La guerra fue dura en Asturias, y durante la misma murieron cinco jugadores de la plantilla sportinguista de la temporada 1935-36
El anarquista, una vez fue detenido, declaró haber atentado contra el capitán sportinguista porque iba “vestido de forma elegante” y supuso que era «un empresario»
Sabido es que la Guerra Civil supuso el peor de los escenarios para toda España. Miseria y muerte se sembraron por doquier y no hubo un solo estamento social que se librara de ellas. El fútbol, claro está, tampoco. Un centenar de futbolistas españoles fallecieron en la guerra fratricida, muchos de ellos asturianos y, por supuesto, el Sporting se vio salpicado plenamente por ella.
Poco antes del dramático episodio, preludio de lo que vendría en 1936, el 12 de julio de 1934 se habían celebrado unas elecciones en el Real Sporting de Gijón que pasarían a la historia. Por primera vez las socias tuvieron derecho al voto. Las mujeres ya comenzaban a ser un porcentaje, aunque minoritario, significativo en la masa social sportinguista y cada vez tomaban un mayor protagonismo. Las elecciones fueron ganadas por la candidatura de Emilio Tuya, quien decidió incorporar a tres mujeres, en calidad de vocales, a su junta directiva: Inocencia Hulton, Herminia Rodríguez y Elvira Sampil. Una junta que tenía como vicepresidentes a Alfonso Albo y Félix Guisasola, llevando, junto con el máximo mandatario, el peso de la dirección de la sociedad. Por primera vez unas mujeres entraban en la directiva de un equipo de fútbol asturiano, club que alcanzaba los 2.200 socios al inicio de la temporada 1935-36.
La vida continuó con tensa normalidad tras el trágico episodio del 1934, si bien la convivencia democrática quedó seriamente dañada. En las elecciones de febrero de 1936 el Frente Popular (coalición de Izquierda Republicana, P.S.O.E. y P.C.E.) se impuso en Asturias, con el compromiso, entre otras cosas, de otorgar la amnistía a todos los presos derivados de los incidentes revolucionarios del 1934. Obtuvo 170.828 votos por los 150.949 de la coalición de centro-derecha formada por el Partido Republicano Liberal Demócrata y la C.E.D.A. Con los presos asturianos en la calle y un nuevo gobierno de izquierdas en España, se acrecentó la polarización de la sociedad, con atentados de extremistas de uno y otro signo (alcanzando los 400 asesinados en medio año). Manolo Meana, ídolo del sportinguismo, resultó herido en uno de ellos. El 19 de abril de 1936 se disputó la última jornada de Primera División, proclamándose campeón el Athletic de Bilbao, por delante del Madrid y del Oviedo. Por contra, a segunda descendieron el Atlético de Madrid y el Osasuna. Por su parte, el Sporting de Gijón finalizó tercero del grupo Primero de segunda, a un paso de la promoción de ascenso, y el Stadium Avilesino acabó en la sexta posición de ese mismo grupo.
Pero todo cambió a raíz de la sublevación militar de julio de 1936. Aunque el 18 de julio quedó fijado como fecha del inicio del conflicto, en realidad, esta empezó el día anterior. En la tarde del 17, tropas de Regulares y de la Legión tomaron el control de Melilla. Ese mismo 17 de julio de 1936, en la sesión del Comité Directivo de la Federación Asturiana de Fútbol se aprobaba como afiliado a un nuevo equipo, el Arobias F.C. de Avilés; y unos días antes, el 2 de julio el Sporting anunciaba el fichaje para el primer equipo de José Luis García López, conocido futbolísticamente como Pepe Luis, quien fuera suegro del centrocampista leonés del Sporting Antonio Puente, afincado en nuestra ciudad donde regentó durante muchos años un local de Apuestas Mutuas en la calle Aguado. Pepe Luis sólo llegaría a jugar un partido con el primer equipo, el 4 del citado mes de julio de 1936 contra el Hispania, debiendo conformarse con hacerlo un par de veces más en plena guerra, pero ya con el filial rojiblanco. Al término de la guerra ficharía por el F.C. Barcelona, con quien llegó a jugar dos temporadas. El 16 de julio el Sporting había hecho un nuevo fichaje, esta vez para su filial, el del portero Ángel Rendueles Junquera. Se trataba de un joven guardameta que había destacado en distintos conjuntos de categoría regional. Rendueles, desde muy joven había desarrollado dos aficiones: el deporte y la música. Aprendió a tocar varios instrumentos, especialmente la guitarra y el piano, a la vez que destacaba como portero en los equipos de categorías inferiores gijonesas. Su altura, cerca del metro noventa, y buena colocación, auguraban un gran futuro para el gijonés, pero la vena artística pesaba tanto o más que la deportiva y sus pasos acabaron decantándole más por la primera que por la segunda.
