El smog gijonés se ha quedado estancado en el Ayuntamiento de Gijón. Algo espeso, lechoso e indefinido cubre todo lo que acontece en la Plaza Mayor
Gijón sigue padeciendo la contaminación del aire. A las 4 de la mañana, cuando sólo pasea por nuestras calles Jack el Destripador, se incrementaba un 1000% el indice de micropartículas contaminantes. Lo dicen los ecologistas, que son los Bobbies del aire. Pero más allá de la vigilancia intensiva de todos ellos, lo delata el polvillo de los alféizares de las casas de La Calzada, las hojas carcomidas de los árboles y así en este plan. Lo dice el propio aire, que maneja el lenguaje químico de las partículas que han alcanzado su equinocio de luz, adelantándose unos cuantos días. Vivimos ese meridiano exacto que divide el día de la noche, en mitad de la contaminación.
Hace un par de años, la ciudad se cubrió de una espesa niebla anaranjada. Fue la gran niebla londinense de 1952, unas cuantas décadas después. De alguna manera, aquello fue el smog del siglo XXI, procedente de incendios, chimeneas, de un mundo en llamas que no conocía el virus pero que, de alguna manera, lo advertía como advertían los heraldos negros de Vallejo el apocalipsis con la voz cavernosa de los fantasmas, como lo advierte una catedral en llamas en París o un parricidio siniestro en el barrio de Nuevo Roces. Señales que no dicen nada y en nuestras tradiciones bíblicas lo dicen todo.
Gijón ha sido siempre el chiquito Londres español
El smog de un Gijón industrial, lacerante y subversivo se ha quedado en una luz de agosto, perdida en el recuerdo, pura nostalgia. El Gijon industrial es digital, así que hoy solo salen a la calle a reclamar el pan los camareros. Aun así, eso no nos quita que el aire siga muy contaminado, con un smog ligero, invisible, adaptado a la imagen y semejanza de nuestros miedos contemporáneos.
El smog de 1952 se llevó por delante en dos días a 12.000 personas. Un fuerte frio provocó un aumento del consumo del carbón en Londres. Gijón ha sido siempre el chiquito Londres español. Gijón ha sido siempre un trampantojo de Londres. Incluso su música, el Xixon Sound, era una reverberación pulp del indie rock fascinante y rebelde que se hacía en Sheffield, Manchester o Londres.
El smog gijonés se ha quedado estancado en el Ayuntamiento de Gijón. Algo espeso, lechoso e indefinido cubre todo lo que acontece en la Plaza Mayor. Lo saben bien los periodistas, que a duras pensas logran ver qué pasa más allá de la puerta del Consistorio, porque la niebla que emana del despacho de la Alcaldesa no les deja ver. De agilizar las entrevistas ni hablamos.