Los rojiblancos rompen la racha de partidos sin perder en un encuentro donde Mariño salvó la goleada
El Sporting vio en Valladolid cómo su racha de imbatibilidad en Liga quedaba congelada en 5 partidos. Los de David Gallego firmaron a orillas del Pisuerga un encuentro frío, rácano, en el que únicamente el acierto de Mariño, que llegó a parar un penalti, salvó a los gijoneses de la goleada en contra. Finalmente fue Roque Mesa, quien había errado la pena máxima, el encargado de anotar el solitario gol de un Valladolid cuya afición terminó coreando a su equipo con olés frente a la pasividad de un inoperante Sporting.
El termómetro apenas estaba en positivo a orillas del Pisuerga, por lo que ambos equipos decidieron meterle intensidad y piernas, además de camisetas térmicas, al partido. El encuentro comenzó con lo que fue la tónica general del enfrentamiento: un Valladolid dominante, sabedor de que jugaba en casa, y un Sporting que buscaba su ocasión a la contra. Los de David Gallego sumaron minutos de juego en campo contrario hasta que el reloj marcó el 10. Entonces, los pucelanos se hicieron con la posesión y las ocasiones, aunque sin llevar peligro.
Un inocente remate de cabeza de Weissman a los 10 minutos fue el primer aviso. Tras él, en el 20, un remate desviado de Cristo, ambas ocasiones desde la banda izquierda. Para entonces, ya negaba con la cabeza Gallego, sabedor de que los pucelanos se estaban haciendo con el dominio del encuentro. Los rojiblancos intentaban salir rápido tras robo, pero con escaso éxito. En los primeros 45 minutos, las estadísticas, tercas como son, únicamente contabilizaban un tiro a puerta del Sporting, obra de Djuka, sin peligro para Masip.
Tampoco el Valladolid inquietaba a Mariño, con más sensación de dominio que ocasiones claras, pese a la pólvora pucelana en ataque. El partido, intenso, activo, de toma y daca, no daba pie sin embargo a los “¡uy!” de la grada. La lesión de Guille Rosas en el 40, nuevamente aquejado de un latigazo en el bíceps femoral (el enésimo en lo que va de curso, ¡qué mala suerte la suya!) terminó de cortar el ritmo de un primer periodo de los que tienen más emoción si lo sigues por la radio que por la tele.
La segunda mitad comenzó con susto mayúsculo para el Sporting, antesala de lo que estaba por llegar. En la primera jugada de la reanudación, apenas 15 segundos jugados, Toni Villa filtró un pase preciso para Cristo, que se plantó solo frente a Mariño. El vigués hizo el milagro nuestro de cada día con una gran parada con el pie venciéndose al lado contrario, como Casillas frente a Robben, para salvar el primer gol del encuentro.
Caraja rojiblanca en el inicio de la segunda mitad y Gallego cambiaba su imagen cabizbaja por gritos de enfado. Y a punto estuvo de surtir efecto con un robo en campo rival que finalizó Djuka con un disparo a bote pronto, a la media vuelta desde la frontal, que se fue alto. Mero espejismo, porque el torrente del Pisuerga aún no había terminado. Dos remates seguidos del omnipresente Cristo, de cabeza y desde la frontal, fáciles a las manos de Mariño, fueron solo el preludio.
La acción clave llegó en el minuto 57, cuando Toni Villa se lió a gambetear entre Bogdan y Nacho Méndez hasta entrar en el área y ser arrollado por el ucraniano, que tropezó con él. No se lo pensó dos veces el encargado de repartir justicia y señaló el punto de penalti. Tomó la responsabilidad Roque Mesa, que con tranquilidad buscó el centro de la portería, pero Mariño, vencido a su izquierda, volvió a rechazar el lanzamiento con el pie. El vigués, felino, logró parar el penalti, pese a no ser su especialidad.
El agobio no quedó ahí, pues en la jugada siguiente de nuevo Cristo probó a Mariño, que volvió a responder con solvencia. Corría la hora de partido y el Sporting seguía perdido, braceando, intentando salir a flote, a punto de ahogarse en aguas del Pisuerga. Intentó tirar un flotador Gallego en forma de cambios, con la entrada de Campuzano y Gaspar por Fran Villalba y Pedro. La estadística de tiros para entonces era desoladora: 20 lanzamientos pucelanos por solo 3 del Sporting. Y claro, pasó lo que tenía que pasar, por aquello del cántaro y la fuente. Los rojiblancos regalaron un saque de banda en campo propio y el despiste de la defensa sportinguista hizo el resto. El balón, tras una triangulación de Nacho y Toni Villa, llegó a pies de Roque Mesa, en el área, para que deshiciera su error en el penalti. Su remate, seco, raso, al palo corto, se coló en la portería de Mariño para convertirse en el 1-0.
Hubo que esperar a la media hora de la segunda mitad para que el Sporting pisara por primera vez el área contraria en la reanudación, ejemplo claro del dominio pucelano. En las gradas del José Zorrilla, olés en cada pase local. Únicamente Aitor García, el más activo un partido más, intentaba el empate. Un tanto que a punto estuvo de lograr con un zurriagazo a bote pronto desde la frontal, que se fue alto por poco. Con todo, el Sporting terminó el partido apretando. El primer córner rojiblanco del partido, en el minuto 90, a punto estuvo de acabar en gol con un remate de Babin que atrapó seguro Masip para rubricar la justa victoria local en un mal partido rojiblanco.