Tras el estallido de la guerra, en Oviedo todo el poder de la ciudad quedó en manos de los militares sublevados, bajo el mando del comandante Aranda, y esta fue la única localidad de Asturias que se mantuvo durante todo el periodo de la guerra fratricida en el mismo bando. En el territorio asturiano la guerra duró un relativamente corto espacio de tiempo, entre el 18 de julio del 1936 y el 27 de octubre de 1937, pero tuvo una especial virulencia. Durante ese espacio de tiempo, la actividad futbolística quedó prácticamente suspendida. Algunos equipos realizaron entrenamientos y la selección asturiana organizó un par de encuentros. Uno contra el Racing de Santander, disputado el 12 de octubre de 1936 y que finalizó con 3 a 0 a favor de los cántabros y otro contra la selección vasca que no pudo disputarse por avatares de la guerra. El Sporting tuvo que suspender dos encuentros que tenía programados. Uno fue contra el Racing de Santander en la capital cántabra y no se pudo jugar debido a los bombardeos de la aviación franquista que dificultaban el traslado de los rojiblancos a Santander y un segundo de corte benéfico, para los niños huérfanos de la Asturias republicana, que iba a disputarse en Gijón, y que se jugaría contra una selección asturiana. La F.A.F. se vio obligada a cancelarlo el mismo día 3 de enero de 1937 en el que se iba a celebrar. Las bombas mandaban sobre el fútbol.
Una vez Asturias pasó a estar bajo el control de las tropas del bando llamado nacional, en octubre de 1937, poco a poco el fútbol en Asturias fue retomando el pulso, especialmente en Gijón. Así, el Olympia, filial sportinguista, por ejemplo, llegó a disputar dos encuentros. Ambos fueron contra el equipo del Sindicato Español de Estudiantes y se jugaron en el campo de La Florida, ya que era imposible hacerlo en un estadio de El Molinón destrozado y que, además, era usado como aparcamiento de vehículos militares por las tropas de ambos bandos. El ejército republicano, primero, y el franquista a partir de octubre de 1937. Los daños fueron cuantiosos, puesto que allí se “guardaban” vehículos pesados, carros blindados y camiones, principalmente. Además, para facilitar la entrada de los mismos, se había llegado a demoler por completo el fondo norte del estadio. Sin la posibilidad de jugar en “el templo”, por tanto, el primero de los encuentros tras el final de los combates en nuestra región, disputado por el filial rojiblanco fue el 13 de febrero de 1938, finalizó con empate a dos tantos y en el equipo formaron tres jugadores que acabarían siendo parte de la primera plantilla: José Calleja, Gundemaro Paniceres y Pedro Melquiades (la alineación estuvo formada por Miranda, Cholo Blanco, Paco, Luisín, Pepe Luis, Alvarín, Calleja, Gundemaro Paniceres, Rubio, Guillermo Meana y Melquiades).
