cierto parecido físico con los dragones.
Cuenta la mitología que estos cuélebres tenían atracción por el oro y los objetos brillantes. Así, cuando las culebras son ya muy mayores, les aparecen las alas, y se van volando al mar, ya convertidas en cuélebres, para cuidar de los tesoros que esconden en el fondo marino. Son muchas las referencias que encontramos en Asturias sobre él, como esta, en la letra de una canción del popular cantautor Víctor Manuel:
Dicen que el cuélebre tiene la escama de un pez
Que vive dentro del río que nadie lo ve
La última vez que lo vieron anduvo en el pueblo
La Leyenda del Cuélebre de San Lorenzo
Cuenta la historia que hacía ya muchos años, un cuélebre que vivía en una cueva en la zona de la Providencia atemorizaba a los pescadores de la zona. Desesperados tras ver cómo destrozaba sus embarcaciones, una y otra vez, pidieron ayuda a Gorín, un ermitaño que vivía en el Picu’l Sol. Gorín se ofreció matar a la bestia, siempre y cuando los pescadores jurasen alimentarlo el resto de su vida.
Acompañado de Xuana, una moza del lugar, viajó hasta la cueva del Cuélebre. Una vez allí, lo llamó y, al sentir que se acercaba, quitó la faja que vestía la joven y se la arrojó al monstruo al cuello, aturdiéndolo al instante. A continuación, Gorín entró en la cueva, donde encontraba el tesoro que el Cuélebre atesoraba (un lloréu, laurel, de oro). Lo lanzó al mar y ordenó al animal ir tras él, haciendo que desapareciera para siempre bajo el agua.
Gorín quedó así a vivir en la cueva del animal, y los pescadores, agradecidos, le mantuvieron por los restos. Sin embargo, si alguna vez olvidaban llevarle alimento, un cuervo se posaba en la ahora llamada Colina’l Cuervu y con sus graznidos les recordaba el trato.
Esta leyenda está plasmada en el libro Mitos de Xixón, de Alberto Álvarez Peña, quien a su vez recogió la historia que llegaba a oídos del etnólogo Luis Argüelles hace ya más de medio siglo.
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