Los vecinos de la que es una de las zonas más contaminadas de Asturias ven con temor la posibilidad de que, con el vial de Jove descartado, las soluciones pasen por aumentar el tráfico pesado en El Empalme; en Carreño están dispuestos a luchar
El Monte, así llamado por razones obvias, es, quizá, uno de los miradores más excepcionales y, a la vez, menos aprovechados de cuantos ofrece al visitante el concejo de Carreño. En otros tiempos esta elevación ofrecía una vista privilegia del por entonces prácticamente virgen valle de Aboño, apenas pervertido por la mano del hombre pese a la cercanía del puerto de Gijón. Un puñado de casas, unas cuantas huertas y amplias tierras de pasto jalonaban las laderas y campos, con el límpido Cantábrico recortado como telón de fondo, bañando la amplia playa de la que disfrutaban los lugareños, y el río Cigoña, entonces navegable, discurriendo entre los altos. Todo aquello cambió en 1953; la puesta en marcha de la primera fábrica de cementos abrió la veda al desarrollo industrial de la zona, consolidado en 1974 con la inauguración de la central térmica. En pocos años las factorías proliferaron, el cauce del Cigoña fue desviado para hacer sitio a los parques de carbones, las montañas de mineral comenzaron a crecer y el otrora paraje natural adquirió su aspecto actual: un skyline de chimeneas y torres de alta tensión, rodeado de carreteras y vías férreas, ennegrecido por la contaminación, y constantemente sobrevolado por el hedor y el estruendo de la industria. Pero en este lúgubre lugar, del que el presidente del Principado, Adrián Barbón, dijo hace unas semanas que parecía haber encajado el impacto de una «una bomba nuclear», vive gente. En torno a una veintena de personas, de hecho; una fracción notable de las cerca de doscientas que habitan en la parroquia de Carrió, a la que Aboño pertenece. Y esa masa crítica está harta. Harta del ruido, de la polución, de los cultivos cubiertos de suciedad, de la imposibilidad de tender la ropa en exteriores por miedo a que se eche a perder… Y de los camiones, que transitan por miles diariamente en la cercana rotonda de El Empalme. La misma que, con el descarte definitivo del vial de Jove, podría ver multiplicado ese tráfico pesado para descongestionar la Zona Oeste de Gijón. Una opción que ha hecho que, en Carreño se disparen todas las alarmas.
«Claro que cayó una bomba… ¡La de toda la porquería que nos llevan metiendo desde hace cuarenta años! Y, ahora, quieren que vaya a más…«. Quien se expresa tan visceralmente es Francisco Javier Cuervo, presidente de la Asociación Vecinal ‘El Filandón’ de Carrió… Y, por azares del destino, con domicilio en las proximidades de El Empalme. Desde luego, el concepto ‘porquería’ abarca muchas piezas de un mismo problema, aunque algunas de las más evidentes preocupan menos a Cuervo y a sus representados. Efectivamente, todo indica que la progresiva apuesta de las industrias del lugar por combustibles como el hidrógeno harán que las pilas de carbón desaparezcan del paisaje o, al menos, se reduzcan sensiblemente más pronto que tarde, pero no así los camiones. Hoy por hoy su tránsito por la rotonda se cifra en casi 1.600 al día, pero si las intenciones preliminares del Principado se cumplen y, una vez ejecutado el desdoblamiento de la GJ-10 entre Lloreda y Veriña (previsto para 2025), se materializa la adecuación de la GJ-1 (que conecta El Empalme con El Musel) como alternativa al vial de Jove para sacar los vehículos pesados de la avenida Príncipe de Asturias, esa cantidad podría triplicarse. «¿Sabes lo que es que cada cinco minutos te pasen quince camiones al lado de casa día y noche, incluso los domingos y festivos? Aquí se vive mal; y, como nos hagan lo que tememos, será aún peor. Por eso estamos dispuestos a lucharlo», sentencia Cuervo.
El perfil humano que se registra en Aboño, como en el conjunto de Carrió, difiere sensiblemente del de esa Zona Oeste gijonesa que se echó a las calles en defensa de aquel vial soterrado que nunca llegó a ser. Los pocos habitantes son, en su mayoría, gentes de edad avanzada, con mucha brega a sus espaldas, e invadidos por la sensación de ser los grandes olvidados de esta partida. Porque, en caso de que lo que finalmente se haga les perjudique (sobre el tapete no hay aún ningún proyecto en firme), sería una decepción más en un catálogo ya extenso. En 2005 se inauguraba en La Reguerona la Estación Depuradora de Aguas Residuales (EDAR) que da servicio a Gijón, primera ocasión en que los lugareños tuvieron la sensación de que «nos pasaban la basura a nosotros» desde el municipio anexo. Siete años más tarde, en 2012, el cierre, por parte de la Autoridad Portuaria, del antiguo túnel de Aboño (que ahora el Principado estudia reabrir) truncaba la conexión más directa con el barrio de Jove, donde se ubica el que es el hospital de referencia para los de Carrió. «Hay gente mayor que ha muerto en el trayecto hasta el hospital, y que podría seguir viva si ese túnel siguiese operativo«, recalca Calvo. De ahí que, ante el posible incremento del flujo de vehículos pesados, la postura sea tajante. «No es que no admitamos más camiones… Es que queremos fuera de aquí los que hay. Tanto los que vienen de El Musel, como los procedentes de Tabaza. Y de esa posición no nos apearemos».