Para el segundo encuentro, el 27 de marzo del mismo año, el Olympia formaba con una alineación de gala, con abundantes jugadores del primer equipo. Su once fue el siguiente: Sión, Cholo Blanco, Andrés Pandiella, Luisín, Calleja, Alvarín, Guillermo Meana, Melquiades, Patricio Rubiera, Muñó y Pin Ordieres. Pese a ello, el triunfó cayó del lado de S.E.U. por 1 a 0, un conjunto estudiantil que estaba reforzado por el internacional gijonés Herrerita, y en el que también figuraba un futbolista que llegaría a ser estrella del Sporting, Cholo Dindurra, y que paralelamente al equipo estudiantil jugaba en el citado Juventud e incluso llegó a reforzar algún partido al equipo de los soldados de Artillería de Gijón. Dindurra, evidentemente, disputaba los partidos con el conjunto del cuartel gijonés sin llegar a ser militar, al contar con solo diecisiete años. Los equipos de la S.E.U., tanto el de Gijón como el de Oviedo, fueron especialmente activos en este periodo. Muy significativamente el primero, en el que además de Dindurra, militaban otros dos futbolistas que, como Cholo, llegaron al Real Madrid: los hermanos Chus y Pepito Alonso.
A los equipos asturianos la guerra les afectó como a la práctica totalidad de equipos españoles. De los dos principales, el Oviedo fue muy perjudicado a nivel deportivo, ya que dejó de estar en la élite del fútbol nacional, pero, en cuanto a pérdidas humanas, el mayor damnificado resultó ser el Sporting. Manuel Meana Vallina, que fuera gran futbolista internacional rojiblanco y que más tarde sería entrenador del primer Sporting de la postguerra, resultó herido en un atentado en el mismo año 1936. El día 21 de julio, un militante anarquista esperó a la salida de los trabajadores de la fábrica de Moreda y disparó sobre él. Afortunadamente, Meana resultó herido pero su vida no corrió peligro. El anarquista, una vez fue detenido, declaró haber atentado contra el capitán sportinguista porque iba “vestido de forma elegante” y supuso que era un empresario. En realidad, compaginaba el fútbol con su trabajo de administrativo en la citada empresa. La guerra fue dura en Asturias, y durante la misma murieron cinco jugadores de su plantilla sportinguista de la temporada 1935-36: Abelardo Prendes Álvarez falleció luchando en el bando republicano en Trubia, del mismo modo fallecería Andrés Jaso, alistado como miliciano de idéntica facción, resultando muerto en un bombardeo en los alrededores de Cangas de Onís, Luis Toral Soberón (un nombre que suele estar olvidado en cuantos trabajos se hacen sobre el tema), murió en el Pico del Árbol, en el frente de Oviedo, alistado igualmente como voluntario en las tropas republicana. Falleció también en batalla enrolado en las tropas republicanas Manuel García Vega “Fraisón”, que había jugado en el Sporting entre 1932 y 1935, fichando entonces por el Nacional de Madrid, pero regresando cedido a mitad de la temporada 1935-36. Nada más finalizar ésta fichó por el Gimnástico de Valencia y allí le sorprendió la guerra. Llegó a jugar y proclamarse campeón con el Levante de la Copa republicana, la llamada “Copa de la España Libre” en 1937. Después se alistó en el ejército y allí resultó herido, falleciendo en enero de 1940, una vez había acabado la guerra pero como consecuencia de una septicemia que le sobrevino por las heridas padecidas en ésta. Y el quinto se trató de Amadeo Meana, autor del último gol sportinguista antes del estallido de la guerra. Fue fusilado por milicianos republicanos en las cercanías de Oviedo cuando apenas tenía veinte años de edad, acusado de ser simpatizante de Acción Católica, debido a una manifiesta religiosidad que sirvió como argumento último para ser condenado a muerte. Amadeo Meana pasará a la historia de nuestra tribu como autor del último tanto del conjunto gijonés antes del estallido de la Guerra Civil. Pero a la lista hay que añadir a algunos ex jugadores sportinguistas