¿Por qué no se aprovechan estas épocas de parón para dar formación a los empleados de hostelería?
En esta época en la cual nuestros locales de hostelería están más bien vacíos por la cuesta de enero, he visitado a muchos de ellos para hacerles la misma pregunta: ¿Por qué no se aprovechan estas épocas de parón para dar formación a los empleados?
Casi todos los hosteleros se quejan de la escasa mano de obra en el sector y de la falta de profesionalidad de los que encuentran. Pero yo quiero lanzar esta reflexión dado que el quejarse y ver el futuro negro en lo que al personal se refiere, no nos ayudará en ningún caso, y menos hará subir la calidad de la oferta gastronómica de nuestra ciudad.
Si cualquier chico o chica encuentra un trabajo en una cadena textil o de supermercados, por ejemplo, suele realizar una formación y no lo ve nada extraño. En cambio los hosteleros explican que la gente no está interesada en formarse para la hostelería dado que sólo lo ven como trabajos temporales mientras estudian o encuentran algo mejor.
El caso es que mientras que el empresario se lamenta por no tener personal más profesional y prescriptor, y mientras el empleado no ve necesario formarse ya que ¡para la hostelería vale cualquiera! El que paga esta falta de profesionalidad, amabilidad y empatía es el comensal que no recibe ni la información adecuada, ni el servicio en muchos casos.
Esta claro que en nuestra ciudad hay locales donde el personal lleva años y donde sí hay profesionalidad, pero son los menos. Por ello estaría bien que no cunda el desánimo y el conformismo e insto a que durante las temporadas bajas se realicen formaciones sobre vinos, cervezas, cafés, atención, servicio, o algo tan importante como conocer bien la propia carta del establecimiento.
Si lo hacemos y le damos la prioridad necesaria quizá hagamos que a más gente le guste trabajar más tiempo en hostelería o al menos que los comensales disfruten más de su experiencias gastronómicas. Porque no nos olvidemos que comer en un restaurante debe ser eso, una experiencia gastronómica que comienza desde que entramos por la puerta.
Si a ello sumamos una decoración y ambiente adecuado, y una señalítica correcta, lograremos que estas experiencias resulten más placenteras. Con clientes más contentos y mejor atendidos, los hosteleros se sentirán mejor y esto repercutirá en el trato al personal. Así pues, en mi humilde opinión, de esta manera cierras el círculo y beneficias a todas las partes implicadas. Por ello, animo a todos a poner al mal tiempo buena cara y ver en estas épocas difíciles, tiempo para la oportunidad y la mejora.
Acertada reflexión. Enhorabuena por tu artículo. Sería conveniente que ahora los hosteleros reflexionasen sobre esto.