Claro, que, para entender el por qué de esa inflexibilidad, hay que comprender un punto… ¿Cómo es la vida en Aboño? Maripaz Álvarez Zapico es radical: «Una agonía«. Su domicilio, un coqueto chalet amarillo a apenas cien metros de El Empalme en el que reside desde hace 47 años, revela a simple vista las pruebas de esa afirmación: pátinas negruzcas en paredes y ventanas, plantas mustias por la polución, frutos que hay que lavar a conciencia antes de consumirlos… En días de lluvia, el carbón depositado en las sillas y la mesa de jardín se convierte en una pasta difícil de retirar, y un reguero de agua negra gotea de las hojas de los árboles y de los aleros de la casa. «Plantas un geranio, y en nada lo tienes quemado; tienes que limpiar varias veces al día, y el ruido es continuo«, relata Álvarez, molesta tanto por la cantidad de camiones, como por el hecho de que «muchos circulan con los remolques sin tapar, con la mercancía al aire. Así está todo; hasta las cunetas, que dan un asco que no veas«. Pero en su voz hay algo más… Un cierto resentimiento por las acciones contrarias a un vial de Jove en superficie y que, voluntaria o involuntariamente, han derivado en el traslado del problema a Carreño. «Mi hija vive en La Calzada, y les entiendo; nadie quiere tener esto cerca de casa, pero no es justo que nos lo traguemos nosotros. Nos pasó con la depuradora y, ahora… ¿Va a pasar con los camiones?«.
Luis Miguel González Prendes es otro de los vecinos afectados. Aunque su vivienda se halla un buen puñado de metros más alejada de El Empalme, esa distancia no basta para librarse del cúmulo de inconvenientes que el tráfico industrial vierte sobre Aboño. «Mete miedo. Yo tiendo mi ropa debajo del hórreo; es la única forma de que no se te ensucie lo recién lavado y, aun así, todavía se mancha algo«, confiesa, no sin cierta dosis de humor. Eso sí, a sus 72 años insiste en que «hubo más camiones de los que hay ahora; son un problema, y seguimos respirando mierda, pero la cosa estuvo peor en el pasado, antes de que hiciesen la rotonda«. No obstante, en cuanto a la perspectiva de manifestarse en caso de que las decisiones finales contribuyan a agravar la situación, González es poco optimista… Si no abiertamente pesimista. «Lo de Jove estaba cantado desde que hicieron la salida en Tremañes, pero pasen por donde pasen los camiones, los vamos a seguir sufriendo. Sacarlos de El Empalme, a lo mejor sí que lo conseguimos, pero… ¿Que se vayan del todo de la zona? Eso sí que no. Hay mucha fábrica, mucho interés… Eso no va a desaparecer», reflexiona.
Pero el presidente de ‘El Filandón’ no es de la misma opinión. Es más, tiene una alternativa aparentemente mejor a la GJ-1, aceptada por sus representados de Carrió y que ya ha trasladado al Ayuntamiento de Carreño. Consistiría, en esencia, en rescatar cierto proyecto concebido en su momento como complemento al vial de Jove, y tender un ramal de dos carriles desde la GJ-10 hasta la carretera de La Reguerona a la altura del antiguo club Flamingo, viaducto mediante para sortear el cauce del Cigoña y las vías férreas, a fin de redirigir el tráfico pesado hacia y desde El Musel, y alejarlo así de áreas habitadas. La propuesta podría complicarse si, en base a la legislación vigente, se hiciese necesario disponer de una vía de alta velocidad, pero hasta para semejante eventualidad tiene Cuervo una solución: construir un segundo viaducto más al este, entre el anterior y El Empalme, conectado con la vía industrial que discurre paralela al río. «Sería la mejor manera: rápida, fácil y más barata, porque bastaría con rehabilitar y ensanchar un poco dos carreteras que ya existen, y tender los viaductos; y no perjudicaría a Gijón«, resume. A partir de ese punto, ya se podría acometer la renaturalización de Aboño comprometida por Barbón, que «ahora mismo, con tanto tráfico, no tendría sentido; adecentas esto, y en cuatro días lo vuelves a tener como está ahora».
¿Cuál es la postura de las Administraciones competentes sobre el particular? Bien, a nivel municipal, el Ayuntamiento se muestra prudente. «Los vecinos, ante el temor de que el problema vaya a más, intentan buscar la opción más favorable, pero no podemos entrar a valorar nada hasta que el Principado nos traslade las suyas», acota el alcalde, Ángel García Vega. Ese escalón, por ahora, no ha sido alcanzado; el pasado 7 de octubre el regidor se reunió con el consejero de Fomento, Alejandro Calvo, encuentro en el que «se evidenció que el Principado aún no tiene una propuesta preparada, ni un borrador sobre el que debatir; incluso sobre las diferentes posibilidades aparecen muchas dudas e incertidumbres, tanto técnicas como legales». En todo caso, esa cautela a la hora de pronunciarse no debe malinterpretarse, pues Vega tiene clara la postura del Consistorio: «Carreño no quiere, ni aceptará, el aumento de tráficos pesados por El Empalme. Y no sólo eso; se deben eliminar en su totalidad«. No es de extrañar, por tanto, que las premisas básicas planteadas por el primer edil, cuatro en total, abarquen tanto la supresión del paso de camiones, como la reordenación del tráfico en las parroquias de Carrió, Pervera, Albandi, Prendes y Tamón; la reapertura del túnel de Aboño para uso vecinal, y la citada renaturalización del entorno. «Si se parte de algo distinto, no habrá nada que estudiar, ni que negociar», concluye Vega.
¿Y qué decir del Principado, el actor institucional que, con el carpetazo al vial de Jove, devolvió Aboño al foco del debate? Tampoco aquí hay, de momento, hechos consumados, más allá del desdoblamiento de la GJ-10, que se acometerá en la primavera del año que viene con un presupuesto de casi 80 millones de euros, y que, se espera, agilizará el paso de camiones por la que es ya la vía con el mayor número de tráficos hacia y desde El Musel, muy por encima de la avenida Príncipe de Asturias. Más allá de eso, a comienzos de esta semana el viceconsejero de Infraestructuras y Movilidad del Principado de Asturias, Jorge García, declaró que el Gobierno autonómico baraja varias opciones; por ahora, la permuta de la GJ-1 para que pase a formar parte de la Red de Carretera del Estado, y su posterior adecuación por medio de un vial directo al túnel de Aboño y al puerto suena como la más seductora. Es más, este martes, durante su comparecencia en la Junta General, el consejero de Fomento, Alejandro Calvo, confirmó, en respuesta a preguntas del PP, que es «el proyecto en el que queremos trabajar», aunque sin perder de vista la regeneración de la ría y las necesidades de la actividad industrial. A ese respecto, ya el día anterior Jorge García perfilaba que la idea vecinal de aprovechar La Reguerona, aun sin quedar descartada, sería problemática, pues requeriría «una tramitación más extensa» y la coordinación con empresas como EDP o ArcelorMittal, que poseen vías y parcelas privadas. Y todo indica que no estarían dispuestas a renunciar a ellas, ante el temor de que hacerlo pudiese lastrar ampliaciones y proyectos futuros.
Llegados a esta casilla, resulta evidente que el puzle a armar es de una complejidad suprema, aunque no faltan quienes creen que no sería tanta de haber abordado la cuestión de una forma distinta desde el primer momento. Entre ellos está Ángel García Vega. A juicio del alcalde, «se ha cometido un error desde el principio, que es no juntar a todas las Administraciones afectadas. Entiendo que la prioridad es salvar esos tráficos pesados, y así se solucionarán los problemas de circulación de Gijón y de Carreño, pero deberíamos haber trabajado todos juntos: los dos Ayuntamientos, el Principado y el Ministerio. Eso no se ha hecho». Una carencia que, añade, ha alimentado la sensación, por parte de algunos de los vecinos del concejo que lidera, de que los gijoneses les han pasado la patata caliente. «Eso es algo que se ha distorsionado, claro, pero, de haber trabajado coordinadamente, habríamos evitado esos malos pensamientos que, por otra parte, son muy humanos«, detalla García. Ahora bien, el regidor recurre nuevamente a la prudencia cuando se le pregunta sobre si apoyaría, o no, unas posibles movilizaciones vecinales si la opción de la GJ-1 es la seleccionada. «Estamos en un escenario muy prematuro; hasta que no se presenten las propuestas, no tengo capacidad, ni yo ni nadie, de saber hacia dónde orientar nuestra acciones. Lo que sí sé es que no quiero más tráfico por El Empalme, y quiero que se retire el actual. Obviamente, quiero lo mejor para Asturias, para Gijón, para Gozón, para El Musel… Pero soy alcalde de Carreño, y mi prioridad está clara: Carreño«.
Con todas las cartas repartidas, con los primeras jugadas hechas y con parte de lo apostado, el vial de Jove, ya eliminado, ahora el ‘jugador’ que es el tejido vecinal de Carrió espera que el resto de participantes tome conciencia de la magnitud que el problema actual podría tomar si Aboño vuelve a ser, como ellos creen que lo ha sido en todos estos años, la ‘fea’ del baile. «Hay que verlo para entenderlo; no basta con estar en un despacho y tirar de Google Maps», afirma el presidente de ‘El Filandón’, Francisco Javier Cuervo. Tanto es así que aún espera que el consejero Alejandro Calvo y su equipo acepten su oferta de guiarles en un tour presencial por el área en cuestión. «Que vengan, que lo huelan, que lo toquen con sus propios dedos… Que vean lo que respiramos a diario, y lo que podríamos llegar a respirar. Y se ve… No hace falta ser ingeniero».