que fallecieron también en la contienda fratricida. José Francisco Elvira Pis, portero del club rojiblanco durante dos temporadas, fue condenado a muerte por “adhesión a la rebelión roja, al ser militante de la C.N.T. , y fusilado por las tropas franquistas en Gijón en 1938 ; y Vicente Palacios González, delantero que jugó seis campañas en el Sporting y posteriormente en el Atlético de Madrid, murió de un disparo en 1936 en una calle de la capital española sin que se aclararan las causas del mismo. ¿Un robo, una ejecución de corte política? Palacios, delantero natural del gijonés barrio de Veriña, pasó a la historia por ser el autor del primer gol en la máxima categoría del club colchonero. Herido levemente por un ataque aéreo sobre Gijón, cayó el que fue primer ídolo del sportinguismo, Fernando Villaverde Lavandera, el más relevante de los cinco hermanos Villaverde que jugaron en el Sporting. Una lesión le retiró prematuramente y se dedicó al arbitraje, haciéndolo en la máxima categoría del fútbol español. Falleció en 1937 siendo el socio número 1 del Sporting. Su muerte no vino como consecuencia de las heridas sufridas por las bombas, sino por una grave enfermedad que arrastraba desde hacía tiempo.
Otros futbolistas sufrieron prisión. Abdón García Martínez, interior derecha avilesino que causó el primer conflicto entre Oviedo y Sporting al fichar por los segundos cuando tenía un compromiso verbal con los azules. Tras su paso por el Sporting fichó por el Valencia, logrando un notable éxito interrumpido por la Guerra Civil. Abdón era militante de izquierdas y luchó como oficial en la primera línea del frente, fue hecho prisionero y tras pasar años en la cárcel, a su salida aún disfrutó de sus últimos años de fútbol en el Santiago de Compostela. El guardameta del Sporting Ángel Rendueles Junquera, simpatizante de la causa republicana, estuvo encarcelado en la plaza de toros de Gijón, habilitada durante un tiempo como prisión. Tras su salida jugó dos temporadas en el primer equipo del Sporting, para después dejar el fútbol y dedicarse a la música de forma profesional. Se trasladó a vivir a América, en primera instancia a Venezuela y posteriormente fijó definitivamente su residencia en los EEUU. Además, el futbolista de la plantilla rojiblanca Celestino Costales Argüelles “Tinín” se exilió en Francia, llegando a jugar en el Girondins de Burdeos, junto a él se marchó su amigo -que también fuera jugador sportinguista en la temporada 1934-35- Pablo Rodríguez García, conocido futbolísticamente como ”Chichi” o “Roxín”. Cuando estalló la guerra pertenecía a la plantilla del Cantábrico, “Roxín” acabó instalándose para siempre en Francia y jugando en el Girondins de Burdeos junto a “Tinín”. En la misma localidad francesa encontró refugio, hasta el final de sus días, el ex guardameta sportinguista Isidro Menéndez San Julián, teniente del ejército republicano durante la guerra. El ex portero rojiblanco ya había vivido una curiosa anécdota en el pasado. Un año antes de fichar por el Sporting, jugó en el Hispania con cuyo equipo se trasladó en marzo de 1921 a Madrid a jugar dos partidos amistosos. El primero fue contra el Racing de Madrid, se disputó el 6 de marzo y finalizó con victoria gijonesa por 1 a 2; el segundo se jugó contra el Atlético de Madrid el día 8 de marzo y los colchoneros aplastaron a los asturianos por 4 a 1. Ese mismo día, un grupo terrorista anarquista asesinó al presidente del Consejo de Ministros de España, Eduardo Dato. Al día siguiente, cuando los jugadores gijoneses salieron a pasear antes de coger el tren de regreso a Gijón, Isidro fue detenido por la policía por su parecido físico con uno de los terroristas que asesinaron a Dato. Fue llevado a comisaría y después de unas horas, una vez interrogado y aclarada su identidad, fue puesto en libertad. Pero esa ya es otra historia…